• Mantiene
Gobierno del Estado de México vivo el legado cultural indígena mediante el
impulso a tradiciones por parte del CEDIPIEM.
• Son
grupos de danza tradicional trasmisores de la cultura y cosmovisión de los
pueblos originarios.
Acambay, Estado de México, 24 de marzo de 2021. La música
del huehuetl y el teponaztli se confunden con cada paso adornado por los
coyollis (cascabeles) de los danzantes, mientras la flauta o “tlapitzalli”
acompaña cada movimiento.
Así, como desde hace cientos de años, los “mitiotani” o
danzantes de la cultura nahua recrean su encuentro con lo sagrado, con la
cosmovisión que los acompaña y mantiene viva la tradición que les da
pertenencia.
Con casi 25 años de existencia, el grupo de danza azteca,
Otom Tekutli, de San Francisco Xochicuautla, del municipio de Lerma, es uno de
los grupos que mantienen viva la tradición heredada en cada presentación que
realizan y que el Gobierno del Estado de México, a través del Consejo Estatal
para el Desarrollo Integral de los Pueblos Indígenas del Estado de México
(CEDIPIEM), impulsa para la revalorización de esta expresión milenaria.
A través del CEDIPIEM, organismo sectorizado de la
Secretaría de Desarrollo Social, el Gobierno de la entidad apoya a grupos de
danza tradicional para la compra de insumos como instrumentos y vestuarios a fin
de fortalecer la permanencia de sus tradiciones.
Para su fundador, Botzanga o “lagartija prieta” como quiere
que lo llamen, la tradición de expresar a través del cuerpo su encuentro con el
pasado es parte fundamental de su reencuentro permanente con sus ancestros, con
aquello que le fue cedido y que hoy forma parte de su vida cotidiana.
Lo que hacían nuestros antepasados se llama mitotia, que es
hacer con el cuerpo, lo que uno expresa con el cuerpo, de tal manera que nos
tenemos que llamar mitotianis, no danzantes, explica mientras se prepara para
participar en un nuevo ritual.
Para cada “mitotiani”, su vestimenta tiene un significado
lleno de sincretismo, que lo une con el pasado, inicia con las ayoyoytzin o
coyolis que son conchas que van amarradas en sus pies, luego siguen las
“colcehuas” o rodilleras y el maxtla que es símbolo de fertilidad y virilidad.
Algunos llevan el “xicolli” o chaleco adornado con grecas, y
un chimalli o escudo símbolo del sol y de la guerra espiritual de la danza.
Sigue el coxcapetlatl o pectoral, y las maitemas o
muñequeras y rematados en su mayoría por el tocado llamado colpilli o
quetzalcopilli que es comúnmente conocido como “penacho”.
En la zona arqueológica de Huamango, en Acambay, Botzanga
menciona que “en todo nuestro continente los pueblos originarios se conectan a
la tierra para poder estar sanos. Cada vez que tenemos la oportunidad de
hacerlo, lo hacemos con mucho gusto porque sabemos que vamos al encuentro de
ese pasado glorioso”.
Así, vestidos de fiesta salen al encuentro con lo sagrado,
vibran para revivir una danza que parece interminable y que es parte
fundamental de la riqueza que caracteriza a la cultura nahua, uno de los cinco
pueblos originarios de la entidad mexiquense.
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