Armando Regil Velasco
Desde que llegaron han cortado y recortado todo lo que se
les atraviesa en el camino. En aras de la “austeridad republicana” que en
momentos ha tenido tintes de “pobreza franciscana” el gobierno ha metido tijera
a cuanto programa y presupuesto ha podido. No importa a que precio ni quienes
se vean afectados, tampoco importa que la propia vida de millones de mexicanos
vaya de por medio.
El argumento que han dado “ad nauseam” es que todo lo hacen
“para combatir la corrupción”. Han exprimido todas las secretarías,
dependencias y órganos del gobierno y lo más curioso es que la corrupción no
sólo no desaparece sino que se multiplica exponencialmente. Porque las
asignaciones directas y los contratos a los amigos del gobierno siguen
existiendo por debajo del agua. No hay recursos para lo urgente ni lo
importante, sólo para cumplir el capricho del gobernante en turno.
Por eso los ciudadanos tenemos más preguntas que respuestas.
No es posible que después de recortar tantos programas, de eliminar tantos
apoyos, de desaparecer fideicomisos, bajar sueldos y disque eliminar
prestaciones, nadie sepa donde está todo ese dinero. No es posible que México
se siga endeudando y que la opacidad nos impida saber la verdad.
Uno de los sectores más golpeados desde antes de la pandemia
es el sector salud. Mucho antes de la llegada del Covid-19 a México, el
gobierno ya había recortado los presupuestos de salud reduciendo o eliminando
la compra de medicamentos esenciales para pacientes cuyas vidas dependen de
ellos. México es uno de los países con más muertos en el mundo porque el
gobierno ha preferido dejar morir antes que arrepentirse, replantear y
redefinir su estrategia. La soberbia, el egoísmo y la maldad, matan.
¿Dónde están esos miles de millones provenientes de tantos
recortes? ¿En manos del gobierno y sus amigos, para qué? No sabemos dónde están
esos recursos que son nuestros impuestos. No sólo “desaparecieron” dejando
morir a miles de mexicanos, pero también dejando morir miles de negocios,
micro, pequeñas y medianas empresas que no han recibido ni recibirán ningún
tipo de apoyo o incentivo para sobrevivir.
Cada día que pasa escuchamos nuevos récords de muertes por
la pandemia. No son cifras, son miles y miles que dejan familias y amigos en un
duelo profundo. Porque esta catástrofe se podía haber evitado utilizando todos
los recursos necesarios para salvar vidas y negocios, para evitar la agonía del
sector salud y de la economía mexicana. Pero no, en la mente de los políticos
de cuarta, todo se reduce a politiquería y a elecciones con tal de seguir
manteniendo y concentrando el poder.
La mala manera en la que se politiza la tardía y mediocre
estrategia de vacunación apunta a que, ante su fracaso inminente, la apuesta es
comprar votos utilizando las vacunas como moneda de cambio y parte del dinero
que han recortado desde que llegaron. Todo indica que prefieren comprar votos
que vacunas. De ese tamaño es la deshumanización del gobierno. De ese tamaño es
nuestro desafío para recuperar a México.
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