Esta mañana, una versión de que el presidente Andrés
Manuel López Obrador había
acudido al hospital del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y
Nutrición, Salvador Zubirán, disparó las alertas en las redacciones de
los medios de comunicación, que se mantienen pendientes de la salud del
mandatario quien se infectó con el coronavirus causante de la enfermedad
de Covid-19.
Tras realizar la verificación de la especie, consultando
tanto al vocero presidencial, como a diversas fuentes del sector
salud, en minutos se pudo desactivar el rumor antes de que comenzara a crecer
en redes sociales, o de que algún medio, sin verificar, lo diera por
bueno.
El hecho de esta mañana, nos hacen ver, muestra la necesidad
de que como sucedió en otras naciones del mundo, como el Reino Unido
o Estados Unidos, existiera un vocero que día a día fuera, con respeto a
los detalles de privacidad, informar sobre la evolución de la salud del
jefe de Estado.
Ese vocero sería el único autorizado a hablar sobre el estado
de salud del jefe del Poder Ejecutivo durante el tiempo que le tome salir
del padecimiento. La utilidad de esta figura, que en algunos casos, en otras
naciones, se encomendó al jefe del equipo médico que atiende al Presidente,
es que se podrían evitar versiones encontradas, extraoficiales, o falsas, sobre
la salud del mandatario y las implicaciones que ello tiene para el Estado.
Dentro del sistema nacional de salud, nos dicen, hay
grandes eminencias que tienen la experiencia y la credibilidad necesaria para
realizar esta función y que le prestarían un gran servicio al país siendo los
encargados de informar periódicamente sobre la evolución del presidente
López Obrador ¿Los convocarán?
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