Maestro Hector Cruz Salado.
De
pronto, la mañana se hizo obscura antes del atardecer,
El
cielo se cubrió de rojo y amarillento al anochecer.
Se
oyó un estruendo aviso:
El
Covid 19 llego de visitante inoportuno a la tierra.
Devorando
familias en casas y hospitales, cerraron escuelas,
Parques
y calles.
No
respeto los asilos ni las guarderías,
ni aquel que caminaba como si nada pasara.
La
pesadilla se vive en voz alta y no solo en la clínica y en la calle.
Cuerpos
reducidos a cenizas.
Será
que fue enviado como castigo de los pecados
Para
enseñanza de los hombres que se quejan.
Familias
aisladas ardiendo de la rabia,
Nadie
es capaz de acudir al auxilio.
Médicos
que miran los pulmones
Nublando
las miradas y un coro de voces silenciadas,
asfixiadas
por la pandemia.
Precarios
quedaron los recuerdos para siempre.
Se
mintió, se dieron falsas alarmas,
No
se puede perdonar ni olvidar.
Desiertas
las playas ya están, con aroma a sal.
Familias
destruidas,
pero
un día, miles de palomas blancas cubrirán el cielo
Y
las nubes, seguirán llorando.
Tengo
necesidad de acordarme de ti
Sobre
una mesa pequeña, y brindar en la paz
De
una sonrisa semejante al día.
Que
el año venidero sea pleno de realidades.
Si
todavía combato, combatiré por ti,
En
un huerto sin rejas ni candados.
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