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jueves, 13 de agosto de 2020

El ‘país’ de la Generación Z… mexicana





Jonathan Ruiz Torre

El encierro puede derivar en un buen experimento social casero. En mi caso, la convivencia más frecuente es con miembros de la generación Z que suelen interponerse entre mi persona y el contenido de Netflix. De ellos aprendo todos los días.

Viene el ataque de la última gran generación nacional: los centennial que numéricamente superan y roban el foco a los millennial que de a poco se desdibujan y unen a la población en proceso de envejecimiento en México.

Los centennial que tengo cerca lucen sumamente informados sobre política nacional y muy probablemente mejor sobre economía que muchos miembros de la generación previa, pero lo que me llama la atención es cómo se asumen en un mundo inevitablemente de libre tránsito al que acuden a manera de escape cuando las discusiones sobre tal o cual personaje mexicano se tornan densas.

Parece natural. Los más de 30 millones de ellos que viven en México, existen desde que hay internet, nacieron entre 1995 y 2010, por lo que en el mejor de los casos en este país tan desigual, ejércitos enteros se gradúan de la universidad este verano y algunos ya salieron a la calle a buscar trabajo en estos días de pandemia.

La amplia mayoría de ellos enfrentará las vicisitudes que les plantea una nación que no define el rol que jugará en un mundo sofisticado, pero aquellos que tuvieron la suerte de recibir una educación relativamente competitiva no limitan sus posibilidades a eso que sus padres llaman 'país'.

En su mentalidad, China, Japón, Australia, Estados Unidos, Canadá, Europa o esa poderosa marca en la que invirtieron los Emiratos Árabes, llamada Dubái, están dentro de sus áreas de oportunidad laboral. Tiene sentido particularmente en las naciones más desarrolladas, cuya población se reduce, por lo que ofrecen agresivos programas de internación para que su economía crezca en el futuro.

El 'país Z' no parece tener necesariamente una bandera, luce muy influido por el consumismo al que los volcó Alphabet con su YouTube o Facebook a través de su poderosa marca Instagram, lo que los hace blanco de críticas feroces por parte de los 'viejos' que parecen no comprender el mundo en el que ya viven.

Si han de ser representados por sus compras, su 'escudo nacional' podría tener como emblemas las galletas Oreo o el swoosh de Nike. Un estudio de Google confirma que veneran estos símbolos. Respetan el Himno Nacional, pero quizá se identifiquen más con el ritmo que cobró fuerza esta semana en una era en la que parece no haber bandas representativas de rock.

Sus vínculos musicales son más estrechos con una desechable coreografía que grabarán y montarán en la plataforma TikTok, luego de practicarla con música que escucharon en Spotify.

Todas esas empresas ya importan a sus países los ingresos o beneficios económicos que no consiguen de esta generación nacional las empresas mexicanas, que siguen instaladas en la economía del siglo pasado.

Así, lejos de caer en este año dominado por el encierro provocado por el Covid-19, todas ellas aumentaron su valor durante los más recientes 12 meses:

Netflix, 53 por ciento, para llegar a 210 mil millones de dólares; Alphabet, 28 por ciento, a 986 mil millones; Facebook, 40 por ciento; Spotify 62 por ciento.

Incluso las tradicionales, pero con hábiles estrategias de comunicación con los centennials suben, lejos de caer. Las acciones de Mondelez, productora de Oreo, aumentaron su valor 3 por ciento en un año y Nike, 29 por ciento.

De México consumen lo inevitable, como el internet que probablemente pagan sus padres y la comida, que para ellos tiene un valor comparable con marcas como la estadounidense Apple, la coreana Samsung o la china Huawei.

Estamos pues, ante una nueva generación de votantes y consumidores a quienes la persuasión de los anuncios panorámicos ahora se les mete hasta la almohada, hasta donde con frecuencia llega el celular cuando un adolescente puede esquivar la vigilancia de su madre. Mañana abordaré aquí sus ganas de emprender negocios.

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