Directorio
sábado, 19 de octubre de 2019
Abrazos... señor Presidente
Abrazos, no balazos”. Como podría decir el maestro Catón: Hágame usted el refabrón
cabor, señor Presidente. ¿Cómo pudo proponer eso? ¿Acaso no le han dicho cómo han
evolucionado las bandas de delincuentes? Aunque en Culiacán, mi tierra, parece que
ocurrió al revés: balazos y luego abrazos. Aquí no ha pasado nada, que siga la esta.
Le teníamos mucha fe, señor Presidente. Cuando habló de amnistía, nos entró la duda, y
con lo que acaba de ocurrir, no sabemos qué pensar. Dice usted que el gabinete de
seguridad se reúne todos los días, pero los culichis nos preguntamos para qué. Claro,
toman café, desayunan y seguramente discuten planes.
Mira todo sobre noticias de balaceras de Culiacán aquí
Los culichis somos un pueblo indomable, trabajador, señor
Presidente, y la forma tan burda en que se realizó ese operativo para
la detención de Guzmán nos lastimó. Nos atropellaron. Familias
enteras fueron testigos de lo frágil de la estrategia empleada.
¿Imagina a su niño tirado en el pavimento, aterrado por los
disparos? Pues muchos de nuestros niños experimentaron ese
momento infame mientras los adultos intentaban manejar su propia
angustia y poner a salvo a sus vástagos.
Puede hacer las mañaneras que quiera, ensalzar a su gabinete y una
política de seguridad que no funcionó en Culiacán y que tal vez
deban ajustar cuidadosamente. No puede continuar así, señor
Presidente. No intente justicar lo que no tiene remedio, y que
tampoco lo haga el señor Durazo. Es penoso.
Ustedes no vieron correr a las mujeres, a los jóvenes estudiantes; no vieron ingresar al
edicio de El Colegio de Sinaloa a un grupo de chicas que buscaba refugio
desesperadamente. No lo tome a la ligera, señor Presidente. No lo merecemos.
Porque poseo sentido de la justicia, le hago saber que la solución nal me parece
correcta. Las familias culichis se lo agradecemos, sobre todo las de los militares, que eran
las que estaban directamente amenazadas por los delincuentes que brotaron como una
plaga maldita, peor que el mosquito del dengue, que tampoco combatió su secretario de
Salud. Fue increíble su capacidad de reacción. Ucha, qué rapidez. ¿Sabían eso?
¿Inteligencia hizo su trabajo? De no ser así, el gabinete de seguridad tiene una
amenazadora carencia.
Debe haberlo visto en los videos, señor Presidente, cómo nos arrebataron las calles,
cerraron las vías de comunicación terrestre y dejamos de oír música de banda para
escuchar una balacera que parecía no tener n. Qué bueno que no hubo bajas en el
Ejército. No lo merecen. No creemos que funcionen como Guardia Nacional, pero no
merecen morir, y parece que los metieron en la boca del lobo. Chale, señor Presidente.
Chale, gabinete de seguridad.
Los culichis tenemos una vida, señor Presidente, y nos gusta mucho el beis, como a
usted. Ya vi que sabe pararse para batear, conoce bien que puede dirigir un batazo según
coloque el pie izquierdo. Seguramente no ignora que el beisbol es estrategia pura, cada
pitcheada, la colocación del cuadro, el orden al bat, las señas. Es lo mismo, señor
Presidente.
Aquí parece que la estrategia la tenían los del cártel y los soldados llegaron para recibir la
paliza de su vida. La seguridad no es un asunto de discursos, señor Presidente. No en
nuestro país, que ha soportado tanta podredumbre e impunidad. Y no empiece a culpar a
sus antecesores, que tampoco la hicieron. Ahora escuche esto, por favor: mi gente nunca
había vivido algo así. Sentir amenazada su vida, la de sus hijos, la de sus padres y la de
sus abuelos. Hemos tenido días infaustos, no digo que no, pero el pasado fue el mismo
inerno.
Piénselo, que lo piense el gabinete: ¿a quién se le ocurre hacer una detención a esa hora
de la tarde? ¿Por qué ha crecido tanto el poder de las bandas? ¿Por qué operan como un
segundo poder tan fuerte o más que el del Estado? Estamos jodidos, señor Presidente, y
llegan con ese operativo elemental a donde la población y los mismos soldados
quedamos inermes, o sea, valiendo madre.
Mira las últimas noticias sobre Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, aquí
Tiene que proteger a las familias, señor Presidente. A las de los militares y a las nuestras.
No es pedir demasiado. Una pregunta: ¿va usted a pagar parte de las pérdidas a nuestros
comerciantes que no pudieron trabajar por esa tarde de perros? Digo, usted que es tan
generoso. ¿Qué hará si el ampáyer le canta un strike al centro, que vimos todos, y sus
datos dicen que era bola mala?
Vamos, señor Presidente. Con todo respeto, a trabajar más y a hablar menos; este país lo
necesita y tiene muy poco de imaginario.
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