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viernes, 7 de junio de 2019

Cómo sortear estos tiempos turbulentos



Enrique Quintana


México obtuvo el grado de inversión en las emisiones de su deuda, del gobierno o de Pemex, en el año 2000, y no lo había perdido. Hasta ayer.

Este jueves, la calificadora Fitch tomó la decisión de quitarlo a Pemex sin esperar siquiera a la presentación del Plan de Negocios de la empresa.

Además, el lunes podríamos entrar a una situación inédita en la historia de las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos, si a partir de ese día empieza a aplicarse un arancel generalizado de 5 por ciento a las compras que nuestro vecino haga, provenientes de México.

La actitud de Trump erosionó ya la limitada confianza que existía, pues con tratado comercial o no, sabemos que el presidente de Estados Unidos puede buscar una legislación ad hoc, para saltarse los arreglos institucionales que le dieron sentido a una estructura productiva que empezó a construirse desde 1994, hace más de 30 años.

Más allá de que no nos haya estallado una crisis financiera, estamos en uno de los momentos más delicados de los últimos 30 años. No importa lo que piense el presidente de la República.

En este contexto, no sobra regresar a los principios básicos y entender lo que tenemos que hacer en nuestras finanzas empresariales y personales.

Al final, haremos también una breve reflexión sobre la economía.

Tenemos en México vasta experiencia en crisis. Algunos vivimos las convulsiones que datan desde 1982 y años subsiguientes.

El principio número uno es que hay que reducir la exposición al riesgo, tanto como sea posible.

Esto significa reducir nuestro apalancamiento y pasivos en dólares en la medida que podamos.

O bien, usar instrumentos de cobertura o refinanciamientos para limitar el impacto que podemos tener ante contingencias financieras.

Supone andar con pies de plomo y ser conservadores en proyectos, salvo que tengan un muy alto grado de seguridad.

No endeudarse para realizar compras que parecen tentadoras nos puede salvar de catástrofes futuras.

Pero al mismo tiempo, no podemos olvidar que las mejores oportunidades aparecen en tiempos de crisis y no en épocas de auge.

En particular, la compra de activos excesivamente depreciados va a aparecer próximamente. Desde la adquisición de un inmueble del que alguien quiere deshacerse, desesperado por obtener liquidez, hasta la compra de empresas de gran valor, que son puestas a remate ante sus dificultades financieras.

Si usted ha hecho inversiones patrimoniales, apostando al largo plazo, estos son los peores tiempos para realizarlas. Tenga la paciencia necesaria para aguantar y esperar mejores momentos.

No caiga en pánico, pero no se crea los dichos que afirman que vamos “requetebién”.

Estamos en una de las situaciones económicas potencialmente más críticas de los últimos años, como producto de ‘herencias malditas’, de la impericia e irracionalidad de las decisiones del nuevo gobierno y también como producto del explosivo temperamento y de la desmedida ambición de Trump.

El entorno se nos descompuso en muy pocos días.

Salvo que haya sorpresas, este año no creceremos. Quizás incluso por un par de años vivamos un estancamiento.

Pero eso sería preferible a abrir la puerta a una crisis financiera como las que vivimos en 1982-83; 1994-95; 2000-01, o 2008-09.

Nuestra generación ha pagado con ellas costos muy altos. Ojalá se tenga la sensatez de evitar una más.

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