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domingo, 26 de mayo de 2019

No es sólo el IMSS, son todos los institutos de salud



Raúl Cremoux



Cuando AMLO ganó la Presidencia, Germán Martínez escribió en Reforma un artículo en el que dijo de él: toca la música que le piden… es un tirano… ignorante supino. Y con una sorprendente flexibilidad ideológica, se sumó a su causa hasta lograr la dirección del IMSS, de donde acaba de renunciar en una larga carta que ya ha merecido sesudos análisis, y faltan aún muchos otros.
La cualidad que le encuentro a su salida, es que nos permite ver algunos ángulos del desorden y la ineficacia de un gobierno que carece de brújula, y con ello exhibe múltiples carencias en aquello que todos reclamamos: eliminar la desigualdad, eliminar violencia e inseguridad, certeza jurídica y contar con los elementos que auspicien el desarrollo armónico con educación y salud de calidad.
Me detengo en lo último: salud de calidad. Recientemente AMLO prometió que pronto tendríamos un sistema de salud como Suecia o Canadá. Seguro no los conoce. Lo que sí sabe es que el ISSSTE, el IMSS, el hospital infantil y los 13 institutos de salud son acosados por una población que crece, y los recursos para mantenerlos son cada vez menores. Seguramente desconoce que tres son las tareas de los institutos: atención a la población, investigación y enseñanza. Son centros paliativos de diversas enfermedades y puntas de lanza en descubrir procesos de curación y prevención de las mismas. Y para ello hay que apoyarlos, cuidarlos y otórgales prioridad. Buscar alianzas con los privados y reforzar los convenios internacionales.
El espacio no me permite ofrecer datos puntuales de todos los institutos. Me concentraré en uno que goza de renombre y prestigio internacional porque atiende una de las enfermedades más conocidas, investigadas y mortales: el cáncer.
Con los recortes presupuestales que llegan a 225 millones de pesos, el INCAN muestra un dolorosísimo inventario actual. Tocaré sólo algunos puntos:
1. No recibirán tratamiento específico 300 pacientes con cáncer de pulmón no asociado al tabaquismo. Lo cual les traerá mortalidad en un periodo de tres a seis meses.
2. Se dejará de proteger a 700 mujeres con cáncer cervicouterino y a otras 231 sin completar esquemas oncológicos, lo que incrementará su mortalidad en 40%.
3. Se dejará de brindar a 293 mujeres la posibilidad de reconstrucción y rehabilitación mamaria. Con las consecuencias físicas y psicológicas que eso entraña.
4. Impactará la falta de conocimiento del panorama general y geográfico de más de 14 millones de habitantes que padecen o pueden padecer la enfermedad.
5. No habrá atención integral a 330 pacientes con cáncer de próstata y no se les otorgarán medicamentos altamente eficaces. De esos 330 casos, el 40% padece cáncer metastásico y sin tratamiento quirúrgico, radial o químico, fallecerán en un periodo de 24 meses.
6. Cáncer de ovario. Se dejará de apoyar a 309 mujeres y la mortalidad subirá en un 50%.
7. Endometrio. No se podrá otorgar tratamiento de quimioterapia a 203 mujeres que lo padecen y la mortalidad se calcula en más del 50%.
8. Alrededor de 40 pacientes con VIH no recibirán tratamiento. Y no se realizarán más de mil pruebas de detección.
Estas cifras y porcentajes son seres humanos concretos con sus historias personales.
La lista puede continuar y algo semejante ocurre en Nutrición, Enfermedades Respiratorias, Neurología, Pediatría, Psiquiatría, Cardiología, Nacional de Salud, Medicina Genómica, Perinatología, Rehabilitación y hospitales como el Infantil, de la Mujer, General, Gea González, Juárez, Nacional Homeopático, etc.
Ojalá y los recortes fueran sobre ropa, uniformes, papelería, viáticos o el replanteamiento de transferencias, calendarios y financiamientos. No, se recortan los modestos sueldos de becarios, asistentes, enfermeras, médicos y, también, recursos técnicos y económicos destinados a pacientes de cama o consulta. Lo mismo para el abasto de medicinas, antibióticos, retrovirales, alineadores lineales, mantenimiento de equipos y adquisición de nuevos dispositivos de investigación.
Los funcionarios de Hacienda no se manejan solos y tienen un jefe, que obsesivamente piensa en una centralización administrativa y política, lo que lo lleva a contradecirse en lo fundamental. Tanto que cuando él o sus familiares enferman, acuden a un renombrado hospital privado.

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