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martes, 16 de mayo de 2017

La venganza de la Gordillo


Aún no sale de prisión y ya le causa problemas al presidente Enrique Peña Nieto. El activismo político que despliegan algunos de sus familiares y excolaboradores en varias pistas en donde pretende, por un lado, erosionar la unidad que prevalece en el sindicato más grande de América Latina, el SNTE, y por otro lado, influir en el resultado de los comicios en el Estado de México, al apoyar a Delfina Gómez.

La maestra Elba Esther Gordillo, la otrora poderosa líder del magisterio, cuenta las horas que le faltan para que el juez le otorgue la prisión domiciliaria y, con ello, cristalizar su máximo anhelo de venganza contra aquellos que la mandaron al reclusorio o la despojaron del control que ejercía en el propio sindicato y en el Partido Nueva Alianza.

Si algunos ilusos piensan que la maestra se irá a su domicilio a cuidar a sus nietos y a ver las telenovelas en las tardes, se equivoca completamente. Desde la reclusión diseñó todo un plan para intentar hacerse nuevamente del control del SNTE y, por supuesto, del Panal, amén de coadyuvar al límite de sus capacidades, con su poderío económico, del que todavía dispone, y de sus influencias en el ámbito político y de la comunicación, para sacar al PRI de la Presidencia de la República.

Por lo pronto, Rafael Ochoa Guzmán, exlíder del SNTE, y el yerno de la maestra, Fernando González, agitan las aguas al interior de la sección 36 del Estado de México para cooptar a maestros inconformes con su actual dirigencia, mediante generosas dádivas y promesas de posiciones sindicales en el futuro.

Lo que desconoce la maestra es que todavía hay muchas puntas de la enorme madeja de corrupción que están abiertas, en donde hay rastros suficientes y pruebas concluyentes, no sólo para mantenerla en prisión, sino también para poner bajo resguardo a su propio yerno.

Basta un ejemplo que ya dieron cuenta algunos medios de comunicación en su momento, cuando en el año 2000, Fernando viaja a Los Ángeles a comprarle relojes Rolex a algunos dirigentes del sindicato magisterial, y los contrabandea de San Diego a Tijuana con la ayuda de otros miembros de su familia. Esta minucia da pistas sobre quién o quiénes mantienen el flujo de los billetes verdes.

No se necesita ser un contumaz investigador para rastrear la ruta de dinero que no sólo se canaliza para la manutención de la familia de la maestra, sino a maicear a algunos líderes locales en el Estado de México, que despliegan un trabajo de tierra en los municipios más pobres de esa entidad.

La calma chicha que precede a la tormenta está por terminarse con el desenlace de la elección en Edomex y, dependiendo del resultado, es decir, si la otra maestrita, Delfina Gómez, no es la ganadora, de inmediato los grupos antisistémicos en conjunto, con el conflicto postelectoral, pondrán en jaque al gobierno de la República.

Y adivine, estimado lector, quién también pondrá su granito de arena para que ello ocurra, pues la maestra Elba Esther Gordillo.

Falta el último escollo legal para que la maestra recobre su libertad. El cargo que le falta librar es por lavado de dinero y, a decir de sus abogados, ya está pagado con los años que tiene en reclusión.

En cualquiera de los casos, ya sea en prisión domiciliaria o en libertad, la maestra se apresta a alebrestar al gremio magisterial del SNTE y, aunado a la belicosidad de la CNTE, resultará un coctel molotov que mantendrá en vilo a la administración de Peña Nieto, en el último año de su gobierno.





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