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miércoles, 29 de marzo de 2017

LOS MUROS NO SOLO SON DE CONCRETO


Esta vez parece ser verdad, nos adentramos cada día más a la posibilidad de conflicto bélico entre naciones, el detonante el flamante presidente de los Estados Unidos. Los analistas políticos y la gente del común se preguntan cómo es posible que un sujeto con estas cualidades llegue a gobernar la nación más poderosa del mundo. Pero la respuesta es sencilla: son una nación belicosa, su economía gira en torno a la venta de armas, arman la guerra y le venden armas a todos los bandos involucrados. Mientras el mundo busca respuestas, la mayoría de estadounidenses está de acuerdo con su presidente. Siempre me ha dado curiosidad entender cuál fue el motivo por el cual empezamos los seres humanos a construir muros entre nosotros. Ante esta circunstancia, encuentro tres tipos de muros en el mundo. El primero, de concreto, construido ladrillo a ladrillo por la mano del ser humano. El segundo, muro imaginario. Y el tercero, lo construimos con los prejuicios entre nosotros mismos. Ahora bien, por las diferencias entre los pueblos en el mundo empiezan a surgir los de concreto. Utilizados para separar a los que se consideraban civilizados de los que no lo eran. Los romanos comenzaron aportando los de este tipo, construyeron el de las murallas de Adriano, en Inglaterra, para protegerse de los invasores bárbaros. El muro de Berlín, que separaba al pueblo alemán, producto de la segunda guerra mundial cuando se reparten toda una nación como trofeo de guerra. La gran muralla china que construyeron los chinos para aislar al pueblo Mongol que era invasor por su naturaleza guerrera. Por último, hoy estamos ante el inminente muro que se va a construir entre los pueblos norteamericano y mexicano. Una frontera sangrienta con un pueblo con orden de disparar sobre otro si intenta cruzar. Así las cosas, se podría decir que hoy los muros han evolucionado. Fuera de los de concreto, pasamos en esta época a los imaginarios: Nos inventamos las fronteras. Con ellas, la Visa y el Pasaporte, estos últimos requisitos indispensables para ingresar o salir de una nación amiga. Por último, debemos tratar los muros que aún hoy construimos a través de los prejuicios. Estos nos separan producto de la ligereza al juzgarnos los unos a los otros. Por educar a los hijos para que se sientan superiores a sus vecinos. Cuando alimentamos la idea de que somos superiores. O que las personas que no son de mi región, mi sector, mi país o porque somos de diferentes razas o creencias, somos diferentes. Este tipo de muro nos ha llevado a la más sangrienta guerra por creer que una raza era superior a otra nos desbocamos a la segunda guerra mundial. En la actualidad, sin embargo, tenemos a Colombia y Venezuela, dos naciones hermanas, iguales, gemelas y siamesas, que lucharon juntas por su libertad, por los derechos humanos de sus habitantes, hijas del libertador Simón Bolívar, con el mismo idioma, costumbres y luchas, hoy estamos separados por un muro invisible. Una frontera que cada que el presidente venezolano se levanta de malas pulgas le da por cerrarla. Por el contrario, se había dado un gran salto en la humanidad, ejemplo para todos con la eliminación de fronteras en Europa. Por supuesto el surgimiento de la Unión Europea sería digno de imitar e implementar en todas las naciones del mundo si no fuera porque hoy les cierran la puerta a pueblos vecinos que huyendo de una guerra ajena traten de refugiarse en su territorio. El pueblo Sirio uno de los más afectados. ¿Que nos ganamos que los europeos nos den cátedra de Derechos Humanos si no los aplican? Es fundamental empezar a entender que los seres humanos somos iguales. Pero para desarrollar la idea de la igualdad debemos tener en cuenta que somos universales. Con este concepto claro empezamos a vislumbrar los Derechos Humanos. De hecho, por medio de ellos hemos podido frenar un poco las barbaries que han azotado a la humanidad o mitigar un poco la construcción de más muros. En todo caso los Derechos humanos se tienen que convertir en la brújula, un derrotero para frenar la extinción del ser humano, además para que no nos sigamos matando en más guerras sin sentido. En efecto, así como el ser humano es universal, los derechos humanos también. Depende desde donde se observe, existen muros: imaginarios, de concreto, fronteras, prejuicios. Muros entre el hombre y la mujer. Entre ricos y pobres. Entre blancos y negros. Entre citadinos y campesinos. Nos dividimos en estratos. Con todos estos hemos vivido desde el inicio de la humanidad. Pero existe uno muy difícil de superar: el segundo muro de Trump a los ciudadanos mexicanos, el muro del desprecio. Reza un proverbio hindú: existe una sola casta: La Humanidad.

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