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domingo, 21 de agosto de 2016

Consuelo de México Hoy, hace 100 años, nació Consuelito Velázquez, autora del tema mexicano más famoso: Bésame mucho

Consuelo de México
Hoy, hace 100 años, nació Consuelito Velázquez, autora del tema mexicano más famoso: Bésame mucho

CIUDAD DE MÉXICO
Hace 100 años nació la compositora de la sinceridad, aquella que pedía un beso al ser amado porque quizá ésa, podría ser la última vez.
Era 1916, un país fracturado por la Revolución y que se encaminaba hacia la reestructuración en búsqueda de una Constitución Política.
No más de dos años atrás, en Ciudad Guzmán, Jalisco, el matrimonio formado por Isaac Velázquez del Valle y María de Jesús Torres Ortiz de Velázquez había perdido a su hija Esperanza. Ante la pena por la muerte derivada de una epidemia de tifoidea, la llegada de una niña les trajo el alivio, les trajo el Consuelo.
Considerada una de las máximas exponentes de la música popular mexicana, Consuelito, como le decían de cariño, nunca buscó deliberadamente nada de lo que le sucedió, ni siquiera el éxito que alcanzó su tema Bésame mucho, traducido a más de 20 idiomas y del que existen unas dos mil versiones en voz de varios intérpretes.
El destino es el que me ha gobernado siempre... Me considero una mujer con suerte. Una de esas personas que van por la vida recibiendo de ella lo mejor”, dijo Velázquez en una entrevista a Excélsior en 1972.
Virtuosa de la composición —en cuanto a música y lírica— el primer piano que tuvo, sin alcanzar aún los seis años, fue uno de juguete de una sola octava. Sacó de oído las primeras notas del Himno Nacional Mexicano cuando una banda militar pasaba afuera de su casa. Un par de años después le compraron uno más grande y encontró en él, mayor satisfacción.
Me engolosiné sacando cuanta melodía escuchaba hasta que llegó un momento en que ya no tenía qué interpretar. Entonces empecé a inventar lo que se me ocurría, a improvisar y, finalmente, a componer”, contó en 1972.
Tras una temporada viviendo en Colima, la familia regresó a Guadalajara y ahí la inscribieron en la Academia de Ramón Serratos y su esposa Aurora Garibay, pioneros en estudios de piano de concierto en México y, desde luego, maestros de la joven Consuelo.
“A los seis años me pusieron a estudiar piano en forma, y nadie sabe el trabajo que tuve para disciplinarme y someter toda esa inquietud mía a bases rígidas que yo no sentía.
Por años hice estudios completísimos para la carrera de concertista, y sin embargo, después de practicar por horas lo clásico seguía interpretando todas las piezas populares. Resultó así que yo era dos pianistas: una, la estudiosa, y otra, la que había nacido”, comentó Velázquez.
“Mi madre tocaba con tal naturalidad”, aseveró su hijo Mariano Rivera Velázquez en entrevista a Excélsior, “que el maestro le decía: ‘mira nenita, cuando estés tocando, por favor voltea a ver el teclado y has como que te cuesta un poco de trabajo’, porque mi madre se sentaba a tocar y se la pasaba viendo al público.”
Los Serratos se trasladaron a la Ciudad de México y con ellos, la estudiante, quien con 22 años se recibió con dos conciertos como pianista concertista en 1938 en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, que incluyeron piezas clásicas de autores como Bach, Beethoven, Chopin, Debussy y Mendelssohn.
“Después que me recibí de concertista me pregunté cuál iba a ser el camino que debería seguir. Pensé que tendría que darme a conocer en otros países, pero como era una señorita muy cuidada, no alcanzaba a comprender cómo iba a lograrlo.
En ese dilema estaba cuando mi vida tomó inesperadamente otro derrotero. El señor Pedro Maus, que era amigo de la familia y dueño de la casa que ahora es de la Sociedad de Autores y Compositores, me aconsejó que me entrevistara con Enrique Contell. Este señor era gerente la estación de radio XEQ”, recordó Velázquez.
Quedó contratada y le dieron un programa diario de música clásica, pero lo popular llamaba su sangre.
“Para descansar se metía a un estudio a tocar (sus melodías). De las cantantes que iniciaban en esa época estaban Chela Campos, Amparo Montes y las hermanas Landín (María Luisa y Avelina), todas legendarias y atraídas por esa interpretación que no conocían. Le decían: ‘¿oye Chelo, de quién son esas canciones?’ y ella respondía ‘de una amiga’.
“Para ellas eran una maravilla y sin avisarle a mi mamá las ponían en los programas. Llegó Mariano Rivera Conde (jefe de programación de la estación y quien se convertiría en su esposo) y le dijo: —Señorita, me dicen que hay unas canciones que han estado tocando en varios programas y que usted sabe quién es la compositora. Tengo que saberlo por cuestiones de derechos de autor. —Pero no quieren que se sepa. —Pues lo siento, porque debemos tenerlo reglamentado. —Está bien, son mías.
“Así se programaron y ése es el nacimiento de la compositora Consuelo Velázquez. A mi madre le daba pena como pianista concertista que vieran que tenía boleros y ése fue el inicio de la radiodifusión de Bésame mucho, Déjame quererte y Pasional, las tres primeras canciones que hizo mi madre”, compartió Rivera Velázquez.
“Fue algo sorprendente para mí, porque de un día para otro empezaron a escucharse mis canciones en todas las radiodifusoras. Así me inicié en la radio. Todo el día tenía programas e inclusive llegué a dirigir una orquesta”, explicó Consuelito.
En 1944 el éxito que le trajo Bésame mucho, su mayor éxito, la llevó a Hollywood. Velázquez quedó sorprendida de cómo las filmaciones se detenían para conocerla. Rita Hayworth, Carmen Miranda, Bing Crosby, las Andrew Sisters y hasta Walt Disney, estaban entre ellos. El creativo le dio dos almuerzos y a uno acudió el artista español Salvador Dalí.
En EU le ofrecieron un contrato y hasta un guión de cine, pero ella lo rechazó; la razón: debía regresar a México a casarse el 25 de octubre de 1944 con Mariano Rivera Conde.
QUE SEAS FELIZ
Consuelo Velázquez fue una perfecta ama de casa y dedicada a sus hijos al grado de sacrificar sus intereses personales, aseveró Mariano Rivera.
“Era inolvidable por su comprensión, por su entrega, al mismo tiempo lo dejaba a uno en libertad de escoger el camino que quisiera. Una esposa perfecta, más allá de lo conveniente. Era comprensiva, perfeccionista, sabia y tierna”, compartió con la voz entrecortada.
Las canciones de la jalisciense conectaban con la gente, y si bien no son propiamente autobiográficas, señaló su hijo, sí representaban el sentir de la compositora.
“Que seas feliz y Franqueza fueron dos temas que mi madre sacó al mismo tiempo en una etapa de prueba que hubo muy grande en el matrimonio de mis padres que estuvo a punto de llegar al divorcio, pero mi madre, que todo lo transmutaba y con el teclado como su confidente, escribió la primera como una despedida a mi padre.
“El problema fue superado gracias a mi madre, que supo perdonar, que no era la primera vez ni fue la última, pero el matrimonio de mis padres sobrevivió hasta la muerte de él (1977) por mérito de ella. No digo que no la amara, lo hacía, pero la que luchó, perdonó, aguantó y dijo: ‘yo soy la esposa, ésta es mi familia y ésta es mi casa’, fue ella.”
“Quiero muchísimo a mi familia. Ella lo es todo para mí. Desde hace años me pedían que aceptara un cargo directivo en la Asociación de Autores y Compositores, y no aceptaba porque estaba consagrada a mi familia. Ahora que mis hijos están grandes es otra cosa. Así que un día fui electa vicepresidenta.
“Pero como el destino es el que me ha gobernado siempre, al poco tiempo murió Tata Nacho, que era el director y tuve que desempeñar ese cargo”, dijo a Excélsior en 1972.
Pero como no le satisfacía la situación de haber ocupado el puesto por estatutos, se citó a una asamblea para designar a un presidente definitivo: fue electa por unanimidad.
AMAR PARA VIVIR
Hasta el final de sus días, Consuelo nunca dejó de tocar. En 2004 tocó al piano Bésame mucho en el álbum Para mí... Consuelo, de Cecilia Toussaint; el único disco que existe en la que la compositora acompaña a un intérprete. “Tuvo artritis que le deformaron ciertas articulaciones y aun así siguió tocando y bien, decía que no le dolía y si le dolía, se sobaba, decía mi madre.”
hch

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