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martes, 9 de agosto de 2016

COLUMNA DE ANÁLISIS POLÍTICO... Deslindes

+ Amenaza la Impericia de quienes Sabían Gobernar




Por ARMANDO SEPULVEDA IBARRA

Quienes faroleaban hace poco tiempo, sin pudor ni vergüenza, que sabían gobernar como ni el propio Maquiavelo o el cardenal Mazarino con sus recetas astutas para controlar el poder y, con su usual verborrea y demagogia, ofrecían de garantía el paraíso en la tierra si les daban otra oportunidad de volver a hospedarse en Los Pinos, como si la gente ignorara la oprobiosa estela de la dictadura perfecta, atraviesan ahora el último tramo sinuoso e incierto de un sexenio mediocre y corrupto, entre muchos fuegos y una peligrosa tempestad por donde encaminan al país hacia el desfiladero con una actitud de timoratos dominados por el pasmo y la ausencia de ideas y estrategias para contener la inconformidad casi general contra los empoderados.
La impericia e ineficacia de los gobernantes neopriístas para negociar los conflictos con oficio, voluntad y sapiencia sin ventajas ni ganas de avasallar al contrario en sus posiciones y derecho; su histórica experiencia de imponerse a la fuerza o con mayorías sordas e irreflexivas en el Congreso de la Unión, o su despotismo ante los reclamos de justicia, ya desbordaron los problemas políticos y sociales y arrinconaron al gobierno hasta convertirlo, como una moderna Fuenteovejuna, en un poderoso e irracional imán que atrae la irritación y el malhumor de la sociedad y amenaza con estallarle en sus ineptas cabezas, a menos que, a la brevedad, asuman los riesgos y costos de sus errores, corrijan desaciertos y abusos y resuelvan con la premisa de la democracia de gobernar para servir al gobernado, en vez de servirse a manos llenas, con voracidad, para su clan y para sus socios en contratos de obra pública y otras componendas.
En su creencia de que, al modo de antes, eran amos y señores de vidas y personas y nadie podría erradicarles el absolutismo, las escuelas priístas recurren por tradición a todas las artimañas para someter a opositores y descontentos con la compra de conciencias fáciles, tipo camarilla de los chuchos, dueños o secuestradores del agonizante PRD; la represión, las descalificaciones o el dicho ya clásico (e intolerante) de su más reciente e inolvidable mentor de “¡ni los veo ni los oigo!”. Mas hoy, ante la vuelta del autoritarismo, se han rebelado como nunca las cúpulas de todos los sectores, e inclusive hasta buena parte de las bases del nuevo PRI protestaron con cierto ruido y asombro de fuera, molestas con la burda imposición o el añoso dedazo presidencial en favor de su nuevo pastor de hombres, el rico coleccionista de obras de arte Enrique Ochoa Reza, dueño también, para no quedarse a la zaga de otros nuevos ricos sexenales, de flotillas de taxis y otras fortunas confesas en su declaración patrimonial, adquiridos quién sabe con qué ingresos, un priísta de nuevo cuño que – dicen sus fieles y, por supuesto, sus críticos correligionarios -- debió afiliarse aprisa, a las carreras con una credencial de militancia dudosa de la época del inmolado Luis Donaldo Colosio: sacada de la manga de alguno de sus famosos ilusionistas, antes de rendir protesta y conocer a su renegado rebaño.
Bajo el nutrido golpeteo de todas partes contra el gobierno el país avanza a la ingobernabilidad plena, con sus vacíos de poder y la efervescencia por donde quiera uno verla: Ejemplos sobran: la Iglesia católica inconforme e iracunda con la decisión del señor Peña de legalizar en todo el país los matrimonios de personas del mismo sexo, una bandera tomada de la izquierda; la irritación de los empresarios contra la decisión de sentarlos a declarar sus “3 de 3” como si fueran funcionarios y, más reciente, su reacción aireada y amenazante por los bloqueos de los maestros disidentes a negocios, carreteras y trenes y los multimillonario daños derivados de esas protestas; los reclamos de la sociedad por combatir de veras y a fondo la corrupción de los políticos; la rebeldía de los militantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) opuestos a la dichosa reforma educativa y otros focos rojos ignorados por la autoridad para buscar el olvido de la gente.
Insensible al drama económico de decenas de millones de mexicanos hundidos por los regímenes revolucionarios priístas y los corruptos panistas en la pobreza, el hambre y el desempleo, los tecnócratas en el poder concitaron otro repudio general de la población con las nuevas y criminales alzas de la gasolina, el gas y la luz, cuando antes de que se aprobara la privatizadora reforma energética prometían jubilosos, para consumar el engaño, bienestar para todos: desde el actual huésped de Los Pinos hasta Enrique Ochoa Reza como director general de la Comisión Federal de Electricidad anunciaban sin convicción que las tarifas de esos servicios iban a bajar y, al poco tiempo de usar la mentira, esos señores quienes fanfarroneaban que sabían gobernar se hallan hoy presas de pasmo, indecisos y sin recursos para solventarse ante el coraje de los gobernados.
Frente al acoso de los problemas y de una opinión pública nacional y extranjera atenta y preocupada por las decisiones autoritarias contra el magisterio en pie de guerra, el gobierno ha debido de recular aun cuando había dado un envalentonado plazo fatal para que los maestros de la Coordinadora dejaran de agitar la de por sí inquietante marea política y social que vive el país. Quizá por el repudio interno y foráneo a los sucesos represivos y sangrientos de Nochixtlán, con saldo de más de 10 muertos, como el regaño del primer ministro de Canadá al señor Peña para que, lejos de golpear a descontentos, buscara el diálogo para solucionar conflictos creados por la mediocridad y la indolencia de sus cerebros pensantes, el brazo radical de los hombres del poder se replegó a regañadientes a la negociación y comenzó a cederle a cuentagotas a los maestros disidentes parte de sus demandas: libertad de sus presos, reinstalación de despedidos por incumplir con los exámenes, pago de salarios retenidos a comisionados sindicalistas y devolución de las cuentas bancarias en Oaxaca, como borrón y cuenta nueva y nada hubiera pasado. Empero los miembros de la CNTE siguen moviéndole al gobierno el tapete de la gobernabilidad con sus bloqueos y quieren, para conciliar, la derogación de la reforma educativa, un mamotreto atentatorio de los derechos laborales del magisterio con intenciones de privatizar la educación, más que educativo, elaborado por la alta burocracia y sus intereses a espaldas de los docentes y de los especialistas en el ramo.
Por el momento los neoliberales de ultraderecha en el gobierno, aquellos antiguos priístas orgullosos revolucionarios antes de su radical metamorfosis con el arribo al gobierno de las tecnocracias monetaristas habilitadas en la política, han guardado el garrote con que por costumbre dirimen, como en Tlatelolco, en el Jueves de Corpus, en Atenco, en Noxchitlán, etcétera, las protestas sociales y el etiquetado malhumor de la sociedad contra los empoderados y sus continuos dislates.
Y el de la desbordante y lujuriosa corrupción entre la desprestigiada clase política ha sido otro de los controvertidos temas que ha venido a abonarse al río revuelto del país
En cuanto asumió la presidencia del nuevo PRI, el señor Ocho Reza, desprovisto de argumentos, tomó como suya la lucha anticorrupción y, para abrirse cancha entre una selva minada que desconoce, como en su partido en escisión en víspera de la sucesión presidencial, echó mano de las primeras mañas del priísmo como la socorrida amnesia, la mentira, la simulación y el elogio lambiscón de la “obra de Peña” como si alguien fuera a creerle, para intentar cerrarle el paso a las reacciones diversas contra atentados del gobierno a la economía familia. Olvidó su promesa de bajar los precios de los combustibles y la energía eléctrica y culpó a los legisladores de los inconcebibles aumentos, por haberlos autorizado en el presupuesto de este año; cambió en sus viajes los vuelos en jet privado por el avión comercial para popularizar con esas poses su desconocida silueta y, con todo oportunismo, mandó a sus senadores a interponer recursos de inconstitucionalidad contra la impunidad que promovían en su provecho los corruptos gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, los priístas Duarte de Ochoa, Borge y Duarte también, cuando una decisión de verdad que reflejara honestidad y voluntad de combatir la corrupción de sus militantes hubiera sido destronarlos de sus feudos y denunciarlos ante la Procuraduría General de la República e iniciarles procesos penales. ¿Ignorará que en las alturas del poder también hay corruptos, porque a nadie hasta hoy acusa?
Ante la debacle del clan en el poder, como revelan las encuestas de popularidad y el rechazo al señor Peña, al gobierno sólo le resta terminar en paz el sexenio, serenarse, negociar con certeza y equidad, retirar el esperpento de la reforma educativa, apagar los peligrosos fuegos, rectificar su rosario de errores, aprender o educarse con quienes sí saben gobernar y, por último, esperar el juicio definitivo de la historia, acaso con el cambio de estafeta, o aventarse con el garrote en mano al estilo de Díaz Ordaz y Echeverría contra la irritación de Fuenteovejuna…
armandosepulvedai@yahoo.com.mx

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