Por Benito Solís
El peso mexicano se ha vuelto a debilitar en los últimos meses, situación que se ha agravado en las pasadas semanas, ya que el mismo se ha devaluado 20.8 por ciento en los últimos doce meses. Aunque esto no es privativo de México, ya que divisas de otros países han caído incluso más con respecto al dólar en los mismos meses como son el rublo ruso (-62 por ciento), el real brasileño (-43 por ciento) e incluso el euro europeo (-22 por ciento), la comparación no tranquiliza al consumidor nacional, ya que ve que el precio de productos que adquiere de manera regular empiezan a subir por arriba de la inflación promedio y que la cotización del dólar sigue aumentando.
Este entorno recuerda la crisis que hubo en 2009, cuando la paridad pasó de estar por debajo de diez pesos hasta superar 15 pesos en unos cuantos meses (aunque posteriormente volvió a fortalecerse). Ahora el dólar interbancario ha pasado de 12.90 pesos hace un año, a estar por arriba de 16.28 pesos en los últimos días.
Hay que recordar que el tipo de cambio es el resultado de movimientos de oferta y demanda de las divisas, como sucede con cualquier otra mercancía. En la medida en que fluyan dólares hacia nuestro mercado y haya “abundancia” de los mismos se reduce su precio, es decir se fortalece el peso. Mientras que sucede lo contrario cuando entran menos dólares o cuando aumenta la cantidad de pesos que desean comprar divisas externas, ya que el dólar empieza a “escasear” y sube su precio, como sucede con los limones o con cualquier otro producto.
Es por esta última razón que un aumento excesivo del crédito interno, de emisión de pesos o elevado déficit fiscal, debilitan la cotización del peso al elevarse la demanda de dólares.
En la actualidad, a diferencia de situaciones anteriores, la principal explicación del comportamiento del peso es más por razones externas que internas, resultante de la política de fuerte emisión de dólares del Banco Central de Estados Unidos a partir de la crisis global bancaria de 2009. En ese entonces la Fed decidió emitir una extraordinaria cantidad de dólares para evitar la quiebra de su sistema bancario y salir de su recesión, lo que se tradujo en un aumento del flujo de divisas hacia nuestro país, lo que fortaleció el peso mexicano, así como a muchas otras divisas en el mundo. Hoy el Banco Central de Estados Unidos ya detuvo esta emisión de circulante y la empieza a revertir, lo que se reforzará en los siguientes meses en la medida en que eleve sus tasas de interés. A esto habría que agregar la drástica caída en los ingresos petroleros de nuestro país, todo lo cual reduce aún más los dólares disponibles.
Como efecto de lo anterior, la cotización del peso con respecto al dólar seguirá con fuerte volatilidad en los siguientes meses y es poco probable que regrese al nivel que tenía al inicio del año en el corto plazo. Como aspecto positivo de este entorno está que como la mayoría de las demás divisas también se han ajustado frente al dólar, el peso se ha devaluado mucho menos o incluso se ha apreciado con respecto a ellas, como pasa con su relación con el euro, con el yen y con la mayoría de las monedas latinoamericanas. Esto significa que sus mercancías no han subido en términos de pesos, por lo que las importaciones de Asia y Europa se incrementarán en los siguientes meses.
Para evitar que se siga devaluando nuestra moneda se podrían tomar medidas que fortalezcan nuestras exportaciones y que reduzcan nuestras importaciones, así como que aumenten la liquidez de divisas, que eleven la producción interna y que reduzcan el déficit del gobierno.
En cada una de estas opciones se pueden tomar medidas concretas para fortalecer a nuestro peso, pero por falta de espacio no podré comentar en esta ocasión.
El autor es economista.
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