Por PABLO HIRIART
Para el sábado de la próxima semana se espera una tumultuaria reunión de los priistas con Enrique Peña Nieto y puede ser una ocasión propicia para que reflexionen, pues de lo contrario van a perder las elecciones presidenciales.
El país ha mejorado en algunos indicadores importantes como baja inflación, crecimiento del empleo y menos secuestros, pero de ahí a pensar que la gente está feliz con el gobierno, es triunfalismo hueco.
Con la fuga del Chapo Guzmán se les rompió el aura de “eficaces”, pues se dijo y se creyó que eso solamente le podía pasar al PAN, o mejor dicho a Fox.
El estado de ánimo de la población no ha mejorado, por la lejanía con que la gente ve a una buena parte del gobierno. Gabinete y gobernadores.
El gabinete presidencial está borrado en su mayoría, además de que sus pleitos internos se ven desde un avión.
Algunos miembros del equipo gobernante le crean problemas al presidente, en lugar de resolvérselos.
¿Dónde está la alianza del gobierno con los campesinos?
La Secretaría de Educación se hace chiquita ante el grosero proceder del magisterio radicalizado, que ofende a la nación.
Todas las licitaciones de obra pública nacen bajo sospecha, con grabaciones y nombres de compañías de dudosas relaciones.
La sospecha va a tirar el proyecto del acueducto Monterrey VI. Ya tiró el tren México-Querétaro y hará que lo bueno parezca malo en las licitaciones del aeropuerto de la ciudad de México.
La PGR filtra pero no actúa, lo que arroja un regusto a politiquería o encubrimiento.
¿Alguien sabe cómo se llama el procurador federal del consumidor?
No hay “pararrayos” que den la cara y salgan bien librados. Todo le cae al presidente y al PRI.
Hay gobernadores que no se pueden parar ni en la plaza de su pueblo, si no es con una caravana de Suburban blindadas y escoltas al por mayor.
Las elecciones de junio le dieron al PRI apenas 29 por ciento de los votos, y la oposición no barrió porque se presentó pulverizada.
En el DF cantan victoria porque ganaron tres delegaciones, pero eso fue porque se dividió la izquierda. Aquí el PRI perdió 400 mil votos. Eso es lo que cuenta para una elección presidencial.
La elección de 2018 va a ser diferente a la federal de junio. Vendrán las alianzas y bloques antigobierno a partir del 1 de septiembre de este año.
Si los priistas creen que van por buen camino, van a perder el poder, y de la peor manera: sin dar la batalla.
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