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jueves, 14 de mayo de 2015

Nada pasa… hasta que pasa

Se le atribuye a Cantinflas la frase: “En México no pasa nada… hasta que pasa”. Y es, precisamente, a la generación en que las cosas comenzaron a pasarle a la que pertenezco. Inicié mi vida económica a 12.50 pesos por dólar y ya voy en cerca de 16 mil pesos por dólar. La pregunta compartida con mis contemporáneos es: ¿qué tal la hubiéramos hecho en una economía sin tanto sobresalto, sin tener que ir haciendo camino al andar?

Por José Rubinstein

La devaluación tabú de 1976 rompió la paridad fija mantenida por 22 años de 12.50 pesos por dólar, en el epílogo de los tiempos de Luis Echeverría, el Presidente que manejaba las finanzas desde Los Pinos. Se confirmaban los dizque infundados rumores, contrarios al discurso oficial, que elogiaban la fortaleza del peso, incluso Echeverría había advertido a los sacadólares que tuvieran cuidado, no vaya a ser que se les devaluara el dólar. En mi caso, ése fue el momento —económicamente hablando— de la pérdida de la inocencia; aprendí que no siempre hay que creerle a los políticos. Seré más explícito si transcribo parte del mensaje del presidente Echeverría en su quinto Informe de Gobierno, en 1975: “Si se examina el comportamiento de nuestro PIB, se advierte que éste aumentó en alrededor del 6% en 1974, lo que corresponde aproximadamente a nuestra tasa histórica de las últimas dos décadas. En 1975 nuestra economía sigue creciendo… Me es muy grato informar a ustedes que el proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación para 1976 tendrá un principio de programación por objetivos, con lo cual habremos dado un importante paso en materia presupuestal… Insisto, la estructura económica se ha fortalecido con perseverancia constructiva y dirección definida… El éxito alcanzado en materia petrolera, eléctrica y siderúrgica, entre otras, es un buen ejemplo de lo que podemos lograr si hacemos sin titubeos lo que es debido… Mantener la plena convertibilidad con el presente tipo de cambio de 12.50 por dólar sigue siendo pieza vital del manejo de nuestra política económica”.
A partir de la devaluación del peso de 1976 entramos en un círculo perverso: Mayor deuda externa e interna, inflación galopante y nuevas devaluaciones. Venta de empresas descentralizadas y remate de la banca nacional a banqueros extranjeros. Varias décadas nos costó domar al salvaje potro sobre el cual cabalgamos. El trauma permanece.
Nuevamente escuchamos términos económicos que presagian tormenta: Déficit presupuestal, endeudamiento, línea de crédito con el FMI, contracción, austeridad, petróleo a la baja, importación de gasolinas al alza, fortaleza del peso, DEVALUACIÓN.
En los primeros 27 meses de la actual administración, la deuda total del gobierno se elevó 38%, alcanzando la friolera de 7 billones 145 mil millones de pesos, cifra que no incluye los onerosos pasivos contingentes como Fobaproa– IPAB, rescate de carreteras y deudas de los estados. El monto de la deuda pública se incrementó casi 12 veces más que el crecimiento anual promedio de 1.75% del PIB. En el primer bimestre del presente año, los ingresos petroleros del gobierno federal cayeron más del 46%, causando un déficit de las finanzas públicas de 150 mil 700 millones de pesos en relación al mismo bimestre del año anterior. En este mismo primer trimestre de 2015, el gasto programable del sector público aumentó 5.3% en términos reales. Del 1 de diciembre de 2012 a la fecha, el peso se ha devaluado 19% con respecto al dólar.
La encuesta Perspectiva de Alta Dirección en México, elaborada por KPMG, refleja una drástica caída del 49 al 11% en los últimos dos años, con respecto a la actuación económica del gobierno del presidente Peña Nieto. La SHCP propuso para 2016 un ajuste preventivo al gasto adicional de 135 mil millones de pesos, que permitirá mantener el compromiso con la trayectoria de déficit decreciente.
Para 2016 se considera el barril de petróleo de exportación a 55 dólares —ojalá—, 24 dólares menos que en 2015, sin posibilidad de adquirir coberturas petroleras. El ajuste descansará en la reducción del gasto programable. Escucho palabras que me remontan cuatro décadas atrás: “La SHCP reitera su compromiso con el manejo responsable de las finanzas públicas y la estabilidad macroeconómica como condición indispensable para lograr un crecimiento económico sostenido a favor del bienestar de todos los mexicanos”.
No tropecemos con la misma piedra, procuremos menos deuda y gasto estricto. Lo malo que le tenía que pasar a México… ya pasó.

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