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miércoles, 27 de mayo de 2015

Confirmado que la economía crece, pero cada vez menos

POR BENITO SOLÍS
Durante las semanas pasadas habían aparecido varias estadísticas preocupantes indicando que la economía nacional y la de nuestro principal comprador externo estaban reduciendo sus ritmos de crecimiento. La primera fue la del estancamiento del IGAE de febrero, que mostró una inesperada tasa de 0.0 por ciento con respecto al mes inmediato anterior. Aunque se pensó que podía ser una anomalía estadística, que no forzosamente marcaba una tendencia, sí preocupó a algunos de los participantes en los mercados financieros.

Después se conoció el dato preliminar del crecimiento del PIB de Estados Unidos durante el primer trimestre del año, el cual fue de 0.2 por ciento, menor a lo esperado y que dificulta lograr el pronóstico de un crecimiento superior a 2.5 por ciento para todo el año. Son varias las explicaciones que se tienen sobre esta desaceleración, como la de un invierno más fuerte de lo normal, la apreciación en su tipo de cambio que abarata sus importaciones, castigando así a los productores nacionales y otras más. Independiente de su causa está el hecho que reduce los beneficios esperados sobre nuestra economía.

Posteriormente se supo de la caída de la inversión en México en febrero, la cual fue negativa en 3.8 por ciento con respecto al mes anterior. El dato de producción industrial en marzo de -0.02 por ciento confirmó los temores de un estancamiento de la economía nacional, que aunque se esperaba débil por la caída en la extracción de petróleo, preocupó que el sector manufacturero tuviera una tasa negativa (1.0 por ciento) a pesar de la fuerte expansión de la industria automotriz, de aviación y electrónica.

En base a lo anterior se esperaba que las distintas instituciones financieras públicas y privadas redujeran sus pronósticos de crecimiento para todo el año en los siguientes días. La primera que lo hizo fue el Banco de México, que presentó su informe trimestral mediante el cual anuncia que baja el rango de su pronóstico de crecimiento económico para 2015 en medio punto porcentual, para quedar entre 2.0 y 3.0 por ciento. Por su parte, lo sitúa entre 2.5 y 3.5 por ciento para el año de 2016.

También la semana pasada el Inegi reportó que la economía mexicana sólo creció en 0.4 por ciento durante el primer trimestre del año con respecto al trimestre inmediato anterior, lo cual equivale a un incremento anual de 1.6 por ciento, que vuelve a ser inferior al crecimiento de la población y de la población económicamente activa. Si se compara el primer trimestre de este año con respecto al mismo periodo de 2014 el incremento es de 2.5 por ciento y es mayor porque incluye los aumentos de los tres trimestres anteriores. Posteriormente la SHCP anuncia que modifica a la baja el rango del crecimiento económico para el presente año, para situarlo entre 2.2 y 3.2 por ciento.

Especialmente preocupante es el dato del IGAE de marzo, el cual fue de -0.6 por ciento con respecto al mes inmediato anterior, lo cual indica que la economía nacional podría estar entrando en la parte decreciente del ciclo económico, por lo cual la pérdida de dinamismo podría agravarse en los siguientes meses. Esto puede ser mayor debido a que en la actualidad hay un incremento en la liquidez de la economía, que es normal por las campañas electorales, pero por lo mismo es transitoria.

Para enfrentar esta desaceleración es muy conveniente fortalecer a las empresas en este momento, sobre todo a las pequeñas y medianas, para que puedan proseguir con la creación de empleos y poder estar preparadas para un entorno internacional de mayores tasas de interés, que parece inevitable. Este incremento equivaldrá a mayores costos para las empresas, a un mayor gasto público sin beneficio para la ciudadanía y a un menor poder de compra de los consumidores.


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