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miércoles, 15 de abril de 2015

Las candidaturas independientes: ¿una verdadera opción ciudadana?

Por Leopoldo Gómez

Las leyes electorales en México dificultan la formación de partidos y el surgimiento de liderazgos al margen de los ya establecidos. La figura de las candidaturas independientes abrió un pequeño espacio para la incorporación de nuevas caras y propuestas en la política. Las elecciones de este año probarán si este esquema alienta realmente el surgimiento de opciones electorales diferentes. El INE acaba de aprobar el listado definitivo de candidatos a diputados federales. Los datos sobre los candidatos independientes que finalmente obtuvieron su registro no son alentadores: son unos cuantos, la mayoría con antecedentes partidistas, pocos jóvenes y menos mujeres.

El total de candidatos a diputados federales fue de 4 mil 496, la mitad de los cuales son mujeres. De esos, solo 22 son candidatos independientes. En el caso de las elecciones para gobernador únicamente tres ciudadanos lograron registrarse como candidatos independientes. El total de candidatos a gobernador es de 62. ¿Qué perfil tienen los (poquísimos) candidatos independientes? De los 22 que competirán por una diputación federal, 13 tienen antecedentes partidistas. Dos de los tres candidatos independientes a gobernador también los tienen y el tercero es un líder campesino. La edad promedio de los candidatos independiente es de 45 años y solo cuatro son menores de 33.

Veinte son hombres y dos mujeres. Los tres candidatos a gobernador son mayores de 50 años y no hay ni una mujer.

Esto, a pesar de que en México la edad media es de tan solo 29 años y más de la mitad de la población son mujeres.

¿Qué nos dicen estos datos? Que los partidos aceptaron las candidaturas independientes pero establecieron requisitos que, en los hechos, tienden a mantener la partidocracia. El número de firmas requeridas y su amplia distribución geográfica impiden a quienes no tienen vínculos con estructuras

Como lo llama Byun-Chul Han, para quien la indignación digital “no es capaz de acción ni de narración”. Aún más, las redes sociales pueden inhibir la movilización social. Al constituir un espacio alternativo para la expresión del descontento, las redes acaban ocupando el lugar de la plaza pública. Tal vez esta es otra razón por la que las protestas callejeras no llegaron a los cientos de miles ni se sostuvieron más allá de diciembre.

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