Xoloxóchitl Bustamante; burros pero no pendejos
Iguala: derrota anticipada de Ríos Piter en Gro.
El emblemático dos de octubre celebrado este año, estuvo aderezado por dos hechos que tienen que ver con delicados temas estudiantiles y que de no ser resueltos con tiento pueden desatar a los demonios ocultos de la latente inconformidad social.
El primero, es el atentado al plan de estudios del Instituto Politécnico Nacional (IPN), a manos de su directora, la despótica y totalitaria Yoloxóchitl Bustamante, que busca rebajar a los futuros ingenieros al rango de técnicos especialistas; y el segundo, tiene que ver con la muerte de tres normalistas y la desaparición de otros 43, en Iguala, Guerrero, que ha puesto contra las cuerdas al gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero, a cuyo gobierno el propio presidente Enrique Peña Nieto ha criticado su “debilidad institucional”.
De ninguna manera ambos son asuntos menores porque el “albazo” que la neopanista directora del IPN intentó dar a la comunidad politécnica, terminó por destapar la intención privatizadora de la educación pública en el nivel superior, al imponerse la reducción de materias básicas para el nivel de ingeniería en algunas escuelas como la ESIA e intentar modificaciones sustanciales al Reglamento Interno de la institución con el fin de acotar la organización de los estudiantes. En pocas palabras, se busca abaratar la mano de obra de los futuros ingenieros para poner de rodillas ante la clase empresarial del país como de las multinacionales que ya se aprestan a tomar el país por asalto luego de la Reforma Energética.
Ayer, como no sucedía en muchos años, los alumnos de todos los niveles del Poli, se unieron a la marcha del 2 de octubre y constataron las simpatías y apoyos que está despertando su movimiento no sólo entre la comunidad estudiantil universitaria sino en la población en general, cansada de los abusos y atropellos cometidos desde el poder por los políticos de todos los partidos.
Cual naufrago asida a una tablita en medio del océano, la titular del Poli –de la que muchos no se explican aún cómo es que habiendo sido fiel servidora del dipsómano Felipe Calderón, la mantuvieron en el cargo a la llegada del PRI al poder--, se niega a caer ante la fuerza de un movimiento que de no encontrar hoy viernes una respuesta satisfactoria a sus demandas en la Secretaría de Gobernación, puede crecer con una inusitada fuerza.
Por supuesto que quién debería atender esta problemática es el titular del sector educativo; es decir, Emilio Chauyffet que por lo visto es quien porfía en mantener en el cargo a ya debilitada directora del IPN; el asunto es que si el titular de la SEP intenta manejar el espinoso acaso del Poli con la misma dinámica que la privatizadora Reforma Educativa, las cosas pueden terminar muy mal no sólo para él sino para la política interna del país, pues no son niños de preescolar ni adolescentes de secundaria a los que se intenta engañar sino a estudiantes que ya razonan las consecuencias de lo que se les pretende imponer.
Si rueda la cabeza de Xoloxóchitl eso es asunto menor, el problema es que los politécnicos no aceptarán negociar la rebaja de calidad profesional que en el fondo se pretende aplicarles, pues como dicen con sobrada razón en sus pancartas mostradas ayer en la marcha del 2 de octubre: “SOMOS BURROS…¡NO PENDEJOS¡”.
El caso apunta a tener un desenlace fatídico para los “levantados”, si se comprueba la relación de parentesco y complicidad que el ahora alcalde prófugo de Iguala, el perredista José Luis Abarca Velázquez, tiene con sus cuñados: Alberto y Salomón Pineda Villa; el primero, operador del recién capturado Héctor Beltrán Leyva, y el segundo, controlador de una célula en la región de Iguala y a quien se le atribuye la mutación al grupo de los llamados Guerreros Unidos, a cuyos miembros se les ubica como los muertos en el asunto del enfrentamiento con el ejército en Tlatlaya y que tiene en el ojo de la tormenta a varios elementos ejército mexicano, acusado de utilizar métodos extremos contra los sicarios del grupo delincuencial.
La primera dama de Iguala, María de los Ángeles Pineda Villa, se dice, fue la que prácticamente compró a su esposo, vía sus poderosos hermanos, la candidatura de Abarca; peor todavía, se maneja que el ataque a los normalistas, en el que participaron elementos de la policía municipal, aliados a los sicarios, se debió a la probable irrupción de los inconformes al “informes de labores” que el día de los hechos estaba por rendir María de los Ángeles. O sea, que no se quería que la narco cónyuge del narco alcalde, fuera molestada en lo más mínimos, lo que explicaría el por qué el autobús del equipo de fútbol de los avispones, fuera confundido con otro en el que supuestamente arribarían más estudiantes normalistas.
El asunto a tratar es por qué se utilizó tal grado de saña y violencia e incluso, se llegó a la barbarie de secuestrar a 43 estudiantes, o mejor dicho, de levantarlos. Dicen que el gobernador no ha pelado el ojo desde que sucedieron los hechos pues el caso puso al descubierto el grado de complicidades fraguadas en su gobierno con capos de la droga y miembros de su partido como el alcalde de Iguala. Como gato boca arriba, el ex priísta buscó achacarle al gobierno federal la falta de apoyo de las fuerzas federales para someter al crimen organizado en el Estado. El asunto es que al pinochesco mandatario estatal nadie le cree pues si nunca puso el grito al cielo o el dedo en la llaga cuando tuvo oportunidad de solicitar y denunciar, como ahora lo hace a toro pasado, que diversos gobiernos municipales estaban, y están infiltrados por el crimen organizado. No por algo también se dio a la fuga junto con el alcalde, el secretario de Seguridad de ese municipio, Felipe Flores Velázquez, contra los cuales ya se giró orden de localización y presentación en su contra.
La localización de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos, se ha convertido en asunto de prioridad estatal para el tránsfuga del PRI, Aguirre Rivero, contagiando su insomnio al que ya se sentía seguro candidato y más seguro ganador de la sucesión guerrerense, el senador Armando Ríos Piter, quien ahora, con el escenario con olor a tragedia que se ha confeccionado en Iguala, tendrá todas en su contra, con un partido sumido no únicamente en el caos sino en el desprestigio de la narcopolítica.
Por donde se le vea, la situación es altamente volátil para el PRD pues si como se espera, los agredidos e iracundos líderes del nuevo cártel, herencia de los Beltrán Leyva, se sienten acorralados, no dudarán en exterminar a los 43 inocentes estudiantes, quizá como la forma de enviar un mensaje a las fuerzas federales por la muerte de sus sicarios en Tlatlaya.
Y en el caso de que los liberen, los normalistas tendrán mucho que contar a las autoridades pues nunca antes se había dado en el cruento escenario de los ataques de grupos delincuenciales, tal agresión hacia civiles inocentes, sólo concesible en un ambiente de total impunidad como el que se ha encargado de proporcionarles el gobernador Ángel Aguirre Rivero.
El edil Abarca no tiene para dónde hacerse pues donde lo atrapen, pasará muchos años a resguardo por la comisión de tan artero crimen. De una cosa no hay duda, la “debilidad institucional”, por no llamarla complicidad, de Aguirre Rivero, hará necesaria la presencia de las fuerzas federales en un estado donde la justicia y el estado de derecho sencillamente fueron desterrados desde hace mucho tiempo.
El directamente afectado, Ríos Piter, ya puedo ir haciendo un balance y control de daños, si es que aún sueña con ser gobernador. De ése tamaño los destrozos que ya causó a su candidatura, el ex priísta, Ángel Heladio.
Nuestro correo electrónico: garrasleo6@yahoo.com.mx
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