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viernes, 26 de julio de 2024

La imaginación es más importante que el conocimiento

 


El autor de las teorías de la relatividad especial y de la relatividad general, lejos de ofrecer una frase de autoayuda sobre un extraño poder de la mente individual, intentó decirnos algo no sobre el universo o sobre la ciencia, sino precisamente sobre imaginar.

¿Qué crees que es más importante para tu propia vida: la imaginación o el conocimiento? La primera era, sin duda, más importante para aquel revolucionario de la física e icono popular que fue Albert Einstein. La imaginación es más importante que el conocimiento.

¿Palabras como estas son una exhibición de la autoconfianza de un genio? Esta frase se ha vuelto extremadamente famosa como mantra inspiracional, del mismo modo que muchas supuestas citas volitivas se han atribuido falsamente a otros grandes pensadores. Y, sin embargo, es genuina esta selección de palabras del físico judío alemán, nacionalizado estadunidense, selección que parece más propia de Paulo Coelho o Rhonda Byrne.

Y es que Einstein parecería decirnos que el universo puede conspirar a nuestro favor siempre que la imaginación puede “revelárnoslo” o, incluso, “crearlo” para nosotros, por encima “conocerlo” desde su propia independencia. ¿Favorecía, entonces, simplemente inventar? Esta conclusión malinterpreta la “manera” de imaginar de Einstein. 

Este nombre es el de un cambio de ojos o el de un cambio de imagen. No vemos otro universo, sino que se dio un cambio de medios, un cambio en la ciencia teórica a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, distinta de las concepciones de Isaac Newton de la gravedad o de James Clerk Maxwell del electromagnetismo. Si bien no hay resultados inevitables, para Einstein toda intuición científica era otra manera de medir difícil de poner en palabras. La versión completa de su conocida frase hace parte de su libro de 1931 Religión cósmica con opiniones y aforismos. Esto escribió a propósito del eclipse de 1919 que demostró la teoría de la relatividad:

La imaginación es más importante que el conocimiento, pues el conocimiento es limitado, mientras que la imaginación abarca el mundo entero, estimula el progreso, da origen a la evolución. Es, en rigor, un factor real de la investigación científica.

El denominado “año milagroso” de Einstein, 1905, es el de una acelerada producción de artículos profundos con lo que redefinió los conceptos de espacio y tiempo e introdujo la idea de una velocidad constante de la luz en el vacío. Una resolución de aquello aparentemente incompatible entre la mecánica newtoniana y el electromagnetismo.

Primero con la teoría de la relatividad especial, se atrevió a sostener que el tiempo no es absoluto, sino dependiente del movimiento relativo de los observadores. Luego con la teoría general de la relatividad de una década más tarde, 1915, apoyado por la matemática de Hermann Minkowski, nos hizo imaginar al espacio y al tiempo como una misma trama, el famoso “espacio-tiempo”, que se “curva” en respuesta no solo a la masa, sino a la energía. La gravedad es consecuencia de esta curvatura y una fuerza distinta a cualquier otra.

Einstein no solo dio explicación a diversos efectos que no pudo abarcar la física newtoniana. También predijo otros, por ejemplo, de las ondas, de la lente o de la dilatación del tiempo gravitacionales. ¿Por qué fue el poder de la imaginación el medio para reconocer la verdad antes que cualquier experimento confirmatorio? Esto dijo al escritor estadounidense George Viereck en una entrevista de 1929 para el Saturday Evening Post:

Creo en las intuiciones y en las inspiraciones. A veces siento que tengo razón, pero no sé si la tengo. Cuando dos expediciones de científicos, financiadas por la Royal Academy, partieron para comprobar mi teoría de la relatividad, estaba convencido de que sus conclusiones coincidirían con mi hipótesis. No me sorprendió que el eclipse del 29 de mayo de 1919 confirmara mis intuiciones. Me habría sorprendido equivocarme.

Intuición o poder de la imaginación eran para Einstein lo que se denomina en su país de origen “gedankenexperiment”, un experimento mental que permite la simulación de consecuencias. Pero hay algo más, algo más profundo. Esta fue la respuesta de Einstein a Viereck sobre la importancia “superior” de la imaginación sobre el conocimiento:

Soy lo bastante artista para poder recurrir libremente a mi imaginación. Esta es más importante que el conocimiento limitado. La imaginación envuelve al mundo.

O como escribió ensayista británico y escritor de ciencia ficción James Graham Ballard:

Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, para liberar la verdad que hay en nosotros, para contener la noche, para trascender la muerte, para encantar las autopistas, para congraciarnos con los pájaros, para conseguir confidencias de los locos.

Es posible negar o afirmar erróneamente hechos del mundo, paradójicamente, tanto al imaginar, como al no imaginar. Parafraseando ejemplos del filósofo Karl Jasper, podemos imaginar que en viven nomos en nuestro jardín o podemos ser incapaces de imaginar cómo la Tierra gira alrededor del Sol. La imaginación permite el error y la verdad.

Puedo “imaginar” que para Einstein había algo más en esto que una exagerada autoconfianza o que una etapa previa al conocimiento. Probablemente algo mucho más profundo, imagino que ese misterio sobre el dónde o el cómo experiencia e imaginación coinciden. Imaginar es tratar de hacernos una idea de lo indispensable. Una correcta imagen del universo donde quede el universo aun si desaparece su imagen. Esto sería imposible si la imaginación fuese solo algo “privado”. Uno ya está “conociendo” antes, al y para “imaginar”.

 

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