En la actualidad, es un reto de conservar esta herencia musical en las calles de la CDMX. Sin embargo, existe un santuario en Tepito donde se reparan estos instrumentos misionales
En el barrio de Tepito en la Ciudad de México
(CDMX), resuena la inconfundible melodía de los organillos, cuya tradición
sobrevive gracias a Marcela Silvia Hernández Cortés, una artesana dedicada
a la reparación y alquiler de estos históricos instrumentos musicales. Con más
de 37 años en el oficio, Hernández Cortés se distingue por ser la única mujer
en esta labor. Su conocimiento mantiene viva una tradición que data de más de
un siglo.
Sus organillos, algunos de los cuales han cruzado el
umbral de los 100 años, son testimonio de una era pasada y de la cultura
musical del país. Este meticuloso trabajo de restauración también requiere la
fabricar piezas faltantes y el ajuste de sus componentes internos. La mujer
emplea una diversidad de herramientas para restaurar estos pesados instrumentos
que pueden llegar a pesar entre 55 a 60 kilogramos. A pesar de que el
último fabricante de organillos cerró sus puertas hace más de 35 años,
Hernández Cortés persiste en su misión de no dejar morir esta profesión, de
acuerdo con una entrevista de la artesana con TeleDiario.
Los organillos, una tradición musical que sobrevive con
pocos instrumentos
La historia de estos organillos se remonta a antes de la era
del expresidente, Porfirio Díaz, cuando fueron traídos a México por Gilberto
Lázaro Gaona, músico y suegro de Hernández Cortés. Estos
instrumentos, provenientes de Alemania, fueron adaptados para reproducir
música tradicional mexicana, y se convirtieron en un símbolo emblemático de la
ciudad. A lo largo de los años, y pese a la adversidad, incluyendo la muerte de
su esposo, la artesana ha perfeccionado su habilidad en la reparación
y mantenimiento de estos organillos. El camino fue difícil, pues tanto su
pareja como su su padre evitaron enseñarle. Aprendió el oficio de forma
empírica por necesidad y dedicación.
Actualmente, la colección de Hernández Cortés se
ha reducido a 16 organillos, cada uno con su propia historia y origen,
incluyendo piezas alemanas, inglesas, guatemaltecas y chilenas. La llegada de
bocinas e instrumentos más modernos han desplazado el uso de estos vestigios de
la historia musical en México. Aunque el futuro de esta tradición aún es
incierto, la artesana espera que las generaciones venideras, incluyendo a una
de sus nietas, continúen con el legado. De esta forma, podría mantenerse viva
la música que ha sido parte integrante del tejido cultural del barrio de
Tepito y de la Ciudad de México en su conjunto.
No hay comentarios :
Publicar un comentario