Ya no importa si López Obrador cumplió o no con el asunto de las gasolinas baratas, a decir de las encuestas que le favorecen con una sólida aprobación.
Muchos votos los consiguió con lógica. Los gobiernos
priistas y panistas se concentraron en cuidar a Hacienda y se olvidaron de
hacer lo mismo con la gente, con los votos.
Entonces, ahí, en denunciar los ‘gasolinazos’, el entonces
candidato Andrés Manuel López Obrador vio una oportunidad.
Prometió un alivio a los automovilistas en caso de ganar la
presidencia. Ya no importa si cumplió o incumplió en ese rubro como presidente,
a decir de las encuestas que le favorecen con una sólida aprobación.
La cosa es que se asoma 2024, una fecha límite que él impuso
para dejar de depender de gasolina extranjera, una fecha que debería significar
que los mexicanos pagarán gasolina barata.
Y justo en estos días regresa la guerra en una región que
suele pesar en los precios de la materia prima de la gasolina, el petróleo:
Medio Oriente. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, advierte que la
respuesta a los ataques terroristas perpetrados por Hamás dejará huella “por
generaciones” en los habitantes de Palestina y pidió al mundo prepararse para
una guerra larga.
En un solo día los principales indicadores del mercado
petrolero: el WTI y el Brent brincaron 5 por ciento.
Esos precios tienen una repercusión casi inmediata en los de
la gasolina que compra México al extranjero y que supera la producción
nacional.
¿Por qué debe ocupar eso a los habitantes de un país con su
propia producción petrolera, como México?
Vean los datos que el equipo de AMLO reporta al presidente
desde Pemex:
La empresa produce menos petróleo que cuando comenzó este
sexenio.
En el 2019 extrajo 1.66 millones de barriles diarios y este
año el promedio contado hasta febrero es de 1.57 millones de barriles.
La producción de gasolina sí aumentó de 203 mil barriles
diarios, a 267 mil barriles diarios.
Este gobierno batalló con el abandono de la administración
de Enrique Peña Nieto a las inversiones en Pemex, pero ahora habrá que ver si
los cálculos de recuperación de producción no están fuera de orden.
Hasta julio, el esfuerzo del equipo de la petrolera nacional
no había reducido la dependencia de ese combustible proveniente de Estados
Unidos.
La Administración de Información Energética de la nación
vecina al norte (EIA, por sus siglas en inglés) informa que México aún
importaba hasta julio 458 mil millones de barriles diarios, lo que representa
una baja respecto al récord del año pasado, pero es un número que sigue siendo
superior a los 452 mil barriles diarios de los primeros siete meses de 2019.
A toda máquina
El 1 de septiembre el presidente López Obrador avisó que la
Refinería de Dos Bocas inició su producción de combustibles. La expectativa
gubernamental es que pueda entregar unos 300 mil barriles diarios.
Considerando lo que importa México, eso dejaría un déficit
de unos 152 mil barriles diarios que no solo compra Pemex, sino también el
resto de las compañías que ahora ofrecen el combustible.
En diciembre, dijo AMLO durante su Quinto Informe,
terminarán la planta coquizadora de Tula, Hidalgo, y en julio de 2024, la de
Salina Cruz, Oaxaca. Eso debe elevar también la producción de la petrolera
mexicana.
¿Cuál va a ser la narrativa que siga el presidente en lo que
resta de su mandato?
Estamos a meses de saber si el presidente consiguió no solo
el cumplimiento de una promesa de campaña, sino de un sueño que tuvo cuando
joven habitante de una región en la que la única prosperidad la entregaba Pemex.
Esa empresa ya no está en sus mejores días, que difícilmente regresarán.
¿Pero será capaz AMLO de devolver a México la gasolina más
barata de Norteamérica? En medio de un ambiente de guerra en Medio Oriente,
depende de la eficiencia de su equipo.
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