Desde hace meses el presidente López Obrador ha impulsado cambios en las reglas electorales para tratar de darle ventaja a su partido y sus coaliciones.
Quienes piensan que los resultados electorales de
2024 están ya prácticamente definidos y serán favorables a
Morena pierden de vista la perspectiva histórica.
Hay muchos dirigentes partidistas y militantes o aun
simpatizantes que ya hasta hacen planes pensando en que ganarán 2024.
Se trata de un espejismo de los dirigentes morenistas.
La realidad es mucho más compleja e incierta.
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Los procesos electorales traen consigo cambios fuertes en
las preferencias de los ciudadanos.
Quien sí tiene presente este hecho es el presidente
López Obrador.
En términos electorales, él no cae en espejismos. No
es lo mismo en otros ámbitos.
Y por esa razón, desde hace ya muchos meses ha impulsado
cambios en las reglas electorales para tratar de darle ventaja a su
partido y sus coaliciones.
AMLO sabe que el fenómeno que se produjo en 2018 y
que lo llevó a un triunfo contundente es irrepetible y que, si la
oposición forma una alianza, las elecciones del próximo año no serán un día de
campo para Morena.
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La referencia más inmediata es lo que prevalecía hace
seis años. Un año antes de las elecciones federales.
Ubiquémonos por un momento en febrero de 2017. La
mayor parte de las encuestas ubicaban una competencia cerrada entre
los dos partidos con mayor intención de voto: Morena y el PAN.
La publicada por El Financiero en ese entonces
indicaba 25 puntos para cada formación política.
Todavía en noviembre de 2017, aun si se preguntaba por las
alianzas probables, Morena y el PT, por un lado; PRI, Nueva Alianza y PVEM (el
Verde aún no se decantaba por Morena), y PAN, PRD y MC, la ventaja para Morena
era menor, no superior a 3 o 4 puntos en la mayoría de los
levantamientos.
Muy pocos imaginaban, incluso en el comienzo de 2018, que
Morena generaría la ola de votos que finalmente obtuvo.
Las campañas electorales y el entorno político del país
influyeron notablemente.
Conviene recordar este contexto porque nos encontramos con
un ambiente político completamente diferente.
Permítame poner sobre la mesa un conjunto de factores que, a
mi juicio, van a redefinir, hacia un lado o hacia otro las intenciones del voto
para el 2024 en los siguientes meses:
1.- Las reformas del plan B.
No me refiero solo a su votación en el Congreso, donde seguramente
van a ser aprobadas sin cambios (con la interrogante de la ‘cláusula de vida
eterna’ para los partidos pequeños), sino también a su tránsito en el Poder
Judicial, donde pueden caerse. Si se sostienen, Morena tendrá más posibilidades
de ganar.
2.- Los resultados electorales en Coahuila y el Estado de
México.
Si la alianza PRI-PAN-PRD ganara en el Estado de México,
habrá más posibilidades de que se perfile una alianza con fuerte respaldo
ciudadano para 2024. Si pierde, a esa alianza –aún sin forma– le va a faltar
cohesión. En Coahuila, me parece que el PRI y aliados tienen ventaja.
3.- El procesamiento de las diferencias al interior de
Morena.
Un proceso de selección del candidato presidencial que
genere heridas y se perciba por alguno de los contendientes como inequitativo,
podría erosionar el respaldo a la coalición, aun si los aspirantes perdedores
no se sumaran a otra fuerza política.
4.- La definición del candidato o candidata de la alianza
opositora.
Es diferente cuando hay una larga lista de aspirantes de la
oposición al momento en el que aparezca uno solo, sea hombre o mujer. Si se
logra operar un proceso que cohesione a la oposición y que tenga alta
participación ciudadana, tendremos un candidato o candidata fuerte. Si se elige
en lo oscurito y es cuestionado, la oposición va a perder posibilidades.
5.- Movimiento Ciudadano.
Aunque el partido que encabeza Dante Delgado no tiene
ninguna posibilidad de ganar la elección, tiene el peso suficiente para
inclinar la balanza en el caso de que haya una competencia cerrada, sea que
contienda con un candidato propio o que se sume a la coalición opositora.
Cualquiera de esas decisiones va a influir.
6.- La situación general del país.
Es muy diferente realizar una campaña con una economía
creciendo y con estabilidad, que en un contexto de recesión e inestabilidad.
También puede influir el ambiente percibido en torno a la inseguridad o bien la
presencia o no de escándalos que involucren a personajes de uno y otro lado.
Y, por cierto, también va a influir la capacidad de la
ciudadanía para hacerse presente o no en las movilizaciones del próximo
domingo.
Ese será uno de los primeros pasos para 2024.
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