Comentario y Debate
Mauricio Valdés
El Presidente norteamericano Joe Biden en sus intervenciones
bilaterales, y en la reunión con Canadá, muestran un cambio positivo en la
estrategia hacia México y el resto del continente, principalmente en uno de los
temas más delicados en su política interior: el migratorio. La geopolítica no
engaña, enseña, y frente al panorama de cambios en la economía global y la
seguridad internacional, ese cambio es fundamental.
Hace varios años, al menos desde la Presidencia de Obama, la
preponderancia económica, militar y política de Estados Unidos ha sido puesta a
prueba, conforme diversas agencias de inteligencia lo han alertado y muestran
un panorama diferente al poder estadunidense en el futuro. En los hechos
vivimos una transición hacia un nuevo orden mundial conforme a las tendencias
globales hacia 2050. Mientras, Europa está a la expectativa resolviendo, hasta
donde puede, el tema de la controversia entre la Unión Soviética y Ucrania, y
la migración.
La gradual presencia de China y el crecimiento de India han
llamado la atención en la economía mundial y se nota en el tema de la moneda
norteamericana, así como en los desafíos del cambio climático y sus
consecuencias, tales como la escasez de agua, de comida, pandemias y conflictos
bélicos, con el riesgo del uso de armas nucleares.
Las reuniones trilaterales y bilaterales pueden ser la gran
oportunidad de reactivar un diálogo de beneficio para América y para el mundo.
Canadá busca más arreglos en el tema económico, principalmente minería y
energía eléctrica, menos que en el migratorio, aunque en este último puede
aportar una cooperación significativa. Estados Unidos influye por nuestra significativa
relación comercial e industrial y se trata de lograr una mejor solución para el
tema migratorio, lo que puede ser benéfico para su vida interna y para su
seguridad nacional en el continente americano.
El Presidente López Obrador está ante una oportunidad
extraordinaria de relanzamiento de su posición de liderazgo internacional,
principalmente en el ámbito latinoamericano. Difícilmente se podrán resolver
las diferencias comerciales en torno al Tratado, eso se continuará discutiendo
en otros foros, pero algo puede avanzarse en la comprensión de su impacto en
cada país, en los diálogos y las relaciones interpersonales.
En el tema del narcotráfico, con el fentanilo, difícil
avanzar por las posiciones de las oficinas norteamericanas de la DEA, el FBI y la
CIA, que influyen de manera circunstancial en las propuestas de solución. Las
políticas siguen favoreciendo al tráfico, porque falta anticipar el plan de
medidas de salud dentro de Estados Unidos, así como otras decisiones, parte del
problema. Del lado norteamericano el tema es complejo y complicado, porque
están los consumidores, las armas y muchos miles de millones de dólares para el
conocido trato de “plata o plomo”.
Mauricio Valdés
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