La aprobación promedio entre oposicionistas a López Obrador tocó sus puntos más bajos en los últimos tres trimestres de 2022.
Con la excepción de un primer trimestre de luna de miel, los
primeros cuatro años de gobierno del presidente López Obrador se han
caracterizado por una aguda y creciente polarización político-partidaria; y
todo parece indicar que dicha polarización seguirá, y que incluso podría
intensificarse en los 22 meses que restan antes de que el mandatario federal
tenga que entregar las llaves del despacho presidencial, en octubre de 2024.
Las encuestas nacionales que mes a mes ha realizado EL
FINANCIERO han documentado los niveles de aprobación ciudadana a la labor que
hace el presidente López Obrador, y esas mediciones revelan una importante
faceta de la polarización política: el alejamiento de los grupos partidarios en
la evaluación y apoyo al mandatario.
Considerando los promedios trimestrales de las encuestas,
para simplificar, el primer trimestre de 2019 arrojó una aprobación al
Presidente diferenciada por las preferencias partidistas, pero mayoritaria
entre propios y extraños: 97 por ciento entre morenistas, 76 por ciento entre
apartidistas y 65 por ciento entre oposicionistas.
De un lado, los morenistas daban un apoyo casi absoluto, lo
que se esperaría del grupo partidario del Presidente; y dicho apoyo no ha
mermado, sino que se ha mantenido por arriba de 90 por ciento hasta el último
trimestre de 2022. López Obrador ha gozado en cuatro años de un apoyo sin
fisuras entre los seguidores su partido.
Del otro lado, el apoyo al Presidente entre los
oposicionistas (el agregado de panistas, priistas y perredistas) comenzó en dos
tercios en el primer trimestre de 2019; pero para el segundo año ya era
minoritario y con una tendencia a la baja. La aprobación promedio entre
oposicionistas tocó sus puntos más bajos en los últimos tres trimestres de
2022, con 25, 20 y 16 por ciento, respectivamente.
De cada 10 personas que simpatizan con la oposición, menos
de dos aprueban la labor del Presidente hoy en día. Es notable que las
diferencias de opinión entre morenistas y oposicionistas se han ido ampliando
cada vez más: el país se ha polarizado marcadamente durante el actual gobierno.
El fiel de la balanza son los apartidistas, que constituyen
la mayoría de la población. Hasta ahora, el segmento de apartidistas no ha
dejado de expresar una aprobación mayoritaria, pero los niveles de apoyo al
Presidente también han bajado notablemente, registrando 50 por ciento en los
dos últimos trimestres del año.
Una lectura de la tendencia de la aprobación entre
apartidistas es que el Presidente, ya sea por sus acciones, por sus expresiones
o por sus intenciones, ha visto disminuir sus bonos incluso entre quienes no
miran el mundo con la lente partidaria.
Los apartidistas no necesariamente son neutrales: pueden
tomar posturas, ya sea aprobando o desaprobando acciones y declaraciones,
manifestando acuerdo o desacuerdo con políticas y decisiones, o tomando
posturas a favor o en contra en asuntos o temas de debate público; pero, en
teoría, no lo hacen acorde con líneas o lealtades a los grupos políticos. Sus
opiniones y reacciones responden a alguna otra lógica más allá de la
partidista.
Por eso resulta interesante que la aprobación al Presidente
esté en la tablita entre ese segmento, al filo de 50 por ciento. Hasta ahora la
tendencia ha sido predominantemente a la baja, pero hubo por lo menos un aumento
notable en el cuarto trimestre de 2021 que nos hace pensar que el Presidente
todavía tiene chances de mejorar su apoyo entre el segmento de apartidistas.
Pero no se antoja fácil, sobre todo con el discurso de
polarización y desencuentros que ha venido sembrando el mandatario desde el
inicio de su gobierno y del cual la sociedad ya ha cosechado frutos de
distanciamiento político.
Quedan por delante 22 meses de gobierno, de los cuales por
lo menos seis serán de intensa diferenciación y competencia política. Por lo
que hemos visto y documentado desde el año 2000, las campañas electorales en
elecciones presidenciales aumentan la polarización política, y 2024 no parece
que será la excepción.
Así que abróchese el cinturón de seguridad, ya que las
fuerzas centrífugas de la política nacional podrían ponerse bastante fuertes.
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