Expertos no prevén un escenario en el que México deje de importar gasolina hacia el final del sexenio, que es la intención presidencial, pero podría suceder... hacia 2050.
Un documento relevante que quizás pocos vieron sí pinta un
escenario en el que México deja de importar derivados de petróleo como la
gasolina.
No es exactamente de la manera en la que busca hacerlo el
presidente y es posible que no le toque ver ese resultado a Andrés Manuel López
Obrador. Pero definitivamente, las decisiones que él tomó pueden influir.
Lo primero: la vuelta de la aguja no ocurrirá en 2024, con
todo y nueva refinería tabasqueña.
Quienes lo advierten son expertos consultados por el Foro
Económico Asia Pacífico (APEC), una institución a la que pertenece México y que
irónicamente ha sido desdeñada por las administraciones federales más
recientes, pese a que está conformada por naciones de continentes que hoy
mueven la economía del mundo: Asia y América.
Al final del año pasado, APEC difundió la Octava Edición de
su Panorama de Oferta y Demanda de Energía, que textualmente dice esto en una
de sus páginas:
“El aumento de la electrificación en el sector del
transporte reduce (en el horizonte) significativamente la demanda de productos
refinados”, vaticina la investigación que tiene como meta la mitad de siglo y
añade: “El consumo de productos refinados del sector transporte se reduce a la
mitad hacia 2050″.
“La caída de la demanda significa que casi todas las compras
de productos refinados de México son satisfechas por sus refinerías nacionales.
Las importaciones de productos refinados caen un 95 por ciento durante el
periodo de proyección”, advierte el estudio elaborado por decenas de
especialistas en energía, entre ellos, los mexicanos Emily Medina, Diego Rivera
Rivota y Manuel Antonio Heredia Muñoz.
Hasta ahí, salvo por el plazo, todo parece basado en el
guion oficial del gobierno de México.
Pero para llegar a ese escenario, los autores consideraron
un giro en la estrategia nacional. Uno hacia el “Escenario de Neutralidad en
Carbono”.
Eso implica que los mexicanos recuperen de la atmósfera el
mismo volumen de carbono que emiten.
“Este (escenario hipotético) ilustra las formas en que las
economías de APEC pueden cumplir simultáneamente sus objetivos de desarrollo y
descarbonización, al tiempo que identifican los desafíos en el camino”, expone
en el prefacio del documento Kazutomo IRIE, presidente del Centro de
Investigación de la APEC (APERC).
Dicho de otro modo. Expertos no prevén un escenario en el
que México pueda dejar de importar gasolina hacia el final del sexenio, que es
la intención presidencial. Eso está descartado.
Pero bajo ciertas condiciones, sí resulta un escenario
factible más o menos en el tiempo que tomará que la generación millennial empiece
a cobrar su jubilación (a manera de referencia). ¿Cuáles son los requisitos?
Uno: un constante aumento de métodos de transporte eléctrico
como el Sistema de Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara, el Metrorrey en la
capital de Nuevo León o Ie-Tram, que es una suerte de tranvía sin rieles que se
moverá con energía fotovoltáica, en Mérida.
Dos: más coches particulares eléctricos ayudarán en la
tarea. Buena parte de la culpa de las emisiones nacionales está en quien pisa
el acelerador, taxis y Uber incluidos: “El uso continuo de productos refinados
se debe a altos niveles de propiedad de vehículos con motor de combustión y
dependencia de los sistemas de transporte de automóviles”.
Tres: que la CFE reduzca su dependencia del combustóleo y
diésel mediante el uso de gas natural y energías renovables.
Cuatro: una creciente participación del hidrógeno en el
transporte y en la industria.
Las tres primeras son tareas que están encaminadas hacia
cierto punto. Su éxito combinado con las inversiones nacionales en refinación
deberá tener algún resultado eventualmente y sí puede conducir a una
eliminación de las importaciones de gasolina y diésel. Pero, mala tarde, no
para 2024, sino hacia 2050.
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