De persistir la polarización de la sociedad, se corre el riesgo de que tengamos crisis políticas y sociales en el futuro o circunstancias crecientes de ingobernabilidad.
Hace exactamente cuatro años comenzó la administración de
Andrés Manuel López Obrador.
En la evaluación de este gobierno existen opiniones
polarizadas. Hay quienes consideran que ha sido un desastre y
que estamos al borde de una crisis económica y social, mientras que otros
consideran que ha sido el mejor gobierno de la historia.
Como en casi todo, la realidad tiende a ser más compleja de
lo que la mayoría cree. Ni hay un desastre generalizado en el país
como tampoco hay saldos positivos en muchos rubros.
Veamos algunos indicadores para sustentar los dichos.
1.- Cuando comenzó el gobierno de López Obrador,
aproximadamente 41 por ciento de los hogares no tenía suficientes ingresos para
adquirir la canasta básica alimentaria, es decir, estaban en pobreza laboral.
La más reciente medición del Coneval señala que esa proporción es de 40.1
por ciento al tercer trimestre de este año. Es decir, ha existido una
reducción realmente marginal de los niveles de pobreza en el país pese a los
grandes programas sociales.
2.- Las remuneraciones medias reales han crecido en
estos años, pero poco. Aunque el salario medio de cotización y el salario
mínimo sí han aumentado de manera considerable, tal vez una medición más global
la ofrezca el índice de remuneraciones medias reales de los sectores económicos
que calcula el INEGI y que refleja un alza de 3.7 por ciento real en lo que va
del sexenio, que es positiva pero no espectacular.
3.- El consumo privado también ha aumentado en
estos años. Los mayores salarios y la llegada de cantidades gigantescas de
remesas de los paisanos han permitido que el consumo de los hogares registre un
crecimiento de 3.2 por ciento.
4.- El conjunto de la economía, no obstante, tiene
un mal desempeño. Si, tal y como ayer lo estimó el Banco de México, en
2022 se crece a un ritmo de 3 por ciento, terminaríamos el cuarto año de esta
administración con un PIB inferior en 0.9 por ciento respecto al nivel con el
que empezó el actual gobierno.
5.- La inversión productiva está muy abajo. El
descenso es más notorio cuando se ve el comportamiento de la inversión
productiva, cuyo nivel actual se encuentra 10 por ciento por abajo del que
tenía hace cuatro años. Los datos más recientes muestran que el retroceso es de
8.8 por ciento en el caso de la inversión privada, pero 17 por ciento en la
inversión pública total. Ni los grandes proyectos de esta administración han
compensado el desplome de la inversión del Estado en muchos otros rubros.
6.- Las exportaciones han sido muy exitosas. En
contraste con otros sectores, los exportadores han tenido sus mejores años. Las
exportaciones no petroleras son casi 31 por ciento mayores a las que teníamos
en 2018 y se encuentran en sus mayores niveles de la historia.
7.- La inflación, principalmente como resultado
del entorno internacional, se encuentra en niveles no vistos en poco más
de dos décadas y ha obligado a incrementos fuertes de las tasas de interés
para tratar de contenerla.
8.- Algo que quizás no es medible estadísticamente,
pero que seguramente va a quedar como uno de los principales pasivos de esta
administración es la destrucción de la calidad del gobierno. En aras de la
austeridad republicana, del presunto combate a la corrupción y de la aversión
presidencial a los órganos autónomos, se ha debilitado fuertemente la calidad
media de técnicos y funcionarios, y se ha erosionado la capacidad regulatoria
de muchos organismos. Eso se va a notar en la capacidad de
crecimiento y generación de bienestar de la economía en el largo plazo. La
visión de que se requiere “90 por ciento de honestidad y 10 por ciento de
capacidad”, ha reducido fuertemente la capacidad del gobierno para promover el
crecimiento y para generar bienestar, pues incluso las transferencias de
recursos a diversos grupos no están bien diseñadas para propiciar el
mejoramiento social.
9.- Otro de los saldos oscuros de estos años es la
polarización de la sociedad mexicana. Tenemos una sociedad enfrentada en
la que hay dos bloques que solo de vez en vez logran confluir en proyectos y
propuestas compartidas. De persistir esta circunstancia, se corre el
riesgo de que tengamos crisis políticas y sociales en el futuro o
circunstancias crecientes de ingobernabilidad.
Años de turbulencia… y lo que falta.
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