En el Aeropuerto de Santa Lucia, diseñado para desahogar el tráfico aéreo del Aeropuerto Benito Juárez, operan actualmente tres pistas: dos para aterrizaje y despegue para aeronaves civiles y una para uso militar
Un radio comunicador y un teléfono fijo
es suficiente para coordinar los vuelos militares que despegan
del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), en el Estado de México.
A pesar de ser uno de los proyectos emblema del sexenio del
presidente Andrés Manuel López Obrador, la baja demanda de operaciones que
se registran a ocho meses de su inauguración mantiene a los controladores
prácticamente sin trabajo.
Aquí cada media o una hora reciben solicitudes para permitir
la salida o llegada de aeronaves militares y civiles que conviven
dentro de la terminal, en el resto del tiempo solo monitorean las aeronaves.
“Las actividades que realizamos es control terrestre de las
aeronaves en estrecha coordinación con la torre civil… Por frecuencia y por vía
telefónica para cualquier situación que se pudiera presentar”, señala Absalón
Sánchez, teniente controlador de vuelo de la torre militar de Santa Lucia.
La Silla Rota tuvo acceso a la torre de control
militar, una de las dos que operan en el AIFA; la primera, de 88 metros,
construida específicamente para controlar los despegues y aterrizajes
comerciales, y la segunda, de 36 metros de altura, para las aeronaves que se
resguardan dentro del campo militar de Santa Lucia.
“Nosotros canalizamos las aeronaves por las calles de rodaje
hasta antes de la pista y para su despegue les indicamos que cambien a una
frecuencia ya establecida con torre Santa Lucia”, explica el teniente Abasolón
desde lo alto de la torre de control en el campo militar Santa Lucia.
“De aquí se puede controlar tanto aire como tierra porque
tenemos los equipos y la tecnología con un alcance de 60 millas náuticas
suficientes para dar control seguro a las aeronaves… aquí no hay ningún
conflicto y todo es en estrecha comunicación y dando siempre la separación
correcta conforme a la normatividad internacional aeronáutica”, dice.
Con 23 años de servicio militar, el teniente Absalón ha
pasado los últimos 4 años y medio en el municipio de Tecámac coordinando los
vuelos militares que realizan sus compañeros de la Fuerza Aérea, y ahora
colaborando con la coordinación de vuelos comerciales.
“Empecé con un proceso de admisión, una serie de exámenes
físicos, psicológico y cultural. Los controladores de la Fuerza Aérea
estudiamos en el Colegio del Aire. Aquí ningún trabajo es fácil, cada uno tiene
su grado de complejidad, pero preparándonos constantemente y haciendo lo que
nos gusta todo resulta sin problema”.
“Nosotros los canalizamos a la pista militar, luego los
canalizamos con torre Santa Lucia para que de acuerdo con las instrucciones de
controlador de tráfico aéreo civil ellos los canalicen para su despegue de
pista”, explicó.
En un terreno de más de 3 mil hectáreas lo mismo se puede
ver despegues de un Boeing 737 o un Airbus A320 que un Hércules C-130, caza,
Esparta de carga, 737 de pasajeros militares y aeronaves de adiestramiento como
F5, T-6C e inclusive helicópteros.
“Es la base área más importante y más grandes que hay en el
país”, comenta el teniente.
Para las operaciones militares, la torre de control cuenta
con 15 controladores aéreos para cubrir un servicio de 24 horas. Aquí no hay
espacio para descanso o pestañeos; todos se encuentran alerta ante posibles
conflictos en el aire.
“Es un aeropuerto internacional, entonces tiene que estar
operando las 24 horas del día, los vuelos son día y noche y por consiguiente
nos vamos relevando por turnos para tener un descanso y estar al 100 por ciento
en nuestro trabajo”, comentó.
Sin incidentes operaciones militares y civiles en AIFA
A pesar de desafío que representa coordinar vuelos
comerciales, de carga y militares, la coordinación entre ambas torres de
control ha permitido realizar las operaciones sin incidentes.
“No ha habido ninguna complicación, ha ido un trabajo
excelente entre controladores civiles y militares, todo con estrecha
coordinación y armonía”, dijo.
Para poder despegar de esta terminal es necesario plantear
un programa de vuelo que es recibido por las bases de control, quienes tras
llegar la hora próxima al despegue coordinan las maniobras en las pistas de
rodaje.
“El piloto nos llama a nosotros para pedirnos la pista en
uso para conocer qué pista se está usando el aeropuerto y más datos como
temperatura corrección altimétrica, dirección e intensidad del viento”
“Después nos solicita rodaje que no es más que le indiquemos
por dónde se tiene que dirigir hacia la pista que esta para despegar, se le da
los datos y antes de que ingrese a la pista se le indica que cambie a la
frecuencia con Torre Santa Lucia para que le autorice el despegue, ellos de
acuerdo con la intensidad de tráfico que tengan lo autorizan o lo detienen un
momento para darle la separación correcta con las demás aeronaves”, comenta.
Dentro de la terminal todos los días se realizan vuelos de
adiestramiento y logísticos para el traslado de carga o de personal militar
hacia diferentes partes del país, además de las operaciones comerciales que
pretenden dar vida al nuevo aeródromo.
“Es un orgullo para mi y todos mis compañeros que estamos
aquí en Santa Lucia colaborar en la seguridad de las aeronaves en
el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles”.
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