Al llegar octubre en este complicado año que estamos viviendo, la evocación de lo que ocurrió en años pasados en los mercados financieros vuelve a preocupar.
En los mercados financieros del mundo los meses de
octubre no traen buenos recuerdos.
El 24 de octubre de 1929 se produjo el desplome
que desató la Gran Depresión y que derrumbó a la bolsa de Nueva York en 9 por
ciento primero y luego siguió una secuencia de otros días negros.
El 19 de octubre de 1987, el índice Dow Jones llegó a
retroceder hasta 22 por ciento.
En 2008, el desplome se fue gestando por meses y
reventó el 15 de septiembre, con la quiebra de Lehman Brothers. Pero, el
mes de octubre fue terrible.
Por eso, al llegar octubre en este complicado año que
estamos viviendo, la evocación de lo que ocurrió vuelve a preocupar.
En realidad, las bolsas ya han ido marcadamente a la
baja desde mediados de agosto. El índice Dow Jones retrocedió 15.5 por
ciento desde entonces y el Nasadaq 19.4 por ciento.
El dólar se ha ido para arriba contra el euro y la
libra, entre otras monedas, adquriendo una fortaleza no vista en años por
efecto de la expectativa de nuevas alzas en las tasas.
No solo es octubre, por cierto, sino todo el último
trimestre el que se ve complicado.
Para este mes y los que vienen, además, hay riesgos políticos.
Uno de los que pueden volver a poner en tensión al mundo
financiero es la invasión rusa a Ucrania, que ahora se ha traducido
en la anexión de territorios de la zona oriental de ese país.
En la medida que pueda Rusia asumir que los habitantes de esas
zonas han decidido anexarse a su país, los ataques de Ucrania hacia esas
provincias pueden asumirse como agresiones contra Rusia, lo cual podría conducir
a un escalamiento de la guerra.
Obviamente, occidente considera que no hubo legitimidad en
esta decisión y no hay reconocimiento de la anexión.
La tensión en las siguientes semanas va a seguir para
arriba.
Como le comentábamos, el alza de las tasas no se va a
detener.
El próximo 2 de noviembre seguramente se
anunciarán nuevos incrementos en Estados Unidos.
Además, no sería extraño que en el curso de los próximos
meses se hicieran más generalizados los signos de un freno en la actividad
económica en Estados Unidos o incluso de una recesión.
En el caso de México, aunque los últimos datos en
materia de actividad productiva han sido relativamente positivos, no debe
descartarse tampoco que gradualmente empiece a reflejarse el impacto de un
potencial freno económico en Estados Unidos, sobre todo en las
exportaciones.
Y, en nuestro país, será el 10 de noviembre cuando
seguramente volvamos a conocer de otro incremento de las tasas, que quizás las
coloque en 10 por ciento o muy cerca de esa cifra.
Además, en octubre o el próximo mes pudiera conocerse el
desenlace de las consultas relacionadas con la política energética en el
marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC).
Aunque en el curso de septiembre aparentemente se distensó
la relación con el gobierno norteamericano, difícilmente habrá un desistimiento
del reclamo si no hay cambios en la política energética.
Esperamos que haya una solución negociada, pero si acaso en
este trimestre se definiera que ese litigio debe irse a un panel, entonces
probablemente habría muchas más inquietudes por parte de los
inversionistas, lo que acentuaría la problemática económica que hemos referido.
En este trimestre también habrá de aprobarse el Paquete
Económico para 2023.
No se ve mayor problema en el proceso de su autorización,
más allá del natural ruido político que producirá su discusión.
Sin embargo, el ambiente económico podría contaminarse
por la tensión política creciente que se ha generado por múltiples hechos
como la molestia con el Ejército derivada del caso Ayotzinapa, el hackeo de
los archivos de la Secretaría de la Defensa o las implicaciones de una sucesión
adelantada.
Por todas estas razones y algunas que ya no anoto es que el
último trimestre de 2022 se percibe muy complejo para nuestro país.
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