Una vez superada la pesadilla populista, vamos a emprender
la reconstrucción nacional. Componente emblemático de ello será retomar
rápidamente la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en
Texcoco (NAIM). Debe advertirse, de entrada, que el NAIM se trata de un
proyecto distinto, no comparable al de Santa Lucía.
El NAIM será un nodo (Hub) internacional que rivalizará con
Miami y Panamá. Será orgullo nacional, factor de competitividad, empleo,
logística de servicios e industria ligera, factor decisivo para una más exitosa
inserción de México en la economía global. Santa Lucía es un pequeño aeropuerto
mediocre, corriente, periférico y marginal.
No resolverá el problema de saturación del Aeropuerto
Internacional de la Ciudad de México (actual), ya que no es funcional ni
rentable para las líneas aéreas; al igual que los aeropuertos de Toluca (más
cercano que Santa Lucía), y Querétaro (más accesible) no lo han resuelto. Los
vuelos que desde ahí se han anunciado son sólo producto de la extorsión
política y de relaciones públicas defensivas de algunas líneas aéreas frente al
gobierno.
La decisión sobre la ubicación del NAIM en Texcoco fue
producto de más de 20 años de estudios por parte de instituciones nacionales e
internacionales (MITRE, OACI, Instituto de Ingeniería de la UNAM, SENEAM).
Santa Lucía es resultado de una simple ocurrencia del presidente López aconsejado
por su contratista consentido Riobóo.
Su compatibilidad con
el AICM es limitada, dada la interferencia entre los espacios aéreos de los dos
aeropuertos, por tanto, su certificación internacional será cuesta arriba – si
es que algún día se logra. Las operaciones simultáneas en ambos estarán
restringidas. Técnicamente, el NAIM en Texcoco era absolutamente viable. Los
mejores ingenieros de México y del mundo participaron en la concepción de
pistas, cimentaciones, estructuras, hidrología, mecánica de suelos, y
geofísica. Uno de los más prestigiados arquitectos del mundo estuvo a cargo del
diseño:
Norman Foster. Iba a
ser el primer aeropuerto con certificación Leed Platino, en materia de
sustentabilidad. El suelo de Texcoco no representa ningún problema insalvable.
De hecho, el aeropuerto actual se encuentra en el mismo tipo
de suelo y en el mismo contexto hidrológico y geofísico. No implicaba mayores
impactos ambientales. Estaba en proceso la construcción de nuevos lagos al sur
del lago Nabor Carrillo para sustituir y ampliar la superficie lacustre en el
vaso de Texcoco. Esto impediría el crecimiento de la mancha urbana, y crearía
nuevos hábitats para aves migratorias y residentes. Igualmente, se
desarrollaban las obras hidráulicas para captar los ríos del oriente y evitar
inundaciones. Esto era parte de un gran proyecto de ingeniería hidráulica para
la zona.
Desde el punto de vista urbano y ambiental, el NAIM en
Texcoco se encuentra en un área totalmente impactada, y dentro de la zona
metropolitana, muy cercano a la ciudad y a los centros de demanda. Se hicieron
concienzudos estudios de impacto ambiental y de riesgo, cosa que no ocurrió con
Santa Lucía.
Su conectividad a la ciudad es relativamente fácil, e
implica un trayecto de 10 minutos adicionales desde el actual aeropuerto. Se
tenía un proyecto de Ordenamiento Ecológico del Territorio, y no representaría
una dinámica de expansión urbana, sino de relleno y densificación de zonas ya
urbanizadas.
El terreno del actual aeropuerto, una vez transferidas las
operaciones aéreas al NAIM, será una extraordinaria oportunidad para ofrecer
equipamiento, educación, espacios públicos y áreas verdes, al oriente de la
CDMX, la menos favorecida y más marginada. Se trata de un proyecto de justicia
social y revitalización urbana sin precedente en México. Santa Lucía, de
funcionar, va a provocar una mayor expansión de la mancha urbana. Su lejanía de
la ciudad lo hace inviable. Se requieren más de dos horas de viaje del centro
de la ciudad a Santa Lucía.
El tiempo de viaje es
similar al del aeropuerto de Querétaro, y mucho mayor al de Toluca.
Se habían invertido en el NAIM 115 mil millones de pesos y
llevaba 35% de avance.
El costo para el erario era mínimo, ya que se pagaría
fundamentalmente con inversión privada, y con emisiones de Bonos Verdes que se
habían colocado en el mercado internacional, y que se pagarían con la TUA.
(Santa Lucía es un desfalco para el erario; nadie quiso invertir ahí). La
cancelación del NAIM se hizo sin estudios, sin justificación, sólo por la
voluntad iluminada, y el rencor vengativo del presidente López.
Fue una flagrante violación de la ley. Significa un
gigantesco daño patrimonial a la Nación. Su vandalización y destrucción
deliberadas, y su inundación representan actos de barbarie que deben ser castigados
penalmente. En Santa Lucía ya se han gastado 120 mil millones, a lo que hay que
sumar el costo de la cancelación del aeropuerto en Texcoco. Esto es más de lo
que hubiera costado terminar el NAIM. Todo el gasto del NAIM estaba auditado.
Este gobierno no fue capaz de encontrar una sola evidencia
de corrupción. En cambio, Santa Lucía se ha construido en total opacidad, con
empresas fantasma, sin licitaciones, todo por asignación directa, exponiendo al
Ejército a actos potenciales de corrupción.
Una vez que termine este episodio populista-autocrático, el
aeropuerto de Santa Lucía quedará abandonado, o será sólo de carga, como el
aeropuerto de Mirabel en Montreal. Reanudar el NAIM en Texcoco será prioridad
para el próximo gobierno de salvación y reconstrucción nacional.
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