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viernes, 26 de noviembre de 2021

Elena Poniatowska dice ser seguidora de AMLO, pero no está de acuerdo en adelantar la contienda por la sucesión

 



 

Elena Poniatowska (1932) tiene una energía envidiable. Se levanta temprano, habla con sus nietos y alguna amiga como Marta Lamas. Lee y escribe, escribe mucho de hecho. Colabora en el periódico La Jornada y recién publica el segundo libro de El amante polaco (Seix Barral), novela donde indaga en la vida de un añejo pariente, el rey polaco Stanislaw Poniatowski, quien intentó mantener unido a su país ante el asedio de Rusia, Prusia y Austria.

“Tengo una vida muy activa. Además, doy conferencias y salgo”, dice la escritora de 89 años y ganadora del Premio Cervantes 2013. Hace poco más de una semana ocupó los titulares porque se metieren a robar a su casa y ahora el tema parece superado. Sobre el trabajo que se fue con la computadora que se llevaron los ladrones, prefiere no hablar demasiado y zanja pronto el asunto. “Si estoy viva lo puedo volver a hacer”.

¿De dónde sale la energía para escribir novelas amplias y que requieren tanta investigación?

Es parte de la disciplina periodística porque siempre te obliga a salir adelante. El periodismo es el mejor antídoto contra la enfermedad, la desesperanza y la pereza. Lo haces porque lo haces.

Durante la pandemia o después del robo, ¿nunca perdió la esperanza?

Nunca, apenas este domingo pasado sí sentí tristeza porque me cayó el veinte, pero fue una cosa de un día.

¿Qué tenía en la computadora que le robaron? ¿Materiales inéditos?

No tengo idea, no lo tenía apuntado. Prefiero no pensar. Seguro había inéditos, pero prefiero no pensar para no ponerme triste. Si estoy viva lo puedo volver a hacer.

¿Cómo supera la pérdida?

No las superas, solo las asimilas. Mi mayor pérdida la tuve en diciembre de 1968, cuando murió mi hermano Jan de 21 años. Mi papá y mi mamá hicieron un niño hermoso a quien le llevaba catorce años. Hubiera podido ser su mamá, era una maravilla para mi hermana y para mí.

El amante polaco es entre otras cosas un libro sobre el origen, su origen…

Así es. Yo no sabía casi nada de esta etapa, pero encontré libros en inglés y francés sobre la historia de Polonia y en particular de Stanislaw Poniatowski. Es un país muy católico al punto de que dio un papa, Juan Pablo II. Y sí, fue muy bonito descubrir esa parte de mi historia.

Dicen que hay semejanzas entre la sociedad polaca y la mexicana, ¿las encontró?

Ambos son países muy apasionados y emotivos. Los polacos que vienen a México son muy felices. Aquí se adora a Chopin y a las grandes polonesas.

¿En que momento Stanislaw Poniatowski, alguien que creía en la educación y que incluso trabajó en una constitución de avanzada para su época, es visto como un traidor?

Polonia era un país pequeño rodeado de tres naciones muy fuertes y todo eso influyó. Rusia, él fue amante de Catalina la Grande; Prusia, donde estaba Federico de Prusia; y Austria, en donde se encontraba María Teresa, quien fue una soberana muy querida. Todavía en Viena hay muchas estatuas en su honor. Stanislaw Poniatowski era un socialista de avanzada y era un hombre a quien mucha gente quería. Independientemente de que fuera duque o príncipe trataba muy bien a todos, pero en particular a las mujeres porque le gustaban mucho.

¿Se puede ser socialista y monárquico?

Sí, puedes decir que la cabeza es socialista y tu estómago monárquico porque te gusta comer bien.

Poniatowski defendía la educación.

Claro, sabía que la educación es el punto de partida de todo. El arte te permite innovar y ser creativo, el arte en el fondo es un impulso, pero la academia y la formación son importantes para desarrollarte mejor. Así funciona la educación en todos los terrenos de la vida.

¿El impulso que la mueve como periodista es el mismo que opera como narradora de ficción?

El periodismo viene del hecho de que nací en Francia y gracias a eso pude conocer mejor a mi país, que es México. Hubo grandes personas que tuvieron la generosidad de recibirme como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, María Félix, Jorge Negrete, solo me faltó entrevistar a Pedro Infante, el mayor ídolo.

¿Por qué no lo entrevistó?

No sé. Pedí la entrevista, pero siempre me dieron largas. Todavía me pesa no haber platicado con él.

¿Quiénes le imponen más? ¿Escritores? ¿Artistas? ¿Políticos?

Me preocupaba más cuando iba con alguien como Alfonso Reyes, pero todavía me sigo poniendo nerviosa. Una vez entrevisté a un torero muy famoso, siempre andaba despeinado, Manuel Benitez “El Cordobés”.  Se enojó conmigo porque le pregunté ‘¿qué era un toro?’ Me dijo que era tonta. Algunos sí se han enojado conmigo.

¿Algún político se enojó con usted?

Me acerco poco a los políticos.

No se referirá a Andrés Manuel López Obrador.

A él sí lo acompañé muchas veces en su campaña.

Estamos a la mitad de su gobierno, ¿qué le gusta y que le disgusta de su gestión?

Soy su partidaria, pero no estoy de acuerdo con que a tres años de su gobierno adelantara tanto la contienda por la sucesión presidencial. Hoy ya todos sabemos que compiten Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, quien lo hizo muy bien hace unos días en Estados Unidos. Creo que López Obrador estuvo excelente durante esa visita. Me cuesta trabajo enumerar sus errores, incluso creo que habla más rápido. Su gran acierto me parece, es poner en primer lugar a los pobres.

¿Qué opina de la relación de Andrés Manuel López Obrador con las feministas?

Le cuesta trabajo. A él no le gusta nada la idea del aborto y supongo que le resulta un tema difícil.

¿Qué podría aprender López Obrador de Stanislaw Poniatowski?

Poniatowski bailaba muy bien. No sé si Andrés Manuel lo haga. Nunca lo he visto bailar ni cantar, pero sí lo he visto sonreír. Creo que ambos coinciden en su preocupación por la gente, la pobreza y la educación.

 

 

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