No todos los que criticamos somos de
oposición. Hay los que sí y los que no. Pero no ser de oposición no significa
que no podamos ejercer la crítica.
Es algo que algunos hemos hecho durante
muchos años, a través de nuestros artículos, libros, militancia, conferencias y
seguimos haciéndola porque la consideramos esencial para la democracia y para
el avance del país.
De hecho, eso usted lo apreciaba antes, en
los tiempos en los que desde la oposición, usted mismo ejercía duramente la
crítica y nos conminaba a los demás a hacerlo.
Tampoco los diarios que nos acogen son
todos pasquines. Hay los que sí y los que no. Algunos son pasquines
precisamente porque se la pasan elogiando al poder en turno, algo que usted
siempre denunció, pero ahora parece que le gusta.
Me confunde señor Presidente, que lo mismo
que usted hizo antes de llegar a ese cargo, le moleste tanto ahora cuando se le
hace a usted. Me sorprende señor Presidente, que no acepte que es posible
opinar diferente y criticar decisiones y medidas del gobierno sin que eso
signifique ser de oposición o complotar contra su gobierno. Me duele señor Presidente,
que sea precisamente usted, quien más ha luchado por el cambio en este país, el
que no quiera reconocer que la crítica es necesaria y el que quiera que todo
sean elogios. No es eso lo que habíamos aprendido de usted en su larga
trayectoria. De hecho, habíamos aprendido exactamente lo contrario.
Usted descalifica e insulta a los críticos
y a los medios que nos acogen, y alienta a que sus seguidores lo hagan. Y vaya
que lo hacen. Usted y ellos nos han dicho de todo: desde conservadores hasta
chayoteros, desde corruptos hasta mentirosos. Pero hay los que sí y hay los que
no. Muchos no somos conservadores ni jamás hemos apoyado a ningún gobierno o
partido político, ni recibido dinero o favores para decir esto o aquello ni
mentimos ni somos corruptos ni insultamos o faltamos al respeto. Por supuesto,
nos podemos equivocar en lo que afirmamos, como cualquier ser humano, pero eso
no nos hace merecer los insultos y epítetos que usted y sus seguidores nos
lanzan.
Lo que hacemos, eso sí y a la mucha honra,
es criticar las decisiones y las políticas que nos parecen equivocadas (y de
que las hay, las hay), a los colaboradores ineptos (y de que los hay, los hay),
a los corruptos (hay muchísimos) y a los mentirosos (también hay muchísimos);
criticamos a un Congreso de levanta dedos que pasan cualquier ocurrencia que
viene de Presidencia y algunas otras que ellos inventan y a quienes dicen
mentiras (y se dicen demasiadas en relación a asuntos de gran importancia como
la salud —sobre todo durante la pandemia—, la manera de asignar y utilizar el
dinero, la militarización a que hemos sido sometidos, los escasísimos logros en
materia de seguridad, los errores en materia de generación de energía, la falta
de apoyo a la cultura, la ciencia y el deporte entre otras cosas).
Señor Presidente: con el respeto que me
merecen su investidura y su persona, lo conmino a que reconsidere su actitud de
descalificar e insultar a los críticos y a los medios que nos acogen y a que
acepte y reconozca la importancia de la crítica, la necesidad de la diversidad
de opiniones y posturas, lo lamentable y falsa que es la unanimidad y lo
peligroso que es alentar a sus seguidores para que agredan y ataquen a los que
piensan distinto.
Di
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