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miércoles, 28 de septiembre de 2016
Diferencia de edad… ¿ un obstáculo para el amor?
• Si la mujer es mucho mayor que el hombre, a nivel social se ve como hándicap
• El éxito en las relaciones radica sobre todo, en las afinidades y los valores
Ashton Kutcher y Demi Moore, cuando eran pareja. ALBERTO DI LOLLI
Michael Douglas y Catherine Zeta-Zones, Harrison Ford y Calista Flockhart o Bruce Willis y Emma Heming. Son actores, ricos y famosos. Pero además de eso, a todos les une otro factor: la diferencia de edad, para ellos, no es un obstáculo en el amor. Apartando a un lado los tópicos y las frases del tipo el amor todo lo puede o con amor todo es posible, ¿puede una relación ser satisfactoria y duradera habiendo entre sus miembros una amplia diferencia de edad? ¿Existe el éxito en estas parejas?
En la actualidad, y pesar de la palpable evolución en los códigos y normas sociales, todavía existen algunas restricciones. "Si el hombres es hasta 10 años mayor que la mujer, no suele haber problema. A nivel social, está bien aceptado", señala Antonio Bolinches, psicólogo especialista en terapia de pareja y miembro de la junta directiva de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS). Pero si el hombre es 20 años mayor, aquí si hay un salto generacional y la sociedad lo ve como algo negativo. Todavía no está aceptado tanta diferencia de edad entre ambos. Y por último, "si el hombre es entre 10 y 20 años mayor, dependerá de las particularidades de las partes", explica este especialista en sexología, autor de los libros Amor al segundo intento y Sexo Sabio, donde aborda factor de las relaciones.
En cualquier caso, siempre que el hombre sea mayor que la mujer, aunque existan excepciones, se suele ver mejor que si la mujer es mucho mayor al hombre. Nada ha cambiado a pesar de los años: en estos casos, asegura Bolinches, la aceptación por parte de la sociedad es mucho peor. Y en todo caso, matiza, sólo se consiente en mujeres famosas, con cierto renombre y poder. Pero, "la mayoría de las mujeres no se atreven a que haya mucha diferencia entre ellos, si ella es mayor que él. Todavía se ve como hándicap".
Sin embargo, para una pareja funcione habiendo una cierta, o importante diferencia de edad, no se trata sólo de los años de diferencia, sino del contexto social, de las historias vividas, de la educación y los valores recibidos a lo largo de la vida. "Los problemas entre estas parejas aparecen por otras cuestiones, no por cuestiones de edad", afirma Asunción Coronado, directora del Instituto de Sexología Al-Andalus de Granada.
Cuando hablamos de una diferencia de más de 10 años, lo que va a determinar las relaciones son los elementos de tipo culturales: el momento de la historia que ha vivido cada uno, cómo pensamos con respecto a un tema, qué valores tenemos ambos, qué ideología y qué pensamientos se tienen en según qué cuestiones. Un ejemplo muy claro es una pareja que se llevaban 10 años que acudió a consulta para intentar solucionar sus conflictos. "Los problemas entre la pareja no estaban en la diferencia de edad, sino en la mentalidad de ambos", expone Coronado. Él era una persona más liberal a nivel sexual que su pareja, con menos normas o menos restricciones, y eso fue una de las cosas que fundamentalmente, mermó la relación. Por tanto, los valores y la forma de ver la vida en común ocupan un lugar fundamental dentro de las parejas, más que la edad en sí.
¿Qué buscan en la diferencia?
¿Qué es lo que busca un hombre en una mujer más joven? ¿Qué busca una mujer en una hombre más joven que ella? "Al lanzar esta pregunta, diríamos de diríamos de entrada y a bocajarro que el varón mayor busca sentirse más joven y poderoso y busca una representación de éxito social. Y la mujer joven puede buscar unafigura paterna o una estabilidad mayor o incluso una madurez que no encuentra en sus coetáneos", responde Delfina Mieville, socióloga, sexóloga y agente de igualdad. Sin embargo, tienen un sesgo de género. Y su vez, añade la experta, un sesgo cultural: "La sociedad envejece más, pero a la vez somos más jóvenes (los 30 de ahora son los 20 de hace unos años y los 60 los antiguos 50). Se exige juventud, pero se exige más juventud a las mujeres. Tendemos a adultizar a la juventud (darles menos espacio de decisión y exigirles experiencia) y a exigir juventud a los y las adultas (que sea divertido, dinámico, que esté en forma y que, por supuesto, parezca más joven). Esto es la exigencia de la modernidad: ser productivos cuanto más tiempo y cantidad, mejor".
De este modo, y teniendo este marco social de fondo, extrapolado a las relaciones, hemos de entender, explica Mieville, que las relaciones sanas tienen, entre sus muchas condiciones, que ser equitativas. Es decir, que no existan relaciones de poder entre sus miembros. En la actualidad, añade Bolinches, la mujer ya no busca tanto la protección del hombre, pero en cambio el hombre, por regla general, sigue buscando la relación cómoda. El hombre, afirma, quiere, normalmente, ser él el admirado.
El hombre generalmente, a partir de los 45-50 años, indica Coronado, tienen una necesidad de reafirme, y buscan relaciones por ello en personas más jóvenes. Por su parte, las mujeres a esa edad, la necesidad de reafirmarse viene dada por el hecho de la conquista en sí, por tanto la edad no tiene tanto que ver en este caso. Su autoestima se refuerza en base a la conquista. Y no tanto en el sexo como en el caso de los hombres. Pero, insiste, esto no tiene siempre por qué ser así.
No cabe duda de que la edad es un factor de riesgo en sí que, según Bolinches, tiene que relacionarse con otros cuatro elementos fundamentales para tener éxito en las relaciones: acoplamiento sexual, carácter complementario, escala similar de valores y proyecto de vida convergente. "La pareja tiene que ser como una mesa que tiene que soportarse sobre estas cuatro patas", afirma. Del mismo modo, confirma y concluye Coronado, la edad en sí no es un motivo de conflictos, lo realmente importante en las relaciones es tener una escala de valores similares, una ideología afín, unos gustos parecidos o complementarios y la idea de un futuro común parecido. Por ejemplo, si un miembro de la pareja quiere tener hijos y otro no, algo no marcha bien.
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