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martes, 19 de enero de 2016

La cuesta de enero…y de febrero


Por Antonio Cuéllar



La semana pasada fue, desde un punto de vista económico, la primera semana activa del año. Este comienzo siempre anuncia los titánicos esfuerzos que todo el mundo debe realizar para salir airoso de los compromisos de deuda asumidos al final del año anterior, así como para enfrentar las obligaciones que corresponden al período que empieza; la esperanza de que las cosas mejoren en los meses por venir constituye un invariable aliento que motiva al trabajo empeñoso y al orden. El 2016 anuncia condiciones económicas atípicas que, extraordinariamente, nos deben llevar a asumir actitudes y previsiones adicionales.

Desde el inicio de este sexenio se planteó un programa ambicioso de reformas que detonarían el crecimiento económico del país, con el consecuente beneficio para la calidad de vida de las personas. El Presidente de la República no deja de aprovechar cualquier espacio que se le concede para hablar de los grandes cambios que se han venido produciendo en el ámbito legislativo y para adelantar lo que, en la opinión de todos los que lo hemos vivido, debería acontecer como resultado de aquellas. Sin embargo, los efectos de las reformas no son ciertamente palpables, o por lo menos no lo son con el alcance que se esperaba.

La magna reforma constitucional que tendría un impacto inmediato en el ámbito de la inversión y el crecimiento fue la energética, que atraería capital fresco para la explotación más eficiente de los recursos del subsuelo nacional y liberaría el gasto público destinado a la exploración petrolera, que en ese sentido se dirigiría a otras actividades de mayor relevancia social necesarias para México.

Por circunstancias históricas que se originan en el exterior, nuestro país, como el resto de aquellos cuyo presupuesto depende de la extracción de hidrocarburos, atraviesa una etapa dolorosa tratándose de la recaudación de fondos provenientes de la venta del crudo, que a pesar de haber tenido una primera ganancia, marginal, ayer cerró en el precio de los 20.71 dólares por barril; un precio no visto desde 2005.

Ese comportamiento del mercado de hidrocarburos coloca al país en un doble aprieto: desincentiva la inversión en el sector energético, e impide a su vez la obtención de recursos frescos, necesarios para hacer frente al gasto que representa el funcionamiento mismo del gobierno y los programas sociales vigentes.

Simultáneamente, en este mes de enero se ha venido viviendo un descalabro constante en el comportamiento de los mercados bursátiles a nivel mundial, que se produjo con las bajas expectativas de crecimiento de China y, por ello, de todas las económicas ligadas con el gran gigante asiático. El Shanghai Composite acumula pérdidas en el último mes superiores al 18%, lo que ha conducido al resto de los mercados del planeta por similares derroteros.

En este entorno, resulta sumamente alentador que los pronósticos de crecimiento de la economía nacional se sitúen en una tasa de alrededor del 3.5%, que deberían mantenerse pero que, como siempre, por nuevos aconteceres, podrían ajustarse, como lamentablemente ocurrió el año pasado.

Un factor que incide en el sentido anotado es, precisamente, la percepción negativa que provocan eventos como las detenciones de la semana pasada, que a pesar de ser positivos en el ámbito de la procuración de justicia, abonan al discurso internacional que insiste en la identificación de México como un país en el que impera la corrupción y en el que se adolece de una falta de Estado de Derecho.

Las consideraciones anteriores son las que nos motivan a reflexionar qué actitud y qué acciones se deben tomar para soportar, encondiciones adversas y excepcionales, como las imperantes, una agobiante cuesta de enero que podría prolongarse, acciones que van, desde el ámbito personal o familiar, hasta el comunitario o social.

Los expertos señalan con toda lógica que, por principio de cuentas, debemos empezar este año procurando disminuir lo más posible, la concreción de gastos y operaciones que signifiquen una asunción de deudas y pasivos, que mermen nuestro patrimonio y prolonguen los difíciles días del comienzo del año.

A pesar de que los informes generales evidencian un comportamiento negativo de los mercados, la recomendación es que, tratándose del posible ahorro, se acuda siempre ante un asesor especializado, que logre identificar los nichos que conserven comportamientos neutrales o positivos.

Ante todo, lo más importante estriba en ser prudente y cauteloso en la conservación del empleo o la fuente de ingresos, lo que obliga a la mesura en la toma de decisiones laborales o empresariales.

El único mejoramiento del entorno económico dependerá de la confianza del inversionista y de la aplicación del capital a actividades verdaderamente productivas, generadoras de empleo. En ese contexto, con independencia de la puntual observancia de las responsabilidades que atañen a quienes desempeñan una función pública, también resultaría conveniente que se valorara cómo, para el beneficio de todos los mexicanos, sería muy positivo darle la vuelta al diálogo y a la crítica permanente en contra de las instituciones y en su lugar, lograr el enaltecimiento de aquellos aspectos de la vida del país con los que estemos satisfechos.

El estancamiento del ánimo de negatividad que invade los medios informativos y de comunicación, no constituyen un aliciente para superar lo que, como se observa, podría ser un año difícil para el desarrollo económico del país.

Twitter:@Cuellar_Steffan

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