Por ENRIQUE QUINTANA
Elegir es excluir. Ese es un principio esencial que se debe tomar en cuenta en México hoy.
Cuando nos fijamos objetivos y propósitos en las políticas públicastendemos a querer obtener todo y, además, al mismo tiempo. Eso no es posible.
Digo lo anterior porque ahora que se discuta el Paquete Económico 2016, seguramente legisladores y diversos actores políticos y sociales van a pretender que tengamos mayor gasto público, menor déficit, menores impuestos, más crecimiento, menos inflación, etcétera.
Una definición racional de las políticas económicas a ser instrumentadas en 2016 requiere la jerarquización de objetivos. Es decir, la elección y la exclusión.
Lo obvio es decir que el objetivo de las políticas para 2016 es mejorar los niveles de vida de la población. Nadie podría estar en desacuerdo con esa afirmación. Pero lo relevante es cómo.
Y para ello, se requiere tener claro el contexto. México es un país que tiene una muy elevada interacción con el mundo.
Baste decir que la suma de exportaciones e importaciones de bienes y servicios que México realizó el año pasado equivale a 66 por ciento del PIB.
Por esa razón es que no puede haber una definición de estrategia que no parte del entorno externo, sobre el que casi nada podemos hacer.
El 2016 será un año complicado en lo financiero, básicamente por dos razones.
La primera es porque será el primero desde 2008 en el que, desde muy temprano, tendremos un ciclo alcista de las tasas de interés en Estados Unidos. Comenzaremos una etapa de mayor costo del dinero, probablemente en todo el mundo.
La segunda es porque proseguirá el incierto proceso de ajuste de la economía china, que seguramente nos tiene reservadas algunas sorpresas y que pudiera ser profundamente desestabilizador a escala global.
Aunque pueda preverse un mayor crecimiento de Estados Unidos, que ofrecerá un estímulo favorable a México, en mi opinión pudieran dominar más bien los elementos negativos del entorno internacional.
Frente a ese dato, me parece que el objetivo fundamental del país debe ser sortear con éxito la turbulencia en la que ya estamos metidos y que se extenderá a los siguientes meses.
Esto significa que debemos alinear las variables fiscales y monetarias, sobre las cuáles tenemos control, para asegurar ese resultado.
En ese sentido creo que hay de dos sopas. O las cámaras modifican la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos para tener una posición fiscal más sólida, o bien, que los previsibles remanentes de operación que el Banxico entregaría al gobierno el próximo año se asignen inmediatamente a la reducción de pasivos (lo que ya contempla una propuesta en el Paquete 2016).
Voy a ser políticamente incorrecto y reiterarle lo que aquí le he dicho en otras ocasiones: no sería tan crítico sacrificar algunas décimas o hasta un punto en el crecimiento del PIB alcanzable el próximo año, si ello se traduce en mayor estabilidad.
Claro, siempre se puede propiciar el crecimiento mejorando el ambiente de los negocios, no necesariamente con medidas fiscales. Ojalá esto quede claro a quienes toman las decisiones.
Twitter: @E_Q_
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