Por María Teresa Aguilar Álvarez Castro.
Coordinadora de Estudios Jurídicos de Mexicanos Primero.
El lunes inició el Ciclo Escolar 2015-2016. Alrededor de 30 millones de niños y jóvenes de preescolar, primaria, secundaria y nivel medio superior de escuelas públicas y privadas iniciaron un nuevo grado escolar (Segundo Informe de Gobierno, 2014). Asimismo, aproximadamente un millón seiscientos mil maestros volvieron a sus escuelas o por primera vez pisaron un aula o ejercieron funciones de director o supervisor. Los padres de familia, como todos los años, hicieron un gran esfuerzo económico para que sus hijos contaran con uniformes y materiales para el primer día de clases. Es decir, parece que está todo listo y la esperanza bien alimentada, para que este ciclo escolar sea mejor que el anterior.
Pero ¿por qué este ciclo escolar es significativo?
En primer lugar, todo ciclo escolar es importante porque un niño o joven sólo cuenta con 15 años de educación formal obligatoria para entrar a la universidad o adquirir conocimientos técnicos para ganarse la vida. Por tanto, cada año que gana o pierde en aprendizaje es esencial.
Pero a nivel del Sistema Educativo Nacional, ¿qué es lo que tiene que suceder en este ciclo en las escuelas públicas para ir mejorando como país en el desempeño educativo? ¿Qué tiene que pasar para que la mayoría de nuestra juventud esté en posibilidad de salir adelante en mejores condiciones que las de ahora?
De acuerdo con las nuevas leyes educativas y con los calendarios oficiales de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), deberemos ver, entre otras cosas, que:
1. Se hayan asignado todas las plazas por concurso y en estricto orden de prelación.
2. Se cumplan calendarios de 200 días en todos los estados, especialmente en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas.
3. Se descuente el sueldo y se despida a los maestros faltistas, en los términos laborales conducentes, y sean remplazados por personal idóneo.
4. Se evalúe a la tercera parte de los maestros en servicio para identificar las áreas en las que necesiten apoyo.
5. Se fomente la participación de los padres a través de la instalación de los Consejos Escolares de Participación Social y de los informes que los directores deben darles al finalizar el ciclo.
6. Se destinen recursos, elaboren y proporcionen oportunidades de formación, capacitación y regularización pertinentes a todos los maestros, especialmente a los que más lo necesitan.
7. Se reestructuren las normales para que de ellas surjan los profesionales de la educación que tanto requerimos.
8. Se ponga en funcionamiento un sistema de quejas transparente y accesible para que los maestros, los padres de familia y los ciudadanos puedan denunciar las irregularidades en la asignación de plazas o en la prestación del servicio educativo y que las autoridades le den seguimiento.
9. De una vez por todas, se depure la nómina magisterial y se deje de pagar a quien no está cumpliendo en la realidad con funciones docentes.
Parece muy ambicioso que en un ciclo escolar se logre todo lo anterior, y lo es; pero es lo necesario y lo que la ley mandata para contrarrestar el abandono en el que se ha tenido a los verdaderos maestros y el atraso en el aprendizaje de la mayoría de los niños y jóvenes del país. Recordemos que, con acciones decisivas y ambiciosas, otros países como Corea del Sur han logrado remontar atrasos educativos acumulados en décadas. En ese sentido, en un año puede avanzarse mucho, si existe voluntad y empeño de todos para lograrlo.
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