Por Elios Edmundo Pérez Márquez
Sin tomar en cuenta la forma en que se llevó a cabo la jornada electoral del domino 1 de julio y, muy independientemente de los resultados que tengamos al final del proceso, algo que queda muy claro en la memoria colectiva es que aquí, en el municipio de Ecatepec, hace falta un partido político.
Como, hace muchos años, me decía una persona: “no la pidas con trenzas, ya nomás con que se pueda peinar”, o sea, lo que hace falta en Ecatepec es un Partido serio; algo que, en las épocas actuales, no es poca cosa, ya que, a diferencia de la sociedad que se organiza con objetivos reales y concretos, que le sirven para mejorar sus condiciones de vida, o los estudiantes que se organizan para mejorar sus condiciones de estudio, las personas que se organizan en los partidos, sólo lo hacen ya, por intereses mezquinos, por cargos bien remunerados, por mantener privilegios y permanecer en la burocracia, a provechando las bondades del COFIPE.
Para los que, por una u otra razón, hemos pertenecido a la Izquierda comunista, radical, social, revolucionaria, socialista, romántica, histórica, progresista, infiltrada y de muchos otros cuños, no deja de ser muy frustrante que la Izquierda electorera, la actual, sea tan ineficiente y le falte seriedad; que no se note, que carezca de estructura y que no sepa pelar un chango a nalgadas, pues se encuentra copada por grupos y corrientes que, al igual que otros partidos, simplemente lucran con la necesidad de la gente y su interés primordial no es la toma del poder, sino seguir medrando con la actividad política: que el partido pierda, para que ellos sigan ganando.
Un partido político es una entidad de interés público, o sea, una parte de la sociedad que se organiza en pos de un objetivo común, es decir, tomar el poder y, al no probar, capacitar y formar, debidamente, a sus dirigentes y representantes populares, en el caso de la Izquierda Ecatepense, concretamente el PRD, nadie sabe cuáles son los objetivos a seguir; de ahí que, a algunos de sus activistas, les resulta muy fácil renunciar al partido y unirse a otro, vender la dignidad y traicionar la causa, a cambio de 30 monedas o por un plato de lentejas.
En esa misma medida, no existe ninguna clase de disciplina partidaria; nadie está obligado a rendir cuentas de lo que hace, o no hace por el partido. Las corrientes estatales suplen las deficiencias de sus agremiados en el nivel municipal, y las nacionales hacen lo propio, por sus agremiados en el nivel estatal.
A nadie le interesa el Partido. Haciendo cuentas muy conservadoras, ya son unos seis años, en los que el PRD no se mueve, ni encabeza un solo movimiento social y permanece pasivo ante las injusticias y excesos de los distintos gobiernos municipales; sus dirigentes, son meros espectadores y sus representantes en el cabildo, representantes de la oposición, no se oponen a nada y aprueban todo lo que les dan a firmar.
En la Izquierda histórica, que se empezó a formar a principios de los 70, germen de los cambios sociales más importantes de la segunda mitad del siglo anterior y lo que va de éste, el Partido era “la Universidad del Pueblo”, y a sus militantes se les adoctrinaba y preparaba, tal y como lo señala el cartelito que hay en la oficina de Gil Paz: “Antiguamente, los guerreros, antes de combatir, se hacían fuertes”
eliosedmundo@hotmail.com
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