El siguiente gobierno, sea de Morena o de la oposición, tendrá que invertir una parte importante de su capital político en una reforma fiscal.
Les hago una pregunta a todos los que han levantado la mano
para postularse como aspirantes a ser candidatos presidenciales, trátese de que
compitan por Morena o por la oposición: ¿en verdad quieren la presidencia
de la República? ¿En verdad están dispuestos a estar seis años en medio de
lo que se percibe como una etapa de grandes complicaciones para quien ocupe la
máxima responsabilidad en México?
Nuestro país tendrá grandes oportunidades para despegar, pero
al mismo tiempo estará lleno de desafíos como para perder el sueño por los
seis años completos.
En otro momento le hablaré de las oportunidades, permítame
el día de hoy hacer un breve recuento de retos.
1.- Una sociedad dividida.
Aunque las campañas electorales pueden cambiar muchas cosas,
si no hay sorpresas, llegaremos al 2024 con una sociedad polarizada. Una
muestra de ello es lo que arrojó la más reciente encuesta de evaluación del
presidente López Obrador publicada por El Financiero. Al preguntarse “¿qué
tan satisfecho está con los resultados del gobierno de López
Obrador?”, 46 por ciento dice que mucho o algo, mientras que el 53
por ciento afirma que poco o nada.
Aunque la aprobación del presidente de la República sigue
con una cómoda mayoría de 57 por ciento, ésta no se logra endosar en su
totalidad al gobierno y es probable que aun si fuera de Morena, el siguiente
presidente o presidenta, esté con menos ventaja.
2.- Una presidencia acotada.
El margen de libertad con el que ha contado el presidente
López Obrador en estos años no va a repetirse. El próximo jefe del
Ejecutivo va a tener muchas más restricciones. El llamado plan C del que
ha hablado López Obrador es mera retórica. Si no hay sorpresas, ninguna fuerza
política ni coalición tendrá mayoría calificada en la Cámara de
Diputados. Y, en la de Senadores, habrá que ver lo que resulte con la
selección de candidatos.
¿Se imagina a un presidente o presidenta que tenga que negociar
hasta el Presupuesto con la oposición? Es muy fácil imaginarlo porque esa
fue la normalidad del país por muchos años. Pero implicará un margen de
maniobra más limitado.
Para la oposición, en caso de ganar, implicará seguir con
muchos de los programas y proyectos que hoy se aplican, pues hay bases legales
que difícilmente podrán cambiarse.
3.- La persistente inseguridad.
Si hay un problema en el país que no tendrá solución en el
corto plazo es la inseguridad.
La más reciente Encuesta de Percepción de Seguridad Pública
Urbana del INEGI correspondiente al primer trimestre de este año, señala
que el 62 por ciento de los mexicanos se siente inseguro en su
ciudad. Si bien hay una mejoría respecto a marzo de 2018, cuando se llegó casi
a 77 por ciento, el porcentaje sigue siendo altísimo, y solo en nueve de las 44
ciudades en las que se realizó la encuesta, ese porcentaje está por debajo del
50 por ciento.
Mucho trabajo, mucho desgaste, lamentablemente aún muchos
muertos y resultados que no verá aún el próximo presidente, son la
mejor expectativa que tiene quien llegue a la Presidencia.
4.- El dinero del gobierno no va a alcanzar.
En los primeros cuatro años de este gobierno, el gasto
programable del sector público creció a una tasa promedio anual de 3.3 por
ciento.
Se logró evitar un endeudamiento inmanejable solo con
recortes en muchos rubros, pues en el mismo lapso los ingresos tributarios no
crecieron en términos reales, pese a las mayores presiones del SAT sobre los
grandes contribuyentes.
Ese esquema ya no es sostenible. Si no se quiere
incurrir en mucho más endeudamiento, la única vía será realizar una
reforma fiscal que revise las tasas impositivas y eventualmente genere más
tributos.
El siguiente gobierno, sea de Morena o de la oposición,
tendrá que invertir una parte importante de su capital político en una
reforma fiscal que deberá hacerse entre el primero y segundo año de la
siguiente administración, para hacerse viable.
El presidente a cargo va a sufrir un gran desgaste con ese
hecho.
Hay muchos, muchísimos retos más.
Estos cuatro que enumero son apenas un botón de muestra.
Así que reitero la pregunta a los señores y señoras que han
levantado la mano: ¿realmente quieren la presidencia de la República?
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