La recesión no está tan lejos como cree López Obrador. Algunas percepciones sugieren que tal vez pudiera llegar a finales de este año o en los primeros meses de 2024.
El nerviosismo nuevamente se ha instalado en los
mercados financieros ante la decisión que hoy habrá de dar a conocer la
Reserva Federal de Estados Unidos.
Aunque la inflación ha ido a la baja, no lo ha hecho con la
claridad que los banqueros centrales norteamericanos requieren para suspender
su ciclo alcista de las tasas.
Por eso domina la percepción, aunque ahora no es
unánime, de que hoy se anunciará otra alza de un cuarto de punto en
las tasas.
La Reserva Federal tomaría esta decisión a pesar de que
apenas el lunes, las autoridades norteamericanas tuvieron que confiscar
los activos del First Republic Bank, ocurriendo con ello el segundo
desplome bancario más grande de la historia de Estados Unidos.
Ya se había logrado evitar la crisis en marzo, con un
respaldo de 30 mil millones de dólares de los bancos.
Sin embargo, ya fue imposible impedirlo ahora y JPMorgan
entró al rescate adquiriendo los activos del banco que ya habían sido
confiscados por la autoridad.
Aunque es imposible no considerar los riesgos financieros en
los que se incurre con un alza de las tasas, la autoridad monetaria de Estados
Unidos considera que los problemas que se han presentado y que han llevado a
tres quiebras de instituciones relevantes en Estados Unidos: Sillicon Valley
Bank, Signature Bank y ahora First Republic Bank, no son un signo de
alarma.
Y no podemos dejar de referir la crisis de Credit Suisse que
condujo a su compra por su competidor UBS.
La fragilidad financiera que realmente existe tiene que ver
con la confianza de los depositantes.
Aunque el alza de las tasas golpeó financieramente a todos
ellos, que incurrieron en pérdidas por ello, tal vez hubieran podido sortear la
crisis de no haberse presentado corridas en su contra.
La más impresionante de ellas fue la de First Republic, de
donde salieron más de 100 mil millones de dólares en apenas unos
cuantos días.
Ante esta circunstancia, los mercados bursátiles de casi
todo el mundo retrocedieron ayer y especialmente, las acciones de algunos
bancos regionales en Estados Unidos se desplomaron.
¿Vendrán más quiebras bancarias en caso de que la Fed
anuncie hoy que sube sus tasas en un cuarto de punto porcentual como esperan
los mercados?
Es posible que sí ocurran.
¿Tenemos entonces en ciernes una crisis financiera y
eventualmente una recesión?
No necesariamente.
Hasta ahora la intervención de la autoridad ha sido eficaz
para confinar los problemas y evitar su difusión.
Por lo pronto, no parece haber un banco en problemas con la
dimensión suficiente como para provocar un terremoto en todo el sistema.
Tampoco se ve una recesión a la vuelta, pero sí hay
barruntos de ella en el horizonte.
La referencia que hizo el presidente López Obrador al
hecho de que quizá haya crisis en 2025, no creo que sea una elaboración
propia sino seguramente la ha escuchado a conocidos tan bien ubicados como
Larry Fink, de BlackRock; o bien, Ana Botín, principal accionista de Santander
a nivel global.
Sin embargo, no pienso que la recesión esté tan lejos
como cree AMLO.
Otras percepciones sugieren que tal vez pudiera llegar a
finales de este año o en los primeros meses del 2024.
En lo que tiene razón AMLO es que, desde el punto de vista
financiero, en términos de la solidez del sistema bancario mexicano o
de la vulnerabilidad de las finanzas públicas, México está mejor equipado
que otras naciones para resistir una crisis global.
Sin embargo, somos más vulnerables que otros
países por la alta dependencia a la demanda de Estados Unidos.
En marzo, 79 por ciento de las exportaciones no petroleras
de México fueron para Estados Unidos.
Imagine que la demanda de Estados Unidos se viene para
abajo. No solo retrocederían las ventas de las empresas exportadoras, sino las
de toda la cadena de proveeduría y del ecosistema en torno a él.
Hay una forma de compensar, al menos parcialmente, ese
efecto: promover intensivamente el nearshoring. Es decir, atraer
inversiones que se están relocalizando desde China.
El problema es que muchos en el gobierno creen que eso no es
necesario, que la inversión llega sola.
Y también creen que decisiones como la reforma minera o la
que pretende limitar las indemnizaciones, no tendrán impacto.
No es imposible que la próxima recesión caiga en el gobierno
de AMLO y tenga más impacto de lo que él cree.
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