“Después de casi dos décadas de caídas constantes, la producción de petróleo y combustibles líquidos de México se ha mantenido estable desde 2019″: EIA.
Ayer, el gobierno de Estados Unidos obsequió una “medalla”
al presidente.
Durante una conferencia, hace un par de años pregunté a unos
200 estudiantes de economía de una universidad estatal: ¿Qué es lo que más
exporta México? Muchos juntaron las cejas. Otros miraron hacia el techo.
Después de unos segundos, uno levantó la mano y otro soltó: ¡Petróleo!
Hagan la prueba. Mucha gente cree que México vive del
petróleo, pese a que solo representa 5 por ciento de las ventas a otros países.
Pero ese termómetro político que el presidente Andrés Manuel
López Obrador tiene y sus adversarios no, le indica que debe seguir por el
camino “negro”… si quiere votos.
Tan pronto llegó a Palacio Nacional, AMLO –nacido en una
región en la que la única riqueza proviene de Pemex– dio la instrucción de
parar la caída en la producción petrolera, a cualquier costo. El destino le
concedió el deseo.
Esto publicó ayer la Energy Information Administration
(EIA), del gobierno estadounidense:
“Después de casi dos décadas de caídas constantes, la
producción de petróleo y combustibles líquidos de México se ha mantenido
estable desde 2019, y pronosticamos que la producción en México se mantendrá
relativamente estable hasta 2024″.
La ironía está en el modo. El informe revela que para
conseguir el resultado, los mexicanos se recargaron en aliados. En pos de su
meta, AMLO echó mano de su pragmatismo. Si bien quiere a un Pemex protagonista,
no estorbó a la producción privada ya comprometida.
¿Por qué se detuvo la caída?
El mismo análisis firmado por el economista de la EIA,
Kamron Daugherty, brinda detalles:
“Las empresas privadas han aumentado la producción de
petróleo en México durante los últimos cinco años. En 2022, los datos del
gobierno mexicano muestran que la producción privada aportó más de 5 por ciento
del total de México, un gran aumento con respecto a la contribución petrolera
de 0.5 por ciento que produjeron las empresas privadas en 2016″, reportó el
especialista en su texto.
“En diciembre de 2013, México cambió su Constitución para
permitir la producción privada de petróleo por primera vez desde 1938, según
información de la Administración de Comercio Internacional de Estados Unidos.
Anteriormente, Pemex, la compañía petrolera nacional de México, era el único
productor de petróleo del país”.
¿Coincide esa versión con la del gobierno de México? Datos
de la Comisión Nacional de Hidrocarburos y de Pemex sí concuerdan con una
estabilización en la producción.
¿A qué se debe? Más a detalle, datos de la CNH exponen el
éxito de los contratos petroleros en poder de empresas principalmente privadas:
la producción viene en franco ascenso, de 43 mil barriles diarios al inicio de
la administración, pasó a 201 mil barriles, en febrero de este año.
Esas compañías principalmente europeas y asiáticas firmaron
acuerdos que les comprometieron a entregar a la Secretaría de Hacienda, en
promedio, cuatro de cada cinco dólares de sus ganancias brutas. Se llevan un 20
por ciento, vaya. El resto se lo entregan a los mexicanos, o pierden el
contrato.
¿Por otro lado, qué dicen los datos de Pemex? Que la
producción de esta petrolera bajó de 1.8 a 1.6 millones de barriles por día
desde 2018. Este año podría ser clave. Pemex pretende perforar 358 pozos para
acumular un total de mil 224 prospectos en la administración. La consigna es
aumentar la producción en tierra y aguas someras, para reactivar la producción
nacional. Toda la carne al asador.
Para fines de esta columna, la información nacional coincide
con la versión estadounidense.
¿Cómo ve la EIA el futuro petrolero nacional?
“Woodside Energy, una empresa australiana, se comprometió a
producir el primer campo petrolero en aguas profundas de México en el campo
Trion. El Golfo de México podría proporcionar un potencial significativo para
la producción en aguas profundas si la gran producción de aguas someras de
México en el Golfo es un indicador de las reservas en aguas profundas”,
advierte el informe de Daugherty:
“El gobierno mexicano tiene planes para capitalizar las
reservas de aguas profundas, y los planes de desarrollo futuros hacen probable
un crecimiento en la inversión privada”.
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