Cortés murió en España, un 2 de diciembre, pero del año 1547
Uno de los personajes menos queridos de la historia de
México es el conquistador español Hernán Cortés. Y es que fue él quien
lideró a los españoles que llegaron en 1519 al territorio que ahora se
conoce como México, y que dos años después, en 1521, lograría conquistar con la
ayuda de algunos pueblos indígenas que estaban enemistados con los mexicas,
quienes tenían el imperio más grande de la región.
Cortés llegó a México cuando contaba con 34 años, y a
los 36 ya había logrado la caída de Tenochtitlan. Aunque hizo mucho
por España, en realidad el país europeo no lo reconoció tanto. Cortés
Murió un día como hoy, 2 de diciembre de 1547, en la casa de unos amigos
suyos de Castilleja de la Cuesta. Murió prácticamente solo, acusado
de haber asesinado a su primera esposa, Catalina Suárez, y con el anhelo
incumplido de regresar a América.
Su decadencia comenzó poco antes de regresar a Europa. Después
de haber sido nombrado gobernador y capitán general de la Nueva España,
decidió ir de expedición a Las Hibueras para buscar a Cristóbal de
Olid, quien lo había traicionado al intentar la conquista de Honduras a
sus espaldas.
Al regresara la Nueva España se encontró con un
juicio de residencia, el cual consistía en someterse a una revisión de sus
actuaciones como gobernante y escuchar los cargos que pudieran presentarse en
su contra. La conclusión fue destituirlo como dirigente de la región.
Esto ofendió a Cortés, por lo que decidió volver a
España y hablar con el rey. Él creyó que regresaría a su país reconocido
como héroe que le sería delegado el gobierno del territorio que había
colonizado. Pero sus expectativas sólo se cumplieron a la mitad.
En 1528 recibió los honores del rey Carlos V, quien lo
había enviado en expedición a Cuba, pero no le ofreció ningún cargo en la Nueva
España. Lo “consolaron” con el puesto de marqués de Oaxaca y el
cargo honorífico de capitán general, pero sin funciones para gobernar.
Al año siguiente, la familia de Catalina Suárez, su primera
esposa y quien había fallecido en Coyoacán, lo acusó de haberla asesinado. El
1 de noviembre de 1522, la familia Cortés organizó una fiesta en su casa. Al
final, la mujer y Hernán discutieron. Ella se fue a acostar y horas después la
encontraron muerta. Él le atribuyó el fallecimiento a sus problemas de salud,
pero las especulaciones no tardaron en aparecer.
Algunas de las camareras de Suárez declararon haberle visto
moretones en la garganta, además de que fue enterrada con prisa, tanto que ni
siquiera sus familiares alcanzaron a verla. Sin embargo, el gobierno español
disolvió los cargos, y Cortés solamente pagó una indemnización. Pero los
señalamientos lo siguieron por el resto de su vida.
En 1530 el capitán regresó a México y realizó algunas
expediciones al norte. Principalmente a Baja California. Posteriormente volvió
a España para que le fueran retribuidos sus beneficios, pero la
respuesta que recibió tampoco fue la esperada. En intentos desesperados
por recuperar el reconocimiento de la corona realizó varios viajes el Argel
para arrebatarle el poder al otomano Barbarroja, pero fue derrotado.
Su deseo siempre fue regresar a la Nueva España para
vivir en la ciudad que él había mandado a edificar. Sin embargo, los problemas
con su residencia nunca se arreglaron, por lo que le prohibieron retornar
al Nuevo Continente.
En Europa se alejó de las personas con las que había
conquistado Tenochtitlan y enfrentó fuertes problemas económicos que
lo dejaron en la calle. Se tuvo que refugiar en la casa de un amigo en
Castilleja de la Cuesta sin la atención de la nobleza. Allí, olvidado y
sin dinero, falleció el 2 de diciembre de 1547 a causa de una pleuresía,
inflamación de los tejidos que recubren el aparato respiratorio, a los 62 años.
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