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viernes, 2 de septiembre de 2022

No mencionó a Pemex

Andrés Manuel López Obrador mencionó tres veces a la CFE como artífice del avance energético del país, pero, extrañamente, no mencionó a Pemex.

 



Jonathan Ruiz Torre

 

El de ayer del presidente, fue un discurso sobrio y ejecutivo en lo económico. Andrés Manuel López Obrador no incluyó mensajes populistas y extrañamente, no mencionó a Pemex.

El político más hábil con el que cuenta México dibujó ayer con más claridad, cómo imagina el país al final de su sexenio. ¿Qué tanto encuadra esa visión con tendencias globales? Eso merece profundizar.

Ni López Obrador ni su popularidad pueden elevar el interés de la gente por el Informe de Gobierno que exige la Constitución a los mandatarios anualmente. Estadísticas de Google Trends muestran que desde 2004, la gente busca cada vez menos información relacionada con el asunto. https://bit.ly/3RtWkEN.

Quizás por eso, lo enfocó en los pocos que siguen atentos: quienes lo idolatran o les conviene alabarlo, y aquellos que le detestan o le critican basados en información.

A ese grupo le dijo que dejará un país más equitativo. Que a la fecha, su mandato propició que los más ricos ganen menos y los pobres, un poco más.

No suele hacer referencia a generación de riqueza para todos; ayer refrendó ese discurso. Tal vez, porque chocaría con la idiosincrasia nacional, tan dada a ‘Pepe el Toro’. Dijo que se hace lo que se puede con lo que hay, que es poco, después de una crisis provocada por la pandemia. Pobres, pero dignos.

También reiteró que el valor de su gobierno está en la estabilidad. Que el peso no se ha devaluado y que todo se sustenta en cuentas públicas ordenadas que redujeron el gasto en frivolidades y en un fisco más agresivo. Cero condonaciones y cada vez más persecución a los evasores.

Él aseguró que dejará un país con más carreteras y caminos, particularmente en Jalisco y el resto del occidente nacional; con más vías y vagones para pasajeros, adicionales al Tren Maya que entregará en diciembre de 2023, y un aeropuerto nuevo y funcional que permitirá que la gente se suba al avión trasladándose desde la estación ferroviaria Buena Vista, al Felipe Ángeles, desde donde podrá volar a donde quiera.

El presidente dijo que dejará a México más conectado. Tanto a internet como a la “luz”. Ahí, curiosamente, sí hubo un contraste. López Obrador mencionó tres veces a la Comisión Federal de Electricidad, como artífice del avance energético del país.

Dijo que esta empresa invierte 9 mil 300 millones de dólares en reformar sus redes renovando hidroeléctricas, instalando paneles solares y en total, aumentando en 10 mil megawatts la capacidad de generación nacional. Eso representaría 20 por ciento más capacidad de producción nacional, respecto de la que recibió. Volumen importante, de ser real.

A los yucatecos llevan dos años prometiéndoles que iniciarán las obras de dos plantas de Ciclo Combinado, de las que todavía no hay ni un cable en la península del sur, afectada desde el inicio del sexenio por apagones.

También a la CFE atribuyó el proyecto de conectar todas las escuelas y plazas públicas con internet gratuito, en un proyecto interesante del que he dado cuenta antes en este espacio. https://bit.ly/3B3iHLX.

Pero Pemex estuvo ausente en el discurso, salvo por la mención del proyecto de renovación en las refinerías, visible por los casos de Tabasco y Deer Park, en Texas. No hubo mención sobre yacimientos o sobre petroquímica.

Es justamente esa diferencia entre lo petrolero y lo eléctrico, lo que conectó su discurso con una megatendencia mundial, de las que avisó un bien conocido suyo, Larry Fink, líder del gigante BlackRock.

El calentamiento global exige una rápida descarbonización mediante energías renovables, de las que López Obrador comentó el proyecto hidroeléctrico y el caso de una gran planta fotovoltaica.

Eso, las renovables y el internet, que no son frecuentes en sus mensajes matutinos, dan luz sobre la posible conexión de su gobierno con preocupaciones mundiales. Nada de biotecnología o de inteligencia artificial como la que presumen sus homólogos de India o China. Tampoco de arte, o de creciente influencia cultural mexicana.

Pero fue auténtico. López Obrador presume de austeridad y no de una gran visión de futuro. Ayer fue el presidente que prometió ser.

 

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