Andrés Manuel López Obrador mencionó tres veces a la CFE como artífice del avance energético del país, pero, extrañamente, no mencionó a Pemex.
El de ayer del presidente, fue un discurso
sobrio y ejecutivo en lo económico. Andrés Manuel López Obrador no incluyó
mensajes populistas y extrañamente, no mencionó a Pemex.
El político más hábil con el que cuenta
México dibujó ayer con más claridad, cómo imagina el país al final de su
sexenio. ¿Qué tanto encuadra esa visión con tendencias globales? Eso merece
profundizar.
Ni López Obrador ni su popularidad pueden
elevar el interés de la gente por el Informe de Gobierno que exige la
Constitución a los mandatarios anualmente. Estadísticas de Google Trends
muestran que desde 2004, la gente busca cada vez menos información relacionada
con el asunto. https://bit.ly/3RtWkEN.
Quizás por eso, lo enfocó en los pocos que
siguen atentos: quienes lo idolatran o les conviene alabarlo, y aquellos que le
detestan o le critican basados en información.
A ese grupo le dijo que dejará un país más
equitativo. Que a la fecha, su mandato propició que los más ricos ganen menos y
los pobres, un poco más.
No suele hacer referencia a generación de
riqueza para todos; ayer refrendó ese discurso. Tal vez, porque chocaría con la
idiosincrasia nacional, tan dada a ‘Pepe el Toro’. Dijo que se hace lo que se
puede con lo que hay, que es poco, después de una crisis provocada por la
pandemia. Pobres, pero dignos.
También reiteró que el valor de su gobierno
está en la estabilidad. Que el peso no se ha devaluado y que todo se sustenta
en cuentas públicas ordenadas que redujeron el gasto en frivolidades y en un fisco
más agresivo. Cero condonaciones y cada vez más persecución a los evasores.
Él aseguró que dejará un país con más
carreteras y caminos, particularmente en Jalisco y el resto del occidente
nacional; con más vías y vagones para pasajeros, adicionales al Tren Maya que
entregará en diciembre de 2023, y un aeropuerto nuevo y funcional que permitirá
que la gente se suba al avión trasladándose desde la estación ferroviaria Buena
Vista, al Felipe Ángeles, desde donde podrá volar a donde quiera.
El presidente dijo que dejará a México más
conectado. Tanto a internet como a la “luz”. Ahí, curiosamente, sí hubo un
contraste. López Obrador mencionó tres veces a la Comisión Federal de
Electricidad, como artífice del avance energético del país.
Dijo que esta empresa invierte 9 mil 300
millones de dólares en reformar sus redes renovando hidroeléctricas, instalando
paneles solares y en total, aumentando en 10 mil megawatts la capacidad de
generación nacional. Eso representaría 20 por ciento más capacidad de
producción nacional, respecto de la que recibió. Volumen importante, de ser
real.
A los yucatecos llevan dos años
prometiéndoles que iniciarán las obras de dos plantas de Ciclo Combinado, de
las que todavía no hay ni un cable en la península del sur, afectada desde el inicio
del sexenio por apagones.
También a la CFE atribuyó el proyecto de
conectar todas las escuelas y plazas públicas con internet gratuito, en un
proyecto interesante del que he dado cuenta antes en este espacio. https://bit.ly/3B3iHLX.
Pero Pemex estuvo ausente en el discurso,
salvo por la mención del proyecto de renovación en las refinerías, visible por
los casos de Tabasco y Deer Park, en Texas. No hubo mención sobre yacimientos o
sobre petroquímica.
Es justamente esa diferencia entre lo
petrolero y lo eléctrico, lo que conectó su discurso con una megatendencia
mundial, de las que avisó un bien conocido suyo, Larry Fink, líder del gigante
BlackRock.
El calentamiento global exige una rápida
descarbonización mediante energías renovables, de las que López Obrador comentó
el proyecto hidroeléctrico y el caso de una gran planta fotovoltaica.
Eso, las renovables y el internet, que no
son frecuentes en sus mensajes matutinos, dan luz sobre la posible conexión de
su gobierno con preocupaciones mundiales. Nada de biotecnología o de
inteligencia artificial como la que presumen sus homólogos de India o China.
Tampoco de arte, o de creciente influencia cultural mexicana.
Pero fue auténtico. López Obrador presume
de austeridad y no de una gran visión de futuro. Ayer fue el presidente que
prometió ser.
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