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miércoles, 3 de agosto de 2022

El tumor de Morena

 


PATRICIA ARMENDÁRIZ

Las elecciones de consejeros de Morena celebradas el fin de semana pasado estaban diseñadas para ser la continuidad de la semilla democrática sembrada por sus fundadores: registraron a sus militantes, sin importar filiaciones anteriores; pero al mismo tiempo ellos elegirían a sus consejeros nacionales, en el mismo acto. Así, desfilaron los morenistas llevando a sus respectivas bases con las que han venido trabajando. Desfilamos también morenistas que aún no podemos legítimamente aspirar al voto de bases aún incipientes por ser apenas adherentes recientes genuinos al movimiento.

Desafortunadamente, el diseño del ejercicio también atrajo a dizque morenistas que usaron su poder económico del erario para sustituir su nulo trabajo de bases con el típico y aberrante acarreo y compra de voto. Fue así como presenciamos en varios lugares del país enfrentamientos entre los verdaderos morenistas pugnando por que las elecciones fueran limpias, que estaban siendo desplazados por ejercicios de voto simulado.

En mi casilla desfilaban los acarreados, no había listas de candidatos a consejeros en ningún lado. Los votantes eran guiados por los acarreadores, quienes les enseñaban cínicamente en la mesa de voto un papelito para que fielmente copiaran el nombre del candidato y candidata a consejero, a la salida les daban sus tamales y atole y su dinerito.

No hubo desafortunadamente control de nada, a los observadores no los dejaban entrar. Los resultados de mi casilla fueron tan confeccionados a modo que ni siquiera mi propio voto donde voté por mí apareció en los resultados, ni el de ninguno de mis simpatizantes. Una mano negra anuló mis esfuerzos incipientes.

Como resultado de este proceso quedaron fuera una gran cantidad de morenistas fundadores verdaderos, dominados por prácticas por las que justamente luchan por abolir.

Morena tiene, pues, como resultado de estas elecciones un tumor conformado por todos estos pseudomorenistas que pueden ser el caballo de Troya de su destrucción, que fue el mismo que destruyó partidos que inventaron estas abominables prácticas de compra de conciencias y uso de la pobreza.

De los morenistas depende extirparlo para siempre antes de que se vuelva maligno.

 

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