HÉCTOR
AGUILAR CAMÍN
Es un
hecho, investigado y sancionado ya por el Instituto Nacional Electoral, que la
actual secretaria de Educación Pública, Delfina Gómez, descontó
durante años 10 por ciento de los sueldos del personal del ayuntamiento de
Texcoco, donde era presidenta municipal, para entregarlo a un grupo que lo
entregaba después a Morena.
Eran 550
empleados a los que les descontaron en total 13 millones de pesos. El
hecho, documentado por el INE, debería dar paso a un juicio penal pues los
delitos electorales son ahora delitos graves.
Pero la
ex presidenta de Texcoco no ha ido a juicio, sino a sentarse en la oficina
donde en tiempos menos estelares que los de hoy despacharon José
Vasconcelos, Jaime Torres Bodet, Agustín Yáñez o Jesús Reyes Heroles.
La
educación pública de México vive un momento crítico de su historia:
Por los
dos años de pandemia que han separado a jóvenes y niños de años cruciales de
aprendizaje.
Y por la
expulsión del sector educativo de todo esfuerzo institucional para medir el
rendimiento de las escuelas, evaluar el aprendizaje y buscar la excelencia.
El
actual gobierno destruyó el instrumento idóneo que había para eso, el Instituto
Nacional de Evaluación Educativa, y devolvió el sector a la opacidad de los
vicios combinados de la burocracia educativa y el poder sindical.
Sólo así
pudo llegar al puesto una maestra como Delfina Gómez, capaz de confundir en un
discurso los estados de Sonora y Jalisco.
A esta
renuncia pedagógica hay que añadir ahora la renuncia moral de que quien
preside el sector no es un personaje intachable, alguien que si no puede
conducir la educación con lo poco que le han dejado en la mano, la
conduzca al menos predicando con el ejemplo.
No es
eso lo que puede hacer Delfina Gómez.
Con su
ejemplo de delincuente electoral y de autoridad abusiva con sus empleados,
predica todo lo contrario de lo que uno quisiera que los mexicanos aprendieran
en las aulas.
El
ejemplo pedagógico y el ejemplo moral de Delfina López en la SEP van a ser
mucho más caros que el despojo salarial de los empleados de Texcoco.
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