La exdirigente del partido que gobernó el país durante 90 años reivindica el papel de su partido como punto de equilibrio en un escenario polarizado. Critica el modelo autoritario de López Obrador, pero respalda su interés por el sur. Sobre la polémica con la estatua de Colón: “Yo soy de Tlaxcala”, dice, “mi visión es muy diferente a la mayoría de mexicanos”.
La primera vez que Beatriz Paredes, nacida en Tlaxcala hace
68 años, apareció en este periódico fue durante una visita a Madrid en 1990.
Por aquel entonces, llamó la atención una mujer joven, feminista, ecologista y
del PRI que era la única mujer gobernadora de México y la segunda en la
historia del país. Tenia 37 años, había sido la diputada más joven en el
Congreso local y con 26 años ya había llegado a la cámara estatal. Durante
aquella entrevista que mantuvo con Ana Alfageme, ya insinuaba algo así como
que el machismo se inventó en España y se perfeccionó en México. Desde
entonces ha vuelto a aparecer en distintas ocasiones en este diario como una
figura de referencia para entender el México actual. En las últimas décadas ha
sido todo lo posible: diputada, presidenta del PRI entre 2007 y 2011, embajadora
en Cuba y en Brasil y actualmente es senadora. Sabe todo de la música cubana y
su entorno la describe como una mujer alegre y temperamental que confirma en
esta entrevista con EL PAÍS en Ciudad de México que no se ha alejado ni un
ápice del discurso feminista que llamó la atención hace 30 años.
Pregunta. Usted defendía causas feministas cuando no se
hablaba tanto de ello
Respuesta. Soy feminista desde muy joven y formo parte
de un movimiento que ha tenido un papel muy relevante en México. Ha sido un
movimiento independiente no ligado a partidos políticos o al gobierno y lo
percibí desde que empecé mi vida política en una organización campesina muy
comprometida con los problemas de las mujeres. Creo que el feminismo le ha dado
oxígeno a la política mundial y es el único movimiento en este momento junto
con los ecologistas realmente de vanguardia y creo en la necesidad de una
mirada distinta del mundo, desde los ojos de las feministas y los feministas,
porque también hay varones feministas. Una nueva mirada a la sociedad es
necesaria.
P. Siente que le tocó abrir muros cuando todo lo que le
tocó caminar en un terreno en el que había muchos más muros que ahora.
R. Sin duda, sin duda. Pero bueno, si consideramos que
fui la segunda gobernadora en el país. Si consideramos que fui la primera mujer
dirigente de mi organización de base, que es la Confederación Nacional
Campesina y que en la etapa de la transición democrática fui la primera mujer
presidenta de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados. Sí,
me ha tocado abrir brecha, pero dentro de un contexto yo no creo mucho en los
méritos individuales. Creo que formo parte de una cadena de esfuerzos de las
mujeres. Soy un eslabón más que un eslabón que ha cumplido un papel en momentos
importantes de la vida nacional.
P. El PRI es un partido de machos. Hacerlo desde ahí
parece todavía más complicado.
R. Fíjese que el PRI jugó un papel muy relevante en la
conquista del sufragio efectivo para las mujeres y fue un presidente de origen
priista quien presentó la iniciativa en 1953. Fue el partido que postuló a la
primera mujer que fue diputada federal en el ámbito federal y el que postuló a
la primera mujer senadora y a la primera mujer gobernadora. Entonces, si bien
es cierto que las personalidades de algunos de nuestros dirigentes pudieran
reflejar una actitud más bien medio machina, también es cierto que en el actuar
del PRI, nosotros, por ejemplo, establecimos hace varios años que la fórmula
presidente, secretario general siempre tenía que ser mixta. Si era presidenta,
era secretario general, varón, si era presidente, era secretario general mujer.
Entonces, en términos estructurales, el PRI no ha sido un partido alejado de
las mujeres.
P. ¿Usted no se sentía incómoda en una estructura como
el PRI?
R. Yo era dirigente de una organización campesina. Y a
veces ganaba y a veces perdía mis casos pero la incomodidad es una frase muy
ligera. Te confrontas en función de la defensa de los intereses que
representas. Entonces mis discusiones no tenían mucho que ver con que quisiera
ser mujer o no, tenía que ver con si se repartían las tierras o tenían que ver
con que qué política agropecuaria existía. Cuando más difícil fue, es con mi
organización campesina. Allí el argumento era que por ser mujer los campesinos
son muy machos y no te van a hacer caso. Entonces yo decía ¿por qué no hacemos
elecciones? y la primera vez que se abrió la organización a la elección directa
del líder gané la elección. Y yo llegué a ser presidenta del PRI nacional
también por elección. Entonces, creo en la democracia profundamente, y las
posibilidades que he tenido se las debo a las gentes que han creído en mí y a
los diversos procesos electorales que me han respaldado,
P. Siguiendo con el PRI, ¿dónde está parado su partido? Da
la impresión de que navega en una especie de indefinición ideológica que tiene
desconcertados a muchos.
R. Somos un partido de filiación socialdemócrata y en
términos de la praxis diría que el PRI está en un momento de enorme
pragmatismo. Es un partido cuya estrategia y táctica es básicamente pragmática,
pero me parece que en el caso mexicano, no sólo el PRI. Yo creo que uno de los
problemas de México es que la política se volvió demasiado pragmática,
demasiado preocupada por el corto plazo y con poca visión para el largo plazo.
Y en ese sentido, hacia el interior del PRI siempre han existido corrientes.
Hay corrientes que demandan más definiciones ideológicas y otras preocupadas
por ganar elecciones de manera pragmática.
P. El pragmatismo utilitario parece casi una crítica
velada al momento en el que estamos.
R. No es una crítica, es una descripción. Yo soy una líder
ideológica, soy una líder conceptual, pero eso no significa que ese rol sea
siempre el más pertinente. Este PRI ahora está defendiendo que no haya
retrocesos en el sistema democrático, los organismos autónomos o el pacto
federal, para no retroceder hacia un centralismo que asfixia y que no corresponde
con la vida nacional. Siempre habrá un anclaje a los principios que, por más
pragmáticos que sean los dirigentes regionales o nacionales, tienen que
sostener, porque eso conforma al PRI.
P. ¿Cree que la democracia está en riesgo en México?
R. Yo creo que hay una tendencia a una restauración
autoritaria que es muy riesgosa. No es un asunto que crea, sino es un asunto
que se relaciona con hechos. La embestida brutal al Instituto Nacional
Electoral, en donde se cuestiona el papel de todos los consejeros en casi en
todos los momentos, revela que los organismos autónomos son incómodos. La
desaparición de fondos que respaldaban las tareas de las entidades federativas
que eran indispensables para cumplir mejor su función o el apoyo a las
funciones de seguridad de municipios y estados, evidencian está esta tendencia.
Como dice un poema de León Felipe, no es que no es que crea, es que ahí viene
el lobo.
P. Hay quien ve en el actual presidente López Obrador una
figura nostálgica de un PRI de los años 70. De hecho, la disyuntiva que plantea
para el tema de la reforma eléctrica, es ¿estás Cárdenas o Carlos Salinas?
¿Usted cree que hay en el alma de López Obrador un priista de los 70, con otro
modelo de planeta al que tenemos ahora?
R. Pienso que todos los políticos tenemos una influencia en
nuestro comportamiento, en nuestra trayectoria. Eso es difícil, que uno sea
abstraiga de su biografía. Me parece que el presidente López Obrador se gusta
más a sí mismo como gran dirigente social que como presidente, y me parece que
está más ligado a una visión histórica del liderazgo que a la comprensión total
de los de las características del gobernante. Y sí, creo que esa visión
histórica de liderazgo en los setenta fue una etapa muy relevante para él.
P. Se gusta a sí mismo y, por lo que dicen los sondeos,
también a la mayoría de los mexicanos.
R. Tiene el mismo nivel de aceptación que en está en esta
etapa de su gobierno tuvieron los últimos presidentes, con la excepción de
Enrique Peña Nieto. Los presidentes Fox y Calderón andaban en estos mismos
rangos y yo pienso que es por la cultura sumamente presidencialista de nuestro
país. López Obrador, debemos reconocerlo, tiene una gran aptitud para
comunicarse con sus seguidores y con una buena parte del pueblo que valora más
sus planteamientos simbólicos que los resultados concretos de su
administración.
P. ¿Qué tres cosas le satisfacen del mandatario?
R. Su convocatoria a la honestidad en la función pública y a
la ética en el comportamiento público. Su interés por el sur sureste de México
y su visión de algunos proyectos estratégicos, así como no comparto otros. El
corredor en el Istmo de Tehuantepec me parece un proyecto relevante
P. ¿Y cuáles tres le disgustan?
R. No me gusta el poder centralizado. Creo en la importancia
de la descentralización, del federalismo, en el vigor de los estados, de las
regiones, de los municipios. No me gusta la imposibilidad de la autocrítica ni
de recibir democráticamente la crítica. Ser crítico o no, no significa ser
enemigo o adversario. Me parece que es fundamental una actitud mucho más
abierta y por último creo que el siglo XXI le plantea a todos los gobernantes
el reto de comprender la realidad global y la dimensión de lo global no es un
asunto que le importe mucho.
P. ¿Cómo se vive desde dentro un partido diseñado para
gobernar y ahora perdido en este limbo?
R. Cuando el PRI perdió por primera vez la Presidencia de la
República, el 80% por ciento de los analistas declararon su defunción, que el
PRI perdió la brújula o que no sabía dónde iba y yo tuve oportunidad de ser
presidente del PRI en esa etapa, terminando la administración de Fox. Luego,
durante la etapa de Calderón ganamos la elección intermedia y la mayoría de las
elecciones locales. Dos años después el PRI recuperó el poder. Porque es un
partido complejo con mucho debate interno y no un ente abstracto sino formado
por personas. El PRI son los priístas. Costó mucho trabajo hacer la alianza,
pero tomaron la decisión por razones pragmáticas y, en términos generales, dio
frutos en términos parlamentarios.
P. ¿El PRI comprende el momento que vivimos?
R. El problema de la política en México es que hay un
vaciamiento de la política. En un diseño muy inteligente donde un personaje se
apropia de todo el espacio público y el resto de los actores, no sólo el PRI,
sino también actores económicos o mediáticos están desaparecidos porque este
personaje ha sabido tomar todo el espacio público. Por eso es tan trascendental
el papel de los periodistas y medios de comunicación libres para oxigenar el
debate y que se pueda discutir con datos creíbles. Y en ese sentido, todos los
partidos en este momento están cuestionados. Todos los partidos están contra la
pared. Todos, no solo el PRI. Tampoco Morena ha logrado definir su perfil ni
evidenciar su distanciamiento del poder público como partido autónomo. En este
caso se están reproduciendo viejas tácticas de la época en que era un operador
de las políticas del gobierno y no un partido político.
P. Precisamente López Obrador parece es el último
representante de la vieja política. ¿La nueva política es Samuel García o
Bukele?
R. Me parece una pregunta importantísima. Dígame usted
si el señor Biden es un político de Twitter o de influencia circunstancial. No,
Biden es un político de edad con un estilo concreto. Obama era más renovador,
pero si Biden gana es porque están conviviendo diversos modos de hacer
política. Así como existen personajes muy ligados a los mecanismos de
comunicación alternativa también hay políticos tradicionales que surgen en un
momento concreto. Yo creo más bien que en América Latina prevalecen los
dirigentes más bien tradicionales. Por ejemplo el resurgimiento de Lula en
Brasil o la reciente victoria de Castillo en Perú nos habla de que estamos
viviendo más bien una diversidad en la comunicación con redes sociales o medios
alternativos de manera valiosa pero no determinante. Para mí el triunfo de
Samuel García no tiene sólo que ver con su talento para las redes, sino con la
crisis política del Nuevo León. Hay una crisis política muy severa y los
electores optaron por un político no tradicional. Pero había un contexto de
crisis política.
P. Peña Nieto, Videgaray y Lozoya eran representantes
de una forma renovadora y tecnócrata de hacer política ¿se siente decepcionada
con la corrupción revelada después?
R. Yo quiero decir, porque no me sentiría bien, que fui
embajadora en Brasil a propuesta de Peña Nieto. Dicho esto tenemos que revisar
por qué perdió el PRI y ser autocríticos. Aunque una cosa es ser autocríticos y
otra cosa es hacerse el harakiri. Y una cosa es tener capacidad analítica para
revisar los errores y otra cosa es sumarse a la noche de los cuchillos largos.
Igual que fue muy grave la existencia de hechos dramáticos ligados al señor
Lozoya, es muy grave que no se juzgue de acuerdo con cánones jurídicos y se
utilice políticamente el tema.
P. Pero ellos se presentaban como la modernidad hecha
política. Hijos de buenas familias formados en buenas universidades hiper
prestigiosas. Todos los demás parecíamos tontos a su lado
R. Yo creo que en cualquier país un modelo rígido que
no reconoce la enorme desigualdad social y que no toma medidas para que el
desarrollo sea equilibrado y evite la desigualdad social, es un modelo que no
será exitoso. Puede ser exitoso por un tiempo, pero no en el gran trazo de la
historia
P. Usted es amiga de Rosario Robles. ¿Cree que hay una
venganza en marcha contra ella?
R. En su caso, llámese Rosario Robles o como se llame, me
parece indispensable que todos sean juzgados conforme a derecho estrictamente.
Y creo que en este caso ha habido una interpretación que ha llevado a detener a
una persona y después a retrasar, retrasar y retrasar el juicio y eso no debe
suceder.
P. Volviendo al feminismo, es diferente el feminismo de
ahora del que a usted le tocó defender
R. Tengo una gran admiración por las jóvenes feministas
actuales. Me parecen valientes, creativas y muy imaginativas. Absoluta
admiración por estas muchachas autónomas e independientes. Y eso también habla
de su evolución en términos de espacios políticos, insisto, en términos de
espacios políticos, porque no se ha logrado disminuir la violencia
intrafamiliar, los feminicidios o las violaciones. Pero eso evidencia una gran
contradicción respecto a las estructuras del poder político. Somos un país
paritario en el poder legislativo, paritario en el legislativo y conseguimos
que esto tuviera rango constitucional para los otros poderes. Y nosotros
esperamos que este incremento de la masa crítica de mujeres en los poderes
sirva para realmente cambiar la realidad de las mujeres en la vida cotidiana.
P. ¿Qué opinión tiene de Claudia Sheinbaum?
R. Tengo simpatía por Claudia. Es de la UNAM, científica
social y tiene la posibilidad de ejercer en la ciudad un gobierno con énfasis
ecologista.
P. ¿Qué le parece la polémica en torno a la estatua de Colón
y el debate revisionista del pasado?
R. No soy una buena interlocutora para esa pregunta porque
estoy tlaxcalteca (risas) así mi respuesta no se parece a la respuesta de 85
millones de mexicanos. O sea, tengo una visión absolutamente distinta de lo que
pasó, por eso le digo no soy una buena interlocutora. Yo creo que es
complejísima la historia de México y la historia del S. XVI por lo que no es
pertinente un análisis lineal y simplón. Me parece que debe ser más profundo y serio.
Conozco bastante bien la historia, pero soy tlaxcalteca. Mis abuelos hablaban
náhuatl y formo parte de una familia de 800 años en uno de los pueblos
originarios. Así que no soy buena interlocutora para el tema.
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