Tres siglos después, la vida y obra de la poetisa mexicana siguen vigentes
La obra de Sor
Juana Inés de la Cruz -nombrada como la Décima Musa, nacida en México
y consagrada a la vida literaria- de quien se conmemora hoy el 326 aniversario
luctuoso, fue notablemente reconocida e incluso llegó a ser publicada en España
debido a su relación con personas de las esferas más altas del poder.
Aunque el año de su nacimiento es incierto, la mayoría
coincide en que lo más plausible es que Juana Inés
de Asbaje y Ramírez de Santillana (su nombre real) haya
llegado a este mundo en 1648. Nació un 12 de noviembre en la hacienda de
San Miguel Nepantla, actualmente un municipio en las orillas del Estado de
México. Su deseo de saber le condujo por el camino del
aprendizaje cuando tenía apenas tres años, edad en la que aprendió a leer. Más
tarde estudió los libros de su abuelo y a los ocho años escribió una loa que
incluía versos tanto en español como en náhuatl, al Santísimo Sacramento en
Amecameca.
Entre las obras más destacadas de la literata se encuentra Respuesta
a Sor Filotea de la Cruz, texto que es considerado uno de los más importantes
en la literatura novohispana. Es precisamente en este escrito en el que la
misma Sor Juana da cuenta de su curiosidad intelectual a muy temprana edad.
Antes de tomar los sacramentos religiosos y convertirse en
monja, Sor Juana vivió en la Ciudad de México con un par de familiares. Durante
esa época comenzó a trabajar en la casa de la virreina Leonor de Carreto, pero
eso no impidió que su talento fuera reconocido por las personas a su alrededor.
De acuerdo con la Enciclopedia de la Literatura en
México (ELEM), existe una anécdota en la cual Sor Juana fue
llevada ante la Corte, en donde 40 sabios le cuestionaron sobre varios temas
con el fin de constatar si su sabiduría era humana o divina.
Vida religiosa
Renuente a formar una vida familiar que le distrajera de su
camino por el conocimiento, y aconsejada por el padre Antonio Núñez de Miranda,
Juana de Asbaje ingresó al Convento de San José de las Carmelitas Descalzas;
sin embargo, la austeridad en este lugar la llevó a abandonarlo y después a
ingresar al Convento de San Jerónimo, lugar en el que adoptó el nombre con el
que tres siglos después se le sigue conociendo: Sor Juana Inés de la Cruz.
Su talento con la pluma le trajo como consecuencia la
petición de varias personalidades de la época para escribir algunos textos. Fue
así que compuso el Soneto fúnebre a Felipe IV, pero la obra que le regaló su
amistad con la condesa de Paredes y le abrió las puertas a otro mundo,
fue Neptuno alegórico.
Esa relación amistosa consiguió que los textos de Sor Juana
fueran publicados, pues cuando la también virreina de Mancera partió a España
llevó con ella varios de los poemas que su amiga le había escrito, los cuales
fueron reunidos y publicados en Inundación castálida. Con este acto la
escritura de la eclesiástica se difundió en España y
no solo en la Nueva España, donde ya había publicado algunos villancicos. El
segundo tomo de Inundación castálida fue el libro donde
apareció "Primero sueño", el más famoso de sus poemas.
En 1682 Sor Juana abandonó la vida literaria; los
motivos de este acto son desconocidos. A pesar de esto, existen dos
explicaciones: la primera es que su abandono se trató de una especie de
purificación espiritual; la segunda es que la escritora fue persuadida de dejar
la escritura por su confesor, Núñez de Miranda y el arzobispo misógino
Francisco de Aguiar.
En 1694 Sor Juana regresó al Convento de San
Jerónimo para cuidar de las hermanas que habían sido infectadas por la peste,
fue de esta forma que ella se contagió y murió el 17 de abril de 1695. No
obstante, la difusión de su obra no murió con ella, pues hasta el día de hoy es
uno de los referentes más importantes.
Sus textos no solamente han sido reeditados, sino que
autores como Amado Nervo, Octavio Paz, Margo Glantz, Georgina Sabat de Rivers y
Alfonso Reyes, entre otros, han escrito sobre su vida y obra.
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