Preocupa esa sensación de alivio que se observa y que naturalmente conduce a relajar las medidas sanitarias necesarias.
En México, empieza a generalizarse la sensación de que ya
vamos de salida en la crisis de la pandemia del covid-19.
Se conjugan dos circunstancias. La primera es una tendencia
a la baja del número de nuevos contagios diarios y de fallecimientos, que ya
lleva bastantes semanas, y la segunda es también un aumento del número de
vacunados, que empieza a crear optimismo entre grupos cada vez más amplios de
la población.
Ojalá sea así y esa percepción corresponda con la realidad.
Sin embargo, no está por demás echar un ojo al mundo y
observar otros casos en los que también parecía que la pandemia estaba realmente
bajo control, y luego se produjo un rebrote que ha creado una fuerte crisis, al
grado de que, en términos de nuevos contagios diarios, estamos hoy en el peor
momento de toda la pandemia.
Considerando, como lo hacemos usualmente en esta columna, el
promedio de los últimos siete días, hoy tenemos un registro de 787 mil nuevos
casos diarios a nivel global. Nunca habíamos llegado a un punto tan elevado.
Lo que ocurre hoy, es que tampoco habíamos tenido un
panorama tan contrastante, con países que están en el peor momento de la
crisis, y otros que la han controlado.
El caso más crítico en todo el orbe es el de India.
El peor momento de la pandemia en este país de 1 mil 300
millones de personas había sido en septiembre, cuando se llegó a poco más de 90
mil nuevos contagios por día.
En los meses posteriores, pareció haber un control de la
enfermedad, y en febrero se llegó a un mínimo, con apenas poco más de 11 mil
casos nuevos por día.
El descenso fue espectacular, de alrededor de 87 por ciento.
Hace alrededor de un par de meses, las tendencias empezaron
a cambiar y el crecimiento fue impresionante. El registro de ayer marcó casi
250 mil nuevos casos diarios. Es decir, en un lapso de ocho semanas se
multiplicó por 22 veces.
Hoy, India es el epicentro mundial de la pandemia,
básicamente por el lento proceso de vacunación con relación al tamaño de su
población y por la aparición de nuevas variedades del virus que son más
contagiosas que la original.
Otro caso a considerar es el de Brasil.
En el país más grande de América Latina hubo una primera ola
que llegó a su pico en junio del año pasado; luego se presentó una remisión de
los contagios hasta principios de noviembre y desde entonces hubo un
crecimiento que había llegado a un máximo en enero.
Volvió a controlarse la crisis y tras algunas semanas de
descenso, nuevamente se desató, hasta llegar a un máximo de 77 mil nuevos
contagios a finales de marzo.
Ahora parece estar ligeramente a la baja, pero tras las
experiencias anteriores, no sabemos por cuánto tiempo.
El patrón es el mismo: una vacunación relativamente lenta
para el tamaño de la población, que en cierto momento ha conducido a la
aparición de mutaciones del virus que aceleran los contagios.
En México, hasta ahora, no hemos tenido un rebote. La ola
que muchos temíamos que podría presentarse tras las vacaciones de Semana Santa
no ha ocurrido.
Hay una caída de 80 por ciento entre el máximo de contagios
alcanzado en enero y las cifras más recientes.
Sin embargo, inquieta el lento ritmo de vacunación y la
posibilidad de que empiecen a ser dominantes variedades del virus que son más
contagiosas.
Las propias autoridades han advertido de tendencias al alza
en 10 entidades.
Ojalá que no sea así, pero la posibilidad de que repitamos
el patrón observado en otras naciones, notoriamente en Brasil e India, existe.
Por eso preocupa esa sensación de alivio que se observa y
que naturalmente conduce a relajar las medidas sanitarias necesarias.
Ojalá, en lugar de alardear de que ya vamos saliendo, se
pusiera énfasis en la necesidad de mantener las medidas sanitarias que nos
aseguren que la tendencia a la baja no va a revertirse.
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