El Inegi aportó el día de ayer su trabajo
imparcial y profesional para ayudarnos a dimensionar el drama que está
significando la pandemia en México.
Refirió el instituto presidido por Julio
Santaella que en los primeros ocho meses de 2020 hubo en México 683
mil 823 fallecidos.
La cifra de 2019, para ese mismo periodo,
fue de 499 mil 784, y había crecido en 4 por ciento respecto al año previo. Si
en 2020 se hubiera mantenido la tendencia, los fallecidos habrían sido 519 mil
775.
El cálculo del Inegi, considerando el
promedio desde 2012, lleva el porcentaje adicional de fallecidos a 37.9
por ciento.
El exceso de mortalidad en este año tiene
como única explicación relevante la presencia de la pandemia.
Las muertes pueden ser derivadas
directamente del Covid-19 o bien, pueden ser resultado indirecto de
éste.
Ha sido cada vez más frecuente que personas
aquejadas de diversos padecimientos hayan sido desatendidas por la
concentración de recursos para la pandemia. O bien, que los pacientes, ante la
situación crítica del sistema hospitalario, opten por no acudir a los servicios
de salud.
La propia Secretaría de Salud elabora un
informe relativo al 'exceso de mortalidad' en el país. Los datos de las
primeras 50 semanas de 2020 señalan 954 mil 517 defunciones y
estiman el margen excedente respecto al número esperado de fallecidos
en 271 mil 867.
En esa fecha, el número de fallecidos
confirmados por Covid-19 era de 113 mil 704.
Sobre ese cálculo, hay que aplicar un
factor de 1.7 a la cifra oficial de muertos por Covid para llegar al
número real de fallecidos 'en exceso'. Insisto, no necesariamente todos por
Covid-19, pero sí en el contexto de la pandemia.
Aun si no hubiera existido más 'exceso de
mortalidad' desde entonces, podríamos hablar en este momento de 261 mil
fallecidos reales en exceso, desde que comenzó la pandemia, aplicando ese
factor a la cifra que ayer se dio a conocer y que corresponde a 153 mil 639
fallecidos confirmados por Covid.
Una cifra adicional que no tenemos clara en
México, pues no se publica de manera regular, es el número acumulado de
hospitalizados o de quienes han estado seriamente enfermos en su
propia casa a lo largo de toda la pandemia, pero probablemente sea equivalente
a varias veces el número de fallecidos.
El cuadro completo, si lo tuviéramos, nos
reflejaría seguramente que hay más de 1 millón de personas que han sido
víctimas, sean que hayan fallecido o que hayan enfermado seriamente, no meros
contagios, que ayer llegaron a 1.8 millones.
Una encuesta publicada por El Financiero
esta semana muestra que, hacia la tercera semana de enero, 55 por ciento
de los entrevistados en la Ciudad de México conocía a alguien que
había fallecido por Covid-19.
Haga usted mismo el ejercicio. ¿Conocía a
alguien? O incluso más allá, ¿conocía a alguien que haya fallecido en el
contexto de la pandemia, haya sido oficialmente por Covid o no?
Si pregunta, se va a sorprender del
porcentaje tan alto que va a encontrar.
El 2020 va a ser conocido en los anales de
la historia no solo como el año de la pandemia, sino como el año de la
gran mortandad en México.
El deseo que todos tenemos es que 2021 sea
diferente.
Pero, paradójicamente, quizás esté por
venir todavía la peor etapa de la pandemia.
No sabemos a ciencia cierta cuál va a ser
la trayectoria de contagios y muertes en las siguientes semanas o en los
próximos meses.
Lo que sí sabemos con certeza es que el
proceso de vacunación ha sido lento y así lo será por lo menos durante los
primeros dos meses del año.
Y también observamos que la presión por el
retorno a la movilidad será cada día mayor.
Ojalá me equivoque, pero no sería nada raro
que, al paso de los meses, cuando se compile de modo más amplio la información,
veamos una cifra cercana al medio millón de personas fallecidas si se
calcula el ‘exceso de mortalidad’.
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