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lunes, 29 de febrero de 2016

Valle de México: pobreza, contaminación y …

Pese a que los problemas de contaminación, falta de agua, riesgo de inundaciones, sobrepoblación y pobreza están bien detectados, los gobernantes de la Zona Metropolitana del Valle de México no aplican acciones contundentes para mejorarla prestación de estos importantes servicio



A mediados de la década de los ochenta del siglo pasado en los medios de comunicación social se daba conocer una impactante noticia: la aparición de decenas de pájaros muertos en la calle de una zona industrial de la Ciudad de México. Se llegó a generalizar la versión de que habían fallecido por la creciente contaminación que empezaban a padecer los habitantes de la capital del país.
Simultáneamente se llegó a rumorar que la muerte de la parvada había sido un montaje realizado por el entonces responsable de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue), Manuel Camacho Solís, para llamar la atención de la opinión pública, en particular la del Presidente Miguel de la Madrid, para que enfocara la mirada en su habilidad política para impulsar medidas dirigidas a combatir la polución.
Lo relevante era colocarse en el ánimo del Jefe del Poder Ejecutivo ante el proceso de sucesión presidencial. A mediados de 1987, con la misma idea de fortalecer al grupo político en el que interactuaba, Camacho Solís organizó un magno congreso internacional denominado “Metrópolis 87”, para intercambiar experiencias y hacer acopio de alternativas que contribuyeran a combatir la problemática que afectaba a la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM).
El evento fue todo un éxito mediático, el titular de la Sedue proyectó una profunda preocupación por la problemática que impactaba la ciudad corazón del país, y opacó al jefe del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre Velázquez, en beneficio de las aspiraciones presidenciales del secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari.
Sin embargo, 40 años o más después de que aparecieron los pájaros muertos y al margen de funcionarios que activan problemas para irrumpir como efectivos componedores, y de que se han promulgado leyes y ejercido acciones para hacer de la ciudad un hábitat saludable, hay evidencias de que la calidad de vida del Distrito Federal se ha seguido deteriorando debido a que los tres niveles de gobierno no han aplicado una planeación que abata de manera coordinada y efectiva los problemas propios de un conglomerado urbano que ha seguido creciendo de manera desordenada.


Sigue latente la amenazadora contaminación atmosférica y hay temas en la agenda ciudadana que no han sido resueltos, como el transporte y la vialidad, la escasez de agua, la basura que envenena suelo y mantos freáticos, el desempleo y la inseguridad pública, entre otros.
La suciedad de aire es un hecho que corroboran los viajeros que arriban diariamente al Distrito Federal por la carretera vieja de Cuernavaca, cuando observan con desánimo esa enorme nata café de smog que cubre tétricamente la cuenca del Valle de México.
LOS MUERTOS POR CONTAMINACIÓN
Pero no pasa nada, esa enorme nata no provoca la irritación social del segundo conglomerado urbano más poblado del mundo, con 20 millones habitantes, después de Tokio, que tiene 28 millones, a pesar de que la contaminación poco a poco intoxica los pulmones de los mexicanos que radican en esta zona territorial comprendida por el Distrito Federal y 60 municipios; 59 del Estado de México y uno de Hidalgo.
Tampoco los habitantes del Valle de México se estremecieron cuando el Instituto Nacional de Salud Pública dio a conocer en enero del 2011 que cada año fallecen en el Distrito Federal cuatro mil personas por enfermedades atribuidas a la contaminación atmosférica. Lo redituable para los medios era denunciar los más de 50 mil muertos que por esas fechas se registraban como saldo de la “guerra” contra el narcotráfico.
De ese total de decesos dados a conocer por el instituto, mil habían ocurrido por culpa de altas concentraciones de partículas contaminantes PM 2.5, las cuales se generan por la combustión de diésel de automóviles y la industria, así como por la reacción atmosférica entre gases como el dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos.
Para evitar que se desataran críticas que mellaran la imagen del jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, el director de Inteligencia y Vigilancia Epidemiológica de la secretaria de Salud del gobierno capitalino, César Sandoval, explicó que no se habían registrado fallecimientos relacionados con contaminantes atmosféricos “o por causas directas o atribuibles”.


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Las partículas PM 2.5 son entre 25 y 100 veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano. La Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que afectan mucho más que cualquier otro contaminante. Ingresan por las vías respiratorias y sus efectos son letales porque atacan directamente el corazón. Hace dos años y medio la NASA dio a conocer un mapa en el que ubicaba a los países del mundo con serios problemas de partículas PM 2.5, entre esas zonas incluía a la Cuenca del Valle de México.
MOVILIDAD A MEDIAS
Para contener la contaminación el gobierno capitalino puso en marcha en 1989 el programa “Hoy no Circula”. Sin embargo, la medida resultó contraproducente, el parque vehicular se incrementó al doble. Los ciudadanos prefirieron comprar otro auto, antes que dejar de circular un día. Actualmente se mueven por el DF cuatro millones de automóviles.
El programa no funciona como debiera, en los Centros de Verificación es “natural” observar como los automovilistas prefieren pagar una “mordida” para que sus vehículos aprueben la revisión, mediante “el salto”, sin mayores complicaciones.
Por eso no es gratuito que conforme a un raqueo elaborado recientemente por la revista Forbes, la Ciudad de México sea la quinta más contaminada del mundo, antecedida por Baku en Azerbaijan, Dakha en Bangladesh, Antananarivo en Madagascar y Puerto Príncipe en Haití.
Si bien las autoridades capitalinas han venido ampliando en los últimos 25 años la red del Sistema de Transporte Colectivo Metro e incrementado el número de autobuses del transporte urbano (RTP) y en los últimos tiempos puesto en marcha el denominado Metrobús, estas acciones implementadas para mejorar la movilidad en la ciudad tan sólo representan un paliativo.

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