El AIFA está más solo que un panteón y parece más un centro comercial sin clientes, que una terminal aérea.
El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles no solo vive del
presupuesto federal, sino de leyendas urbanas que hablan del desdén de los
usuarios y que, para desgracia del actual régimen, son verdaderas.
Para comprobar lo aseverado, viajé recientemente desde esa
terminal aérea a Houston, Texas, y pues realmente pude constatar lo que se dice
de él en sentido negativo.
Las rutas de acceso son muy caras porque se transita por el
circuito exterior mexiquense que cobra su derecho de piso a través de las
casetas y es menester usar esa vía, so pena de perder el vuelo.
Claro, si uno está avecindado a este aeropuerto, pues podría
resultar una buena opción, mientras que para el resto de los usuarios resulta
oneroso e inviable, sobre todo si tiene que realizar alguna conexión.
El AIFA está más solo que un panteón y parece más un centro
comercial sin clientes, que una terminal aérea y luego de que sus operaciones
matutinas se cierran, se termina de vaciar en detrimento de los comercios
establecidos.
A más de un año de operación sigue presentando números
rojos, es decir, no se puede mantener sin el apoyo del gobierno de López
Obrador y como van las cosas, seguirá así por lo menos en lo que resta de su
administración.
El año pasado el AIFA generó 132 millones de pesos por venta
de bienes y servicios, pero reportó tan solo en gastos de limpieza 163 millones
de pesos, ya no digamos otros gastos como sueldos o servicios médicos
adquiridos, por lo que en 2022 la terminal aérea estuvo subsidiada por mil 328
mdp.
Esta es la obra que tanto presumió AMLO al preferirla sobre
el aeropuerto de Texcoco y que a la postre causó daño patrimonial por 300 mil
millones de pesos, datos de la Auditoría Superior de la Federación, además del pago
a los tenedores de bonos y por supuesto del dinero que llevaba en su
construcción y ello, sin considerar los 116 mil millones de pesos que costó el
AIFA.
La cancelación estuvo sustentada en una consulta popular
inconstitucional y la transformación de una base aérea militar en una
comercial, fue un mal negocio para los mexicanos.
Sin los estudios técnicos, económicos, viabilidad financiera
y conectividad nacional e internacional, López Obrador se aventó la puntada de
ordenarle al Ejército transformar la base militar aérea de Santa Lucía en el
AIFA y bueno, las consecuencias están a la vista.
Comparativamente, el diferencial de precios que existe entre
el aeropuerto de la CDMX y el AIFA es notable para el consumidor, ya que todo
es más barato en la terminal aérea de AMLO, pero aun así no la usan los
viajeros y si algún día empieza a incrementarse la demanda, de inmediato
desaparecerá esta ventaja competitiva.
En lo personal, no volvería a usar el AIFA mientras
prevalezcan las condiciones actuales en su acceso, costo de casetas,
conectividad aérea y percepción de inseguridad por los pocos usuarios que
transitan en sus instalaciones.
La promesa de AMLO al inicio del sexenio de que con el
aeropuerto de Toluca y el propio AIFA, se iba a despresurizar al aeropuerto de
la CMDX quedó como otra falacia, ya que la demanda ha desbordado a la oferta
del aeropuerto más importante del país y aunque se está cayendo a pedazos, los
usuarios lo prefieren a uno de los tres elefantes blancos del sexenio.
El carecer de un aeropuerto de envergadura mundial que mueva
a más de 100 millones de pasajeros al año, restringe el potencial económico de
México y ello, de suyo, es producto de otra decisión fallida que ha
desperdiciado una oportunidad dorada que se tenía con el avance del 30 por
ciento en la construcción del aeropuerto de Texcoco y que por estas fechas
estaría moviendo esa cantidad de usuarios.
Los otros dos paquidermos que han “mamado” más dinero
público que el AIFA y que aún no entran en operación, no obstante haber sido inaugurado
uno de ellos, me refiero a la Refinería de Dos Bocas, que sigue sin refinar un
barril de combustibles, no obstante que ya se llevan gastados 18 mil millones
de dólares en su construcción.
El Tren Maya se une a la tríada de elefantes blancos que fueron
colocados en el centro de los reflectores como las tres obras insignia de AMLO,
pero solo están de adorno porque no producen ningún beneficio.
El Tren Maya en su trazado ha causado una hecatombe
ambiental, dañando el frágil equilibrio ecológico que prevalecía en los ríos
subterráneos y los cenotes, amén del daño patrimonial arqueológico que existe
en esa región del país, se prepara para ser inaugurado a fin de este año,
aunque solo será un tramo, ya que lo que resta para que esté concluido y en
total operación, todavía le falta un buen tiempo que sobrepasa el 2024.
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