A la vista ha quedado el intento de López Obrador por imponer en México un régimen antidemocrático, que ya está en el radar de las preocupaciones del gobierno de EU.
En una inusual declaración oficial del Departamento de
Estado, el gobierno de Joe Biden expresó su respaldo a los organismos
electorales autónomos en México y dio un espaldarazo a la independencia del
Poder Judicial.
Ya es inocultable que el proyecto del gobierno mexicano es
la dictadura.
Se trata de imponer al próximo (a) presidente a través de la
manipulación de las elecciones. Alcanzar de manera artificial una mayoría
aplastante en el Congreso. Someter al Poder Judicial bajo la égida del Poder
Ejecutivo. Destruir a la prensa independiente.
Eso es una dictadura y el gobierno de Biden lo sabe, por lo
que formuló un mensaje directo.
A la vista ha quedado el intento del presidente López
Obrador por imponer en México un régimen antidemocrático, que ya está en el
radar de las preocupaciones del gobierno de Estados Unidos.
Hasta hace unas semanas sólo la DEA y el Capitolio habían
expresado en voz alta su malestar por el rumbo que toma su vecino del sur, y
que afecta el futuro de la relación comercial y el presente de la seguridad
nacional de Estados Unidos.
Anteayer y ayer el Departamento de Estado expresó su
coincidencia de anhelos con los manifestantes que defienden al INE.
Y previo a que la Suprema Corte resuelva sobre las reformas
electorales que terminarían con el sufragio efectivo en México, el gobierno de
Estados Unidos les dijo a los ministros, en lenguaje diplomático, pero de
manera pública, no están solos.
Hasta ahora no han sido publicadas en el Diario Oficial
de la Federación las reformas legales anticonstitucionales que aprobó
Morena en el Legislativo, porque al gobierno le falta un voto para sellar el
fin de la era democrática en México.
Tienen el voto de Yasmín Esquivel, Loretta Ortiz y,
presumiblemente, el de Arturo Zaldívar.
Les falta doblegar, con chantajes o sobornos, a un ministro,
sólo a uno, para dar el golpe a la Constitución e iniciar la dictadura de López
Obrador, que podrá gobernar a un país sin contrapesos democráticos desde
Palacio Nacional o desde Palenque.
Por eso el Departamento de Estado debió hacer pública su
postura ahora.
El comunicado, referido a México, expresa que “un sistema
electoral independiente y bien dotado de recursos y el respeto por la
independencia judicial respaldan una democracia saludable”.
Con “respeto a la soberanía mexicana”, el Departamento de
Estado manifestó que “las instituciones electorales independientes y libres de
influencia política constituyen un pilar de las democracias en todo el mundo y
garantizan que todas las voces sean escuchadas en procesos democráticos
fundamentales”.
Un día antes, Brian Nichols, subsecretario de Estado para el
Hemisferio Occidental, afirmó que “EU apoya instituciones electorales
independientes que tienen recursos para fortalecer procesos democráticos y
Estado de derecho”.
El subsecretario estadounidense señaló que “en México hoy
vemos un gran debate sobre reformas electorales que ponen a prueba la
independencia de instituciones electorales y judiciales”.
La mira del Capitolio también está puesta en México, por lo
evidente: no pueden formar un bloque comercial con un vecino donde partido
gobernante y cárteles de las drogas se confunden en simbiosis, mientras se teje
una dictadura contraria a los principios de las democracias liberales.
Kevin McCarthy, líder de la mayoría en la Cámara de
Representantes de Estados Unidos, es decir, el número dos en poder político en
ese país, advirtió la semana pasada que la frontera mexicana estaba dominada
por los cárteles del narcotráfico.
El dirigente no se refería a la década antepasada cuando
García Luna era secretario de Seguridad federal, sino al presente de un
gobierno que camina en el quinto año de su sexenio.
También en el Capitolio, las comisiones de Asuntos
Exteriores de ambas cámaras han visto que México va hacia una dictadura.
Los presidentes de los comités de Relaciones Exteriores del
Senado y de la Cámara de Representantes, el demócrata Bob Menéndez y el
republicano Micahel McCaul, acusaron al Legislativo mexicano de poner “en
peligro el futuro de las instituciones democráticas de su país, regresando a
México a su pasado oscuro de elecciones controladas por el presidente, no sólo
retrasando el reloj de su democracia, sino también el de las relaciones entre
nuestros países”.
“Es hora de que los aliados y amigos de México hablen. La
Unión Europea debe encontrar su voz. Pero lo más importante es Estados Unidos,
el vecino de México y su mayor socio comercial. La administración de Biden ha
sido encomiablemente sólida al denunciar el creciente autoritarismo en América
Central, pero curiosamente silenciosa sobre el mismo fenómeno en su aliado
latinoamericano más importante. Esto debe cambiar”, remató.
Pues ya cambió.
Los pasos de López Obrador están en la mira.
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